Los partidos después del 27-S (III)

CUP-TGN-dins

 

La CUP sufre esta campaña una especie de trastorno de doble personalidad. Por una parte, las encuestas, el entorno y el resultado de las municipales le hace pensar que el 27S obtendrá un extraordinario resultado electoral. Por otra, no puede ocultar su inquietud por el resultado de Junts pel Sí, que si no alcanza la mayoría de escaños, les obligaría comprometerse y a disputar con mucha más presión el juego parlamentario del procés.

“Hasta ahora, con la mayoría absoluta pactada entre CiU y ERC, nuestros tres diputados podían interpretar un papel más cómodo, con mayor espacio de maniobra, y levantar con más facilidad la bandera de la pureza”, explica uno de los miembros de la dirección de la formación de la izquierda alternativa independentista.

Será difícil mantener esta posición con un grupo parlamentario de ocho o diez diputados que, además, debe pagar el peaje de que todos o parte de sus votos son indispensables para sumar la mayoría absoluta en los asuntos que se refieran al procés. “Nos hará falta mucha, mucha audacia”, advierte uno de los miembros del secretariado cuando describe ese escenario.

Alguno de los miembros de la candidatura ironiza –y la ironía siempre tiene un punto de certeza– asegura que “celebrarán” la mayoría absoluta de Junts pel Sí.

El plan para el 27S

CUP-Crida Constituent se ha preparado para el 27S con nombres, forma y contenido. Ahora elabora una estrategia dúctil y adaptable para encarar el día siguiente de las plebiscitarias sin perder el ADN de su formación, el talante rompedor. Para eso les hará falta mucha "audacia". "Somos una organización dentro de un movimiento", sentencia uno de los miembros del secretariado para definir la complejidad de la formación y su papel en estas elecciones.

La candidatura de Antonio Baños tiene miga, tanto por la forma en que se constituyó como por el fondo que comporta. Baños, como David Fernàndez, no milita en la CUP y tiene un perfil mediático muy cómodo para el potencial votante de la formación. Su figura busca mantener la esencia de lo que ha sido la CUP esta legislatura: una grupo fresca y desacomplejado en la principal institución política catalana.

El resto de integrantes de la parte alta de la candidatura también tienen un papel concreto. La lista es un sudoku pensado para mantener la paz entre sus componentes en torno a un plan rupturista, independentista y capaz de competir con el voto social de Catalunya Sí Que Es Pot.

El equilibrio zen

La CUP puso a prueba su peculiar modo de trabajar estableciendo un método insólito para escoger los nombres de la lista por Barcelona. El secretariado de la formación surgido del consejo político celebrado en Castellón el 12 de julio –viernes antes del pacto la lista unitaria de Artur Mas y Oriol Junqueras– cambió el reglamento. Propuso a las bases una lista “plancha” con cinco nombres concretos para encabezar la candidatura de Barcelona que debía elegirse en unas primarias. Ese cambio de sistema y de reglamento levantó cierta polvareda interna pero, gracias al equilibrio entre los sectores, la sangre no llegó al río.

Los nombres de la lista, además de Antonio Baños, el número uno, son: Anna Gabriel, Josep Manel Busqueta, Gabriela Serra y Albert Botran, un exconcejal de Molins de Rei que conoce al dedillo la historia de la CUP.

Estos nombres fueron aprobados por el 67% de las 2.536 personas que votaron en las primarias celebradas en julio. Todos responden a un calculadísimo equilibrio de las entidades, grupos, familias, sectores y movimientos que convergen en la candidatura CUP-Crida Constituent. Figuran entre ellas Poble Lliure (donde se integra el MDT), Endavant, Arran –la cantera–, En Lluita o el insistente Corrent Roig.

Anna Gabriel, la número dos, es un nombre de peso dentro de Endavant, la Organització Socialista d'Alliberament Nacional, uno de los sectores que mayor ascendiete ha ganado en el entramado de la CUP; la cuatro, Gabriela Serra, fue la impulsora de Crida Constituent, y la número seis, Núria Campanera, forma parte del núcleo duro de Corrent Roig, la delegación catalana del LIT-QI que impulsa la Cuarta Internacional, trotskista.

Un programa duro

El programa de la CUP es contundente. "Es un programa plebiscitario que dibuja los pasos que habrá que dar: ruptura con el Estado español, ruptura con los dictados de la UE y la Troica, proceso constituyente popular y participativo y puesta en marcha de un plan de emergencia social que pare la miseria provocada por las medidas de austeridad", como se describe su extenso programa político.

Esta hoja de ruta se complementó con la Declaració de Ripollet, firmada el pasado 5 de septiembre con la que blanco sobre negro ponen al día el viejo principio de que "la independencia no se pacta, sino que se declara y se defiende".

Con este programa en la mano, la presión de las bases, las expectativas generadas y un proceso político que se vislumbra complicado, la CUP se afana para no ser indispensable para la mayoría absoluta independentista. En ese caso, le tocaría espolear el proceso, evitar que la lista de Junts pel Sí se entretenga y podría cubrirse con la capa de garante de los intereses de las clases populares y de los que quieren ir al grano. "Tenemos que ser un motor dinamizador", explican desde el comité de campaña.

Una idea que ronda el partido es rentabilizar al máximo los escaños indispensables para formar la mayoría absoluta. Es decir, cederán solo los diputados necesarios para construir mayorías absolutas independentistas en aquellas votaciones que no acaban de cuadrar con el programa de la CUP pero que comprometan en el procés en mayor o menor medida.

Así, no descartan utilizar la fórmula con que la izquierda abertzale vasca hizo aprobar el Plan Ibarretxecedieron un voto al frente favorable a la consulta. Ya lo han hecho antes. En la aprobación de la Declaración de Soberanía del Parlament del 23 de diciembre de 2013, un diputado de la CUP votó a favor y los otros dos se abstuvieron.

"El precio de la libertad"

Por otra parte, la táctica de la CUP justifica la contundencia de su discurso en el "poder de la desobediencia", a pesar de la respuesta previsiblemente dura del Estado. "Quizá hemos explicado que con la independencia todo irá mejor pero quizá no hemos insistido lo suficiente en que la libertad tiene un precio", recuerdan desde la sala de máquinas de la CUP.

Es el punto de partida para enfatizar que un "proceso de liberación nacional requerirá grandes dosis de resistencia civil y ciudadana ante los embates del Estado". Conscientes de esta posibilidad, la CUP se ve capaz de articular esa resistencia si las cosas van mal a partir del 28S, fiados en su capacidad de organización y reacción, acumulada en los movimientos y las protestas sociales.

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