¿Qué es socialismo? Le preguntaron a Felipe González. "Socialismo es lo que hacemos los socialistas", respondió el entonces presidente español, y se quedó tan ancho. La pregunta venía a cuento porque su Gobierno, supuestamente de izquierdas, había adoptado reformas económicas más propias de la derecha, como por ejemplo las privatizaciones de empresas públicas que hasta entonces solo Margaret Thatcher se había atrevido a llevar a cabo. La frase de González tuvo un efecto bumerán, porque cuando estallaron los escándalos de corrupción y guerra sucia los adversarios del PP repetían la frase una y otra vez.

Ahora lo que hacen los socialistas ya no son políticas de derechas sino asegurar que la derecha se mantenga en el poder. Finalmente los socialdemócratas alemanes han vuelto a claudicar y darán apoyo a un gobierno presidido por Angela Merkel. En Francia el socialista François Hollande incorporó a un hombre de la banca Rothschild a su gobierno para entregarle a continuación las riendas de la República y Emmanuel Macron aplica con rigor el programa económico más conservador en décadas. Y en España los socialistas se han entregado en cuerpo y alma al gobierno más conservador, autoritario y —presuntamente— corrupto de los últimos cuarenta años.

Y eso ocurre cuando todas las estadísticas registran un aumento de las desigualdades por todo el continente y, tal y como ha descrito Thomas Piketty, una concentración de la riqueza en una oligarquía que para defender sus intereses necesita gobiernos cada vez más autoritarios.

Ahora lo que hacen los socialistas ya no son políticas de derechas sino asegurar que la derecha se mantenga en el poder

Si los socialistas europeos no son capaces de proponer alternativas a la ortodoxia económica conservadora, renuncian a presentarse como una opción de cambio y, por lo tanto, no generan ninguna esperanza de mejora en las clases menos favorecidas, la pregunta que corresponde hacer ahora es: ¿para qué sirven los socialistas?.

Una parte de la respuesta la encontramos en Italia, donde las últimas elecciones han dado lugar a una fuerte polarización del mapa político entre movimientos que más allá de sus programas, han conectado mejor que los partidos del establishment con las comprensibles ansias de cambio del electorado. Este es el fruto de la claudicación socialdemócrata, un cambio de paradigma político que gira constantemente hacia la derecha.

El aumento de las desigualdades está proletarizando de nuevo las clases medias europeas cada vez más seducidas por grupos considerados antisistema que, de hecho, plantean una nueva lucha de clases y nuevas preguntas: ¿a quién sirven los socialistas? Si Rosa Luxemburg levantara la cabeza...