Volver al trabajo para romper la rutina. Parece el mundo al revés, pero es la realidad que ha vivido hoy Jordi Cuixart, que después de 850 noches entre rejas ha disfrutado de su primer día de permiso para salir a trabajar y hacer voluntariado fuera de la prisión. Han sido nueve horas y media, durante las cuales ha empezado a recuperar el día a día en su empresa, Aranow Packaging Machinery, que fundó él mismo en el año 2003 y que se dedica a fabricar maquinaria para envasar productos.

Tocadas las ocho de la mañana, después del primer recuento de reclusos, la reja de Lledoners se ha abierto para el presidente de Òmnium Cultural. Ha salido sin vigilancia policial, como determina el artículo 100.2, que es el que le ha permitido acceder al permiso. Fuera le esperaba en un Seat azul un compañero de la entidad, que lo ha conducido hasta el polígono industrial Mas d'en Cisa de Sentmenat. El trayecto por carretera ha durado en torno a una hora. Poco después de las nueve, otra valla metálica se abría, ésta la de la puerta de la fábrica. Detrás, los trabajadores de la nave esperaban como agua de mayo la llegada de su director.

Bajo un solo radiante, Cuixart ha bajado del coche con decisión, se ha enfundado la americana y ha dibujado una sonrisa que ya no se le borraría. Ha entrado alzando los brazos ―al estilo de los futbolistas cuando salen del campo entre aplausos del público―: "Buenos días, familia". Dentro, se ha deshecho en abrazos con todos los compañeros. El primero, su socio. Diestro en el don de la palabra, el dirigente independentista llevaba un mensaje en mente. Corto, emotivo, enérgico.

Cuixart llegada - M.F.

Una rendija de libertad de 9,5 horas

"Dije que volvería y hemos vuelto". Así ha arrancado su primer discurso público al aire libre. Dicho esto, ha agradecido a los trabajadores "el currazo" de haber sacado adelante el negocio durante sus dos años y tres meses de encarcelamiento. Consciente de que por la noche volvería a la prisión, se ha comprometido a "seguir luchando por sacar adelante la empresa y trabajando también por la libertad y la amnistía". Como buen jefe, ha concluido con un "todo el mundo hacia dentro a hacer máquinas".

En la fábrica se ha estado hasta las dos del mediodía. Después de comer, se ha desplazado hasta una entidad social, que ha pedido mantenerse en el anonimato, dedicada a personas con riesgo de exclusión social para desarrollar tareas de voluntariado durante un par de horas más. En total, una rendija de libertad de nueve horas y media.

A las ocho de la noche los funcionarios de Lledoners hacen el último recuento de internos del día. Una noche más, volverán a contar a Cuixart. A partir de ahora, el líder de Òmnium repetirá esta rutina cada día, de lunes a viernes. De la celda a la fábrica, un camino de ida y vuelta.