El comportamiento político de los catalanes, que tradicionalmente votan diferente en las elecciones catalanas y en las generales españolas, se había explicado durante las últimas décadas sobre la base de dos fenómenos: el voto dual y la abstención diferencial. A estas alturas del proceso independentista, quizás se puede decir que ambos conceptos también han pasado a la historia.

Este artículo introduce la hipótesis que el predominio de la agenda soberanista no sólo explica que la gente vote más en las elecciones catalanas, sino que también da lugar a un nuevo voto dual muy diferente, que no trasciende como antes la polarización sobre el eje nacional.

La abstención diferencial, es decir, la menor participación (especialmente de cierto perfil de votante) en las elecciones catalanas, la podemos dar por muerta desde el momento en que en los dos últimos ciclos electorales las elecciones catalanas registran más participación que las españolas. También, y especialmente, porque el pronóstico de una victoria unionista en caso de alta participación quedó completamente desmentido por el resultado del 27-S.

La aparición del fenómeno

Con respecto al voto dual, es un fenómeno de más largo alcance. Se basaba en la observación, anterior a 2011, de que CiU ganaba las elecciones catalanas y el PSC las españolas. Esta dinámica también se ha acabado porque el procés ha originado Junts pel Sí (JxSí) pero, sobre todo, porque el PSC es ahora un partido minoritario en todos los comicios y es En Común Podemos (ECP), quien se ha impuesto ya por dos veces consecutivas en las elecciones españolas.

Se podría decir que pese a todo los catalanes mantienen todavía un comportamiento muy diferente según el tipo de elecciones y que ni el proceso independentista ha cambiado eso. ¿Hasta qué punto es así? Es cierto que los resultados del 26-J son diferentes de los del 27-S, con una mayoría absoluta independentista en el Parlament que se diluye en las elecciones españolas. Sin embargo, aparece un fenómeno nuevo, muy interesante.

Votos agrupados por campos (derecho a decidir/unionistas)

Como se observa en el gráfico, la suma del espacio soberanista/derecho a decidir (ECP, ERC y CDC por un lado y JxSí, CUP y CSQP por otro) queda cerca del 57% y el espacio unionista (C's, PSC y PP) suma en torno a un 40%. Estos números son prácticamente los mismos en las elecciones catalanas y españolas. Varían las distribuciones dentro de los bloques y, en ambos casos, cambia la correlación de fuerzas, pero el espacio de cada bloque es casi idéntico.

La repetición de las elecciones españolas permite aventurar que eso no es flor de un día, sino que puede tener un significado más profundo. Básicamente porque se observa que desde el 20-D no se ha movido casi nada –fuera de la reubicación de los votos de Unió, más o menos repartidos entre los dos bloques.

Tenemos por tanto que, en las elecciones catalanas, el peso del bloque soberanista/derecho a decidir se sitúa invariablemente entre el 55% y 60% casi desde tiempos inmemoriales (de 1999 no tenemos datos pues ICV fue en coalición con el PSC). Al mismo tiempo, hacía dos décadas que los grandes partidos estatales se situaban entre el 50% y el 60% en las elecciones españolas.

Elecciones en el Parlamento por bloques 1992-2015
Elecciones en el Congreso por bloques 1993-2016

A la vista de estos datos, ya podemos concluir provisionalmente que el proceso soberanista ha acabado con fenómeno del voto dual. Sólo con los datos del 20-D podría plantearse si apenas era que el PSC estaba siendo sustituido por ECP como nuevo beneficiario del voto dual. Ahora me atrevería a decir, sin embargo, que ha nacido un nuevo voto dual de naturaleza muy diferente. Entre otras cosas porque no beneficia a ninguno de los dos grandes partidos estatales.

Se observa, en efecto, un evidente voto dual entre JxSí, CUP y ECP, y entre Cs, PP y PSOE. Pero ahora los trasvases entre los dos grandes bloques son imperceptibles. El voto dual de toda la vida (CiU-PSC) se explicaba por el predominio del eje nacional en las elecciones catalanas y el eje social en las españolas, de manera tal que un partido estatal podía ganar las elecciones en Catalunya sistemáticamente. Ahora es diferente. Quien gana hace bandera del referéndum de independencia, sin definir su voto ni a favor ni en contra.

El eje nacional domina

La hipótesis que quiero sugerir –los politólogos cuantitativistas tienen trabajo en este sentido– sería que el eje nacional se impone ahora también en las generales y genera este nuevo voto dual.

Este nuevo voto dual estaría condicionado de manera crucial por el proceso soberanista, de tal manera que los partidos estatales que forman el bloque unionista del 39% en las elecciones catalanas no es capaz de sumar más votos en las generales, como pasaba antes.

La tesis que se trata de un nuevo voto dual requiere asumir un dato que necesita confirmación: que en las próximas elecciones catalanas CSQP no arrastrará ninguna cantidad significativa de los votantes que han permitido a ECP ganar las generales por dos veces. De momento, sólo tenemos que en las encuestas publicadas CSQP no aparece con posibilidades, ni remotas, de ganar unas elecciones al Parlament.

Hay quien considera que la incapacidad del bloque soberanista para ganar las elecciones generales es una muestra de debilidad. Pero los datos expuestos en este artículo sugieren que el eje nacional también domina estas elecciones. Por lo tanto, si se confirma la aparición de este nuevo voto dual, la noticia sería que el soberanismo es más fuerte de lo que parece a primera vista.

Josep Costa (@josepcosta) es profesor asociado de Teoría Política en la Universidad Pompeu Fabra (UPF).