Antoni es de Barcelona, es empresario, tenía unas reuniones en Madrid y ha aprovechado para presentarse en el Supremo a ver el juicio al procés. Ha venido con su hijo, Sergi. Antoni lleva un lazo amarillo a la solapa. En la cola se ha encontrado con Montse, de Gurb, que es profesora universitaria, y con Maite, que es funcionaria. Los tres han llegado alrededor de las 8 y media.

No han podido evitar la sonrisa irónica cuando el policía que controla el acceso les ha explicado porque les hacían entrar en grupos de 10 en 10. "Tienen que entrar en grupos pequeños para que no se organice un tumulto dentro", ha argumentado.

Una vez dentro, esperan en el final de la cola, donde hoy se ven muchos lazos amarillos e incluso alguna camiseta reivindicativa. Se les añade Annunziata, que es italiana y está casada con un catalán de Berga.

Al entrar en la sala ven a los presos en sus sitios. Alguien se acerca a Oriol Junqueras para felicitarle el cumpleaños y este lo encaja con una sonrisa. "Ya ves, 50 años"!.

No reconocen a ningún conseller del Govern, porque no hay ninguno en la sala. El miércoles tampoco había ninguno. Ni el martes. Poco a poco, el juicio se ha ido normalizado como un elemento más de la vida política. Hay momentos, en el último tramo de las tardes, en las que en la primera fila del público, reservada a las autoridades, no hay absolutamente nadie.

Pero para la gente que acude a la vista pública la entrada en la sala nunca deja indiferente. "Parece que entres en el siglo XIX", comenta un hombre sólo sentarse.

El público ha podido observar cómo transcurrían las declaraciones de los policías que participaron en las entradas en diferentes escuelas de Barcelona el 1-O. Se ha escuchado algún comentario sorprendido de que Vox preguntara si había lazos amarillos -cuándo los lazos denuncian la existencia de presos políticos a partir del 16 de octubre-; pero el rumor más contundente se ha escuchado cuándo un testigo que acababa de denunciar que les habían lanzado objetos ha tenido que reconocer a preguntas del presidente de la sala, Manuel Marchena, que en realidad no lo había visto.

Los testigos han insistido en describir la resistencia con que chocaron en los colegios. Han hablado de insultos, de paraguas, empujones... incluso han señalado a un grupo de personas con pasamontañas. Se ha hablado de barricadas hechas con material escolar y, de nuevo, ha aparecido alguna muralla. Los agentes han denunciado, como los últimos días, inactividad de los Mossos.

El rosario de testigos se ha cortado a las 12 del mediodía. A aquella hora se había convocado reunión de la Junta Electoral, del cual forman parte dos miembros del tribunal. Cuando a las cuatro se ha retomado la sesión Montse y el Annunziata volvían a estar entre el público.