Con un enérgico "¡buenos días, familia"!, Jordi Cuixart ha saludado al numeroso grupo de trabajadores que lo esperaba en la entrada de su fábrica, Aranow, de Sentmenat. Pasaban unos cuantos minutos de las nueve de la mañana cuando desde el otro lado del umbral de la puerta metálica de la nave ha llegado un Seat azul. De dentro ha bajado, sonriendo, el presidente de Òmnium Cultural, que se ha enfundado la americana y ha entrado decidido a abrazar a sus compañeros.

Una vez los ha saludado uno a uno, les ha dirigido unas palabras. "Dije que volvería y hemos vuelto", así ha arrancado su primer discurso público fuera de prisión, que ha durado un minuto y medio. Emocionado, Cuixart ha dado las gracias a los miembros de la empresa por haber sacado adelante el negocio durante estos dos años y tres meses de encarcelamiento. "Sabéis que vuelvo esta noche a la prisión", ha lamentado, pero ha añadido que "ha sido muy potente" poder sentirse "tan acompañado" por todos ellos. "Os quiero muchísimo".

Tirando de su ADN activista ha recordado como "el compromiso empresarial es también compromiso social". En este sentido ha celebrado que "después de tantos años" hoy recoge los frutos del trabajo en equipo. Y que la razón de ser de su empresa es "trabajar por las personas, humildemente, discretamente, sacando adelante puestos de trabajo".

A pesar de saber que por la noche volverá a la prisión, se ha comprometido a "seguir luchando por sacar adelante la empresa y trabajando también por la libertad y la amnistía". Como buen líder, ha concluido con un "todo el mundo adentro a hacer máquinas", después del cual los trabajadores se han fundido en un sentido aplauso.

Hoy es el primer día que Cuixart puede disfrutar de su permiso de trabajo, a través del artículo 100.2 del reglamento penitenciario, del cual también se beneficiarán Sànchez i Forcadell. Por la noche volverá a dormir en Lledoners. Y mañana por la mañana podrá volver a la fábrica.