Los resultados del 20D dejaron claro que existen dos almas en Podemos –o incluso cuatro: las que ganaron en las elecciones municipales y autonómicas por todo España y las que representan Ada Colau, Mònica Oltra y Xosé Manuel Beiras después de las elecciones generales–. Sin las coaliciones de Podemos en Catalunya, Comunidad Valenciana y Galicia Podemos se quedaría con 42 diputados, rozando con Ciutadans que ha obtenido 40 escaños.

Con el Podemos que representan estos 42 diputados, los barones socialistas no tienen ningún problema para pactar: permitieron la formación de los gobiernos de Extremadura, Castilla-La Mancha y Aragón después de las elecciones del 24 de mayo. Así se han pronunciado Ximo Puig, presidente de la Comunidad Valenciana, y Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, que se habían declarado partidarios de no retrasar el Congreso que puede fulminar a Pedro Sánchez como secretario general del PSOE.

En Extremadura, Podemos aceptó votar a favor de la investidura de Guillermo Fernández Vara después de que éste asumiera un decálogo de diez medidas centradas en política social, como renta básica, vivienda digna, dependencia, participación ciudadana o posicionamiento claro en contra del TTiP.

En el caso de la Junta de Castilla-La Mancha, la formación de Pablo Iglesias facilitó una investidura in extremis de Emiliano García-Page –sin la formación lila no sumaba contra el PP, que ganó en las elecciones–, a cambio de que se aviniera a garantizar suministros a personas afectadas por la pobreza energética, crear un programa de becas comedor también en verano y desayunos escolares para combatir la pobreza infantil, hacer una auditoría en las cuentas de la comunidad, publicar la ejecución de los presupuestos, reducir el mínimo exento del impuesto del patrimonio y ampliar servicios a las personas con situación de dependencia, entre otros.

En Aragón, Podemos también era imprescindible para evitar la reedición de un gobierno del PP, y por eso Javier Lambán aceptó las condiciones de Pablo Echenique, que incluían, por ejemplo, elaborar una ley contra la corrupción y el clientelismo, fórmulas para frenar los desahucios y otros procedimientos para actuar contra la emergencia social.

Nada de referéndums independentistas. En sus programas no había referencia tampoco a consultas de otro tipo. De hecho, Podemos ha recorrido un tortuoso camino hasta incluir el referéndum en Catalunya en su programa a las elecciones generales.

Pero después de los malos resultados de Catalunya Sí que es Pot en Catalunya y la bajada de Podemos en las encuestas, Pablo Iglesias ha optado por aceptar la complejidad territorial en el interior de su partido e incluso los liderazgos compartidos. Y ha sido la clave de su éxito. Por eso hace falta que haga funcionar esta complejidad como un reloj suizo, y hacer los equilibrios necesarios para mantenerla. Paradójicamente, esta fue la fórmula de éxito de los socialistas hasta que se convirtieron en lo que ahora recela de las dos almas de otro partido.