Los móviles desaparecerán a partir de la próxima semana de la mesa del Consell Executiu. Esta ha sido la orden del president de la Generalitat, Pere Aragonès, que hizo saber el martes pasado a todos los consellers que no podían presentarse a la reunión con sus dispositivos móviles. No es la primera vez que desde el Govern se impone restricciones de este tipo. El pasado 24 de abril la consellera Laura Vilagrà exigió al ministro Félix Bolaños que no hubiera móviles durante la reunión que mantuvieron en el Palau de la Generalitat para abordar la crisis provocada por el escándalo de las escuchas con Pegasus. Fue un gesto de protesta de la consellera por el espionaje. Esta vez, sin embargo, no se trata de una mero gesto. Aragonès señaló dos razones para tomar esta decisión: espionaje y filtraciones de información.

La primera razón está vinculada con el uso de Pegasus, el spyware que infecta los móviles y no sólo permite acceder a toda la información que contienen sino que también posibilita activar el micrófono y la cámara del dispositivo en cualquier momento para captar sonido e imágenes. Precisamente, Aragonès ha sido una de las víctimas de este sistema de espionaje, tal como admitió la directora general del CNI Paz Esteban ante la comisión de secretos oficiales del Congreso antes de ser cesada en el cargo. De hecho, la vulnerabilidad de los móviles ha provocado que sea habitual en muchos países el veto a estos dispositivos en las reuniones gubernamentales.

Filtraciones

La segunda razón que argumentó Aragonès es de índole interna y se propone evitar las filtraciones durante la reunión del Consell Executiu. Desde el Govern se señala que las filtraciones a las que ser refirió el president eran las provocadas precisamente por el espionaje. Pero los presentes hicieron una interpretación bien diferente.

La última polémica a raíz de una filtración se produjo a raíz de la reunión que Vilagrà y Bolaños celebraron el pasado 22 de junio enla Moncloa. La noticia de que se tenía que celebrar aquella reunión se filtró a los medios 24 horas antes de que se produjera, y antes de que los dos gobiernos lo anunciaran oficialmente. Aragonès no escondió el malestar por la filtración.

Precisamente, aquella cita, que se celebró un miércoles, provocó una profunda irritación entre los socios de Junts, dado que no se les había comunicado aunque aquel lunes, habían mantenido la habitual reunión de coordinación entre los dos partidos que forman parte del Govern a la cual había asistido el president. Aragonès, sin embargo, no anunció el encuentro a los socios hasta el martes, cuando coincidieron en la reunión de Govern. Adelantó la información al vicepresidente, Jordi Puigneró, antes de entrar en la reunión. Acto seguido, lo comunicó al Consell Executiu. Minutos más tarde se filtró la noticia a los medios antes que los gobiernos hicieran el anuncio oficial.

Aquella situación dejó la mosca tras la oreja a los republicanos, que no dudaron en atribuir la filtración a Junts, aunque el medio que avanzó la información fechaban la noticia en primer lugar en Madrid. La filtración fue también objeto de comentario entre Vilagrà i Bolaños durante la conversación que, al día siguiente, mantuvieron en la Moncloa.

Todo ello, sin embargo, no fue incorporado a la explicación que Aragonès ofreció este martes a los consellers. Sencillamente el president les habló de espionaje y de filtraciones, lo cual no dejó de sorprender a los miembros del ejecutivo.