Hay una máquina recreativa infantil cuyo objetivo es aplastar topos con un martillo. La dificultad del juego radica en que los topos aparecen cada vez más rápido, de manera que el jugador llega un momento en que no da abasto y debe darse por vencido. A algo así parece haber empezado a jugar el rey emérito Juan Carlos I, a quien le afloran los topos a mucha más velocidad de la que es capaz de intentar aplastarlos con un martillo insuficiente.

Así, después de que la semana pasada afloraran millones descontrolados en Suiza y se supiera de cacerías de maletines en Kazajistán, hoy el rey ha intentado tapar lo de Jersey, la supuesta fortuna oculta en esta isla anglonormanda conocida por su versatilidad financiera además de por dar nombre a una prenda de vestir. Según ‘El Mundo’, el emérito se ha pronunciado para negar tener dinero en Jersey. Eso sí, lo ha hecho por vía persona interpuesta a través de un supuesto ‘entorno’.

Pero mientras Juan Carlos hace saber que no es el propietario de ningún vehículo financiero con sede en las islas del Canal de la Mancha y que bajo ningún concepto ha ordenado movimientos bancarios con fondos fuera de España en tiempos recientes, de golpe le sale otro topo escurridizo, 6,5 millones de euros aparecidos en Suiza.

El primo Álvaro

Así lo cuenta hoy El Confidencial’, que explica como la Fundación Zagatka, dirigida por el primo Álvaro de Orleans-Borbón, registró hasta cinco ingresos de procedencia desconocida en una de las ocho cuentas que llegó a tener en Credit Suisse, por un valor conjunto de 6,5 millones de euros.

En concreto, según el medio citado, alguien transfirió desde el anonimato 5,5 millones de euros en diciembre de 2008 como colofón a una serie de transferencias de origen oculto que incluían cuatro pagos precedentes a razón de 250.000 euros cada uno, es decir, otro millón más en el saco. Total, 6,5 millones.

El mismo medio indica que ese dinero quedó depositado en una de las ocho cuentas que tuvo Zagatka en Credit Suisse y su uso no fue otro que el pago de vuelos privados y otros gastos del Rey emérito, algo que, por lo menos, resuelve la incógnita de cómo se pagaba Juan Carlos su tren de vida. Por lo menos parece ser que parte de ello no salía de fondos públicos, algo es algo.

En todo caso, aquellos ingresos no encendieron ninguna luz de alarma en Credit Suisse, que no alzó la voz hasta 2015, cuando invitó a Zagatka a cambiar de entidad financiera, cosa que Orleans-Borbón no dudó en hacer, pasando a trabajar desde entonces con Lombard Odier, otra entidad financiera con sede en Ginebra.

Aplastar un topo

A medida que afloran nuevas revelaciones sobre las supuestas corruptelas del emérito, parece que a Juan Carlos se le acaba el tiempo. Mientras en España ya se le investiga por tres cuestiones diferentes, el cerco suizo se estrecha al tiempo que no paran de aflorar nuevos millones opacos. Negar lo de Jersey no es más que aplastar un topo mientras aparecen muchos más. ¿Cuando se dará por vencido?