Casi ya no son noticia, no para que hayan dejado de ser importantes, sino porque van sucediéndose un día tras otro. El último caso de catalanofobia que se ha denunciado a las redes sociales, donde se ha hecho viral, ha tenido lugar en el País Valencià. El protagonista es el concejal de Compromís en el Ayuntamiento de Cabanes (Castelló), David Casanova, quien, según él mismo ha relatado en un hilo de Twitter, fue a un bar donde la persona lo atendió lo hizo de malas maneras y en castellano, evidentemente: "Llevo 23 años en Valencia y no quiero aprender un dialecto", le dijo el camarero. Ante este desagradable comentario, Casanova, que también es miembro de Plataforma per la Llengua, ha lamentado que, aunque se considera una persona respetuosa, cree que obligarlo "de malas maneras" a hablar en castellano es algo totalmente denunciable. Ante el alboroto que ha causado su publicación, el concejal ha querido aclarar que no está señalado ningún establecimiento en concreto, sino una realidad más amplía y que la crítica se dirige a un trabajador "maleducado y soberbio".

Malas reseñas

Ante esta crítica en Twitter, el perfil de la taberna, situada en Valencia, en Google Maps, donde los usuarios pueden dejar su opinión sobre los establecimientos de manera que sea pública, se ha llenado en pocas horas de comentarios muy negativos. Así, ya no hay reseñas sobre la calidad de la comida, sino sobre el hecho de que camareros, como denuncia Casanova, solo te atienden en castellano: "Te desprecian y no te quieren atender ni entender si les hablas en valencià. Concretamente uno de sus camareros. Me parece vergonzoso", dice uno de los comentarios, "solo hablan en castellano y de malas maneras", destaca otro. Algunos son más contundentes: "Es obvio que si pasamos cerca de este lugar, por sedientos o hambrientos que estemos, pasaremos de largo hasta que respeten la lengua de la tierra que les da de comer a ellos" o "Desprecio a la lengua cooficial por parte de un camarero, no me acerco aunque me muera de hambre. Ya está bien de supremacismo lingüístico", son otros ejemplos. Con todo, también hay otros clientes a quienes no les importa que los camareros solamente entiendan el castellano, han querido dejarles cinco estrellas y han lamentado la reacción del resto de usuarios.

No es la primera vez 

Aprovechando la ocasión, Casanova ha querido recuperar un artículo que escribió ya hace tres años donde denunciaba exactamente lo mismo que ahora: el hecho de tener que hablar en castellano en territorios catalanohablantes. Y lo hacía entonces poniendo el ejemplo de una horchata, que se pronuncia y se escribe de manera muy similar en las dos lenguas, aunque algunos no lo quieran entender: "Hace poco, en una terraza de Benicàssim, una camarera no entendía lo que era una 'orxata amb granissat de cafè'. Mi pregunta fue: ¿Tampoco lo hubiste entendido si te lo hubieron dicho en inglés?". En la misma línea, en el 2019 el político de compromiso se quejaba de esta forma: "Estoy ya harto de la gente que te llama maleducado para no claudicar ante todos estos castellanohablantes, venidos mayoritariamente otros territorios del Estado, y que no han querido aprender la maravillosa lengua que tenemos", reflexionaba, lamentando que personas que hace 40 años que viven en el País Valencià todavía le contestaban "no té entiendo" cuando él les hablaba en la lengua propia.