El primer ministro belga, Charles Michel, ha avisado hoy de que su única interlocutora en la crisis política catalana "es a España" y que su Gobierno no interferirá en el proceso judicial abierto a Bélgica para decidir sobre la extradición de cuyo president Carles Puigdemont ha dicho que "tiene que responder de sus actos" ante la Justicia.

"El señor Puigdemont es un ciudadano europeo que tiene que responder de sus actos, como cualquier otro ciudadano europeo, con derechos y obligaciones. Sin privilegios, ni como un subciudadano'", ha expresado Michel en una comparecencia ante la comisión de Interior del Parlamento belga.

"La cuestión judicial en Bélgica será tratada como un asunto judicial y no como un asunto político", ha añadido, para recalcar la separación de poderes y recordar que serán los tribunales y no el Gobierno los que tendrán la última palabra sobre las cinco euroórdenes emitidas por la Audiencia Nacional contra Puigdemont, Toni Comín, Lluís Puig, Clara Ponsatí y Meritxell Serret.

El primer ministro ha tenido que hacer frente además de una docena de preguntas de diputados de diferente signo que le han reprochado su gestión de una situación que ha tirado las relaciones con España y que ha afectado su propio Gobierno, cuya coalición encuentra apoyo en otros tres partidos flamencos, incluido el nacionalista flamenco N-VA, primera fuerza en las últimas elecciones.

Discreción

Michel ha querido dejar claro que su Ejecutivo "no tomó ninguna iniciativa" para facilitar la llegada del presidente y de cuatro de sus consellers y conselleres en Bruselas y ha subrayado que Puigdemont escogió esta destinación como "capital europea".

Además, ante las polémicas declaraciones de su secretario de Estado de Inmigración, Theo Franken, abriendo la puerta a un posible asilo para el catalán en Bélgica, Michel ha resuelto la cuestión asegurando que esta cuestión no está en la agenda del Gobierno y que Puigdemont ha indicado que tampoco es su intención presentar ninguna petición de momento.

El primer ministro también ha reconocido que preguntó a sus ministros "discreción" cuándo supo de la "posible llegada" de Puigdemont en Bruselas, pero que no lo hizo "para la eternidad", sino hasta aclarar las razones por las cuales el president contaba con viajar a la capital belga.

"Hay una crisis política en España y no en Bélgica. La crisis se sitúa en España y no en Bélgica", ha insistido, ante las preguntas de varios diputados que le han reprochado que deje el "altavoz" del Gobierno sobre esta crisis en manos de los ministros de lo N-VA, entre ellos el de Interior, Jan Jambon, crítico con el gobierno de Mariano Rajoy por la entrada en la prisión de parte del Gobierno destituido.