La reforma horaria requiere su tiempo. Así lo ha podido constatar este martes la Mesa del Parlament que ha tenido que bregar con las dificultades que comporta la incorporación de nuevos horarios a la dinámica parlamentaria. Y ha acabado más tarde de la cuenta.

Las novedades horarias afectan a la organización de los plenos del Parlament y, de manera especial, a la pausa para la comida y a la hora de cierre. Al mediodía el pleno se suspenderá entre las 13,30 —o antes, pero no más tarde— y las tres de la tarde. Es decir que, en vez de dos horas para comer, habrá una hora y media.

Media hora antes

Eso ha provocado el primer debate, dado que recortar media hora el paro del mediodía obligará a los servicios de la Cámara a adaptarse también a este nuevo horario: los trabajadores del Parlament tendrán que incorporarse media hora antes. ¿De qué manera se compensa eso? Si los servicios de la Cámara avanzan media hora su horario, ello comportará que dependencias como el registro cerrarán a las 18,30, con la complicación que eso representa incluso para personas ajenas a la Cámara que tengan necesidad de algunos de estos servicios.

La hora prevista para acabar el pleno sería las siete de la tarde. También eso provoca debates teniendo en cuenta que, por ejemplo, la dinámica habitual de trabajo se inclina a alargar las reuniones y acabar el pleno más tarde si eso permite a los diputados —especialmente los que no viven en Barcelona— no tener que volver al día siguiente.