Han pasado casi dos meses desde las elecciones generales. Sin embargo, a pesar de la victoria solvente, los números siguen sin salir para la investidura de Pedro Sánchez. El pressing Rivera, por ahora, no ha dado ningún resultado. Tampoco la reedición de la mayoría de la moción de censura, con el PSOE y Unidas Podemos en posiciones muy alejadas. El principal obstáculo es la silla de Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros, la pugna entre gobierno de coalición-gobierno de cooperación. Ya llevan cuatro reuniones y no han acercado posiciones. Nadie se mueve. Sólo han conseguido reproches cruzados. El actual escenario aboca a una primera investidura fallida a mediados de julio, como la del mismo Sánchez en marzo del 2016. Los socialistas cuentan con ello si sirve para activar la cuenta atrás de los dos meses para la repetición electoral y añadir presión. Cada vez es más habitual hablar de septiembre entre pasillos.

Este mismo jueves se ha conocido que el presidente en funciones Pedro Sánchez y la presidenta del Congreso Meritxell Batet se reunirán el martes que viene para fijar una fecha para la investidura. Todo apunta hacia la segunda o tercera semana de julio, porque antes Sánchez tiene compromisos internacionales. Fuentes del PSOE remarcan que "con o sin apoyos en el mes de julio habrá investidura".

Es lo mismo que Sánchez trasladó a Pablo Iglesias en la reunión secreta de este martes a la Moncloa. Sin embargo, según los socialistas, el candidato a la investidura se encontró en frente un muro. "Pablo Iglesias no ha variado su posición manteniendo su exigencia de un gobierno de coalición. No ha descartado votar en contra de la investidura", aseguraban desde Ferraz.

Sánchez y Batet EP

Foto: EP

En cambio, desde de Unidas Podemos reprochan al secretario general del PSOE su ambigüedad. Este jueves incluso su portavoz en el Congreso, Irene Montero, ha denunciado que Sánchez trasladó a Pablo Iglesias que "prefería buscar el apoyo de la derecha", un extremo que después la portavoz Adriana Lastra ha querido desmentir. "No es así", ha asegurado. Les ha pedido que "aclaren si volverán a votar en contra de una investidura de un presidente de izquierdas". Como en 2016, está muy presente el escenario de una investidura fallida.

Hoy por hoy, descartado el escenario de una abstención de Ciudadanos para evitar más vínculos de los necesarios, el principal obstáculo para un gobierno de izquierdas es justamente la silla de Pablo Iglesias o miembros de su equipo en el Consejo de Ministros. Especialmente con los meses que vienen por delante, con la sentencia del Tribunal Supremo redactándose, los socialistas quieren evitar un pollo en la Moncloa apenas arrancada la legislatura. Para los socialistas sería un foco de inestabilidad innecesario.

A día de hoy, lo que es evidente es que a Pedro Sánchez la calculadora, el pactómetro, no le llega a los 176 escaños. Ni con abstenciones. De momento, no tiene ni los votos de Ciudadanos, ni los de Unidas Podemos, ni los del PNV, ni los de los independentistas catalanes y vascos (que tratarán de fijar posición en los próximos días). Por no tener, no tiene ni los dos votos de Coalición Canaria. Todo esto aboca a una posible investidura fallida el mes de julio, a la que el PSOE está dispuesto aunque diga que quiere formar gobierno lo antes posible. A partir de la primera votación se abriría un plazo de dos meses.

borrell cara GTRES

Foto: GTRES

Borrell "se queda"

En plena incertidumbre por la investidura, Josep Borrell ha aprovechado para anunciar que renuncia al acta de eurodiputado, a pesar de haber sido el cabeza de lista de la formación más votada el 26-M. La decisión ha sido consensuada con Pedro Sánchez. Lo ha justificado en la "incertidumbre" de la investidura, y ha culpado a Pablo Iglesias. "Pueden ser dos semanas o pueden ser tres meses", ha criticado. Ante este escenario, Borrell ha considerado que no sería razonable dejar "vacante" la plaza de ministro de Exteriores, que seguirá ejerciendo.