Los partidos después del 27S (4)

PSC-2015

Crisis económica, crisis de la socialdemocracia, crisis de liderazgo, crisis de los partidos tradicionales, incapacidad de renovarse, indecisiones y golpes de timón en el debate soberanista, problemas internos en una estructura excesivamente controlada por el aparato del partido... Demasiadas crisis arreciando sobre el PSC. La tormenta ha resultado devastadora.

Hubo un tiempo –no hace tanto– en que los socialistas catalanes acumulaban la presidencia del Gobierno español, la presidencia de la Generalitat y un poder municipal colosal, encabezado por la alcaldía de Barcelona. En la central del partido, en la calle Nicaragua de Barcelona, se concentraba el poder político más importante de Catalunya. Nada se movía sin pasar por aquellos despachos. Una fortaleza de cuatro plantas donde se hacía y deshacía. Hoy, la sede de Nicaragua está en venta y el PSC pugna por sacar la cabeza en el pelotón de cola de las próximas elecciones al Parlament.

¿Cuándo se rompió esa hegemonía?

“No hay un momento, es un cúmulo de situaciones”, explica un dirigente histórico: “El PSC no supo nunca renovar su discurso. La sociedad iba cambiando y el partido no”. El primer secretario del PSC de Barcelona y número tres de la candidatura, Ferran Pedret Santos, admite que la acumulación de poder institucional polarizó en exceso la atención del partido. “Nos hizo perder reflejos para dedicarnos a las principales tendencias de los cambios sociales”, explica.

Uno y otro enumeran las mismas razones que han carcomido a los grandes partidos del Estado y que en el caso de los socialistas catalanes añade la necesidad de dar respuesta a un contexto nacional complicado.

Un reloj suizo

En el origen del partido está la explicación de su éxito, pero también buena parte de su complejidad. El PSC surgió en el año 1978 de la fusión de tres formaciones políticas, el PSC-Congrés, el PSC -Reagrupament y la Federació Catalana del PSOE. Con aquel pacto fundacional, el discurso socialista quedaba copado en Catalunya por una gran formación transversal: socialista y catalanista, pero del PSOE.

La operación fue un éxito. Rápidamente, el PSC tejería un entramado de poder municipal excepcional. Las cuatro capitales catalanas y la hegemonía en el cinturón rojo de Barcelona lo hacían casi imparable. A partir de 1982, con la primera victoria de Felipe González, quedó claro que era también imprescindible para abrir las puertas de la Moncloa.

Las famosas almas del socialismo catalán funcionaban como un reloj suizo. No solo eso. La extraordinaria potencia e implantación en las áreas con mayor densidad de población proveniente de la inmigración convertirían al PSC en un elemento clave para la integración social. Una pieza básica para explicar la evolución del país sin grietas.

No era fácil. Los equilibrios eran constantes. La influencia del PSOE condicionaba a menudo de manera excesiva la política del PSC en Catalunya. La situación presentó un grado de complejidad muy notable en el momento en que los votos de CiU en Madrid sostuvieron el gobierno González. El principal aliado en Madrid era el rival a abatir en Catalunya.

PSC 1997 Futur

Las contradicciones

Las auténticas contradicciones internas, sin embargo, llegaron al grado máximo con el primer tripartito. Con Pasqual Maragall. El nuevo Estatut se convirtió en un vía crucis para el PSC, que se veía obligado a rebajar en Madrid lo que pactaba en Catalunya con los socios de ERC e ICV.

El desgaste de aquel gobierno resonó en las urnas en 2006. El tripartito volvió a sumar, esta vez con José Montilla de President. Pero el PSC había pasado de los 52 diputados que había conseguido Maragall en 1999, a 37.

La tensión continuó con la larguísima espera de la sentencia del Constitucional como música de fondo. En los últimos meses de la legislatura llegó el recorte del TC y la primera gran manifestación, en julio de 2010, donde se pudieron escuchar silbidos contra el president Montilla. En las elecciones de aquel mes de noviembre, el PSC consiguió el peor resultado de su historia, con 28 diputados.

Demasiadas crisis

Desde entonces, la caída continua imparable. Los 20 diputados obtenidos en 2012 calcinaron al candidato Pere Navarro en tiempo récord. Pero todavía no habían tocado fondo. Hoy ninguna encuesta prevé que el PSC de Miquel Iceta pueda ni siquiera acercarse a aquel resultado.

A medida que se marchaban los votantes también han huido las famosas almas del partido. A golpe de exorcismo, las inquietas almas han mutado en movimientos o incluso en partidos nuevos, de incierto futuro en la órbita socialista. Algunos sacan hoy la cabeza en las filas de Junts pel Sí.

La crisis ha sido tan profunda que ni siquiera el aparato territorial ha resistido. La fuga de dirigentes locales y municipales se ha convertido en un goteo constante. Si en las municipales de 1983, el PSC llegó a concentrar el 40 por ciento de los votos, en las últimas elecciones locales ha reunido apenas el 17%. Hoy tiene menos de la mitad de concejales que hace 8 años (1.278 frente a los 2.570 del 2007).

Y, después del 27S, ¿qué? “Iceta es el último mohicano de la tropa de capitanes [dirigentes del aparato] -explica un exdirigente. Carme Chacón será la candidata a las elecciones generales, sin embargo, sus ojos y su casa, están en Madrid”. Según este análisis, el PSC tiene “una perspectiva difícil y complicada” para intentar remontar.

El futuro

Pedret no coincide con esta apreciación. “Somos un partido con resultados modestos pero grande desde el punto de vista de la organización”, asegura.

A partir de aquí, el PSC se tendrá que entregar a la “reconstrucción” de su base social. Ha de ser capaz de combinar la presencia institucional y la participación en las plataformas e iniciativas sociales más activas. "Gente hay", replica cuando se le pregunta sobre la necesidad de caras nuevas para impulsar este proceso de renovación.

Para él, el objetivo que se ha fijado el partido es suficientemente claro: “Nuestra gran ambición es volver a ser la gran formación política de las izquierdas de nuestro país”.

El 27S marcará, de nuevo, el punto de partida, pero los pronósticos de las encuestas prevén un proceso complicado en la calle Nicaragua. Hasta que llegue la mudanza...

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