Es cómico cómo los diarios —bueno, tres diarios— tratan el bolo de Barack Obama en el foro tecnológico DES de Málaga. Al reclamo del expresidente más cool del siglo han acudido a hacerse la foto todos los que en las elecciones regionales andaluzas se juegan el tipo. Se conoce que no había ninguna foto donde se vea a los dos a principales contendientes, Juan Manuel Moreno (PP) y Juan Espadas (PSOE), con Obama, de manera que El Mundo ha aprovechado para publicar en portada una en que sale el candidato popular, que es también el del diario, como queriendo hacer ver tú ya sabes qué. La Vanguardia, en cambio, ha escogido la de Pedro Sánchez, que ha estado con Obama todo el tiempo y más del que no dispuso su predecesor socialista, José Luis Rodríguez Zapatero. El título del diario barcelonés es un inocuo "Obama entra en la campaña andaluza". Hay que tener ganas, porque puedes apostar a que el expresidente ni se ha enterado de las elecciones. La Razón opta por la tercera vía, ni para ti ni para mí, y escoge la peor: Moreno, Sánchez y el alcalde de la ciudad andaluza. A ver, si tienes a Obama... ¿por qué no lucirlo? Al margen de sí la foto escogida es apropiada o inoportuna, el hecho de que esos tres diarios se tomen la campaña andaluza por un acto lateral y más bien de segunda, ajeno a la contienda electoral, esconde una noticia política de primera categoría que explica cuál es la situación actual de la política española —y también del periodismo. Lo cuenta El País: Vox ha dejado claro que sólo favorecerá un gobierno del PP si ellos están, como pasa en Castilla y León. Mientras otros diarios se dedican al hihíhahá y al famoseo, El País está atento. Castilla y León —que no se ofenda nadie— es el 5% de la población española. Andalucía es el 18%. Que la ultraderecha de Vox tenga representación en el gobierno de la región más poblada de España no será una anécdota más o menos jugosa. Será una alarma que sonará allende las fronteras españolas. Sin embargo, hey, a El Mundo y a La Razón todo eso les va bien y a La Vanguardia... pues mira, no se entiende mucho la frivolidad.

La Vanguardia, sin embargo, se reivindica en el título principal. Explica que el gobierno español prepara una selectividad con temario común para toda España, de manera que el objetivo del ministro del PP José Ignacio Wert de "españolizar a los niños catalanes" se conseguirá gracias a un gobierno socialista en coalición con Unidas Podemos. Porque si el examen se homogeneíza, también lo hace el temario que debe  explicarse a los alumnos. Esta es una competencia autonómica, pero ya sabes que todo eso de las autonomías, la descentralización y etcétera, ha pasado un poco a la historia, porque como los catalanes parece que no lo quieren o lo quieren mal, se acabado el disimular, que la vergüenza por lo que se ha hecho históricamente con Catalunya hace años que se ha perdido. Aquí Jordi Barbeta volvería a reírse un poco del "gobierno más progresista de la historia" y Montserrat Dameson reaccionaría con torería, como en la columna de este miércoles, aquí cerca, a la decisión del departament d'Universitats de acatar que el catalán deje de ser la lengua por defecto en la selectividad. En el fondo, la primicia de La Vanguardia sólo recuerda el estado actual de cosas y, en concreto, que si no te encargas tú de la lengua y de tus cosas, nadie lo harà. Por lo tanto, en 2024, selectividad homogénea española al canto, se rompa el Estatut o los consensos que hasta ahora habían regido el llamado "encaje" de Catalunya en España, que se deshacen como un terrón de azúcar cuando conviene mantener la unidad del Estado o la recaudación fiscal.

Una amiga comentaba días atrás un antiguo post de Enric Vila en Dietari a destemps donde explica por qué Incerta Glòria, de Joan Sales, es una novela de valor universal y duración eterna, mientras que nadie recuerda otros, que, en su momento, parecían del mismo tronco y calidad, como las trilogías de Josep Maria Gironella y de Ignacio Agustí. Vila dice muchas cosas y muy destacables. La primera, que "Sales afronta sus circunstancias como un escritor de primera división mundial, pagando con el cuerpo y el espíritu la lucha por decir algo que valga la pena." Por eso todavía tiene sentido leer a George Orwell, por ejemplo, o Graham Greene. Son autores que se jugaron el cuerpo y el espíritu. Piensa: aquello que sirve para que un escritor sea universal y eterno y fiel a su país y a su idea quizás sirve también para un político, para un servidor público, para ti.

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