Con su presencia, primero, y con su discurso, después, Joaquim Forn ha hecho derramar más de una lágrima. Una vez finalizado el plenario de constitución del Ayuntamiento de Barcelona, un vehículo policial se lo vuelve a llevar camino de Soto del Real. Antes, sin embargo, ha tomado posesión de su cargo de concejal, que durante tantos años había ostentado, y se ha dirigido a los barceloneses.

Mientras avanzaba hacia el atril del Saló de Cent, Forn ha sido largamente ovacionado. Ya delante del micrófono, ha querido empezar con un sentido recuerdo por sus compañeros tomados y exiliados. Hacía dos años que no pisaba el Ayuntamiento, "hoy vuelvo a entrar, no lo hago como hubiera querido, en libertad, como cualquiera ciudadano, pero sí que me acompaña el sentimiento y la satisfacción del deber hecho, a pesar del alto precio que estoy pagando, vuelvo al Ayuntamiento lleno de satisfacción y las convicciones firmes".

Forn ha explicado porque los cinco concejales de Junts per Catalunya han votado a favor de Ernest Maragall, "ha sido la lista más votada y es una de las candidaturas con quien tenemos más puntos de acuerdo programático sobre el modelo de ciudad". Hecho el apunte, ha dedicado una serie de reproches a Ada Colau, recriminándole que "ha cometido un gran error al no respetar la lista más votada". Y ha añadido: "Usted sabe tan bien como yo que responde a una operación política, dirigida por quienes a usted le gusta llamar los poderosos, usted ha sido el instrumento útil de estos poderosos a quienes tanto le gustaba criticar cuando estaba en campaña electoral".

Pero a pesar de las críticas, Forn ha acabado con "un mensaje en positivo". Ha lamentado "el desprecio" de los comuns "hacia mi partido", porque "no es la actitud responsable de una alcaldesa que tiene que gobernar para todos". Por eso, ha dirigido un mensaje "para todos, también para mi grupo político: solo podremos afrontar los retos que tenemos como ciudad, y como país, si somos capaces de superar determinadas actitudes negativas, determinadas barreras mentales y partidistas que nos impiden llegar a grandes acuerdos".

El Ayuntamiento de Barcelona es su casa, es su espacio natural. Ha sido cargo electo durante años hasta que Carles Puigdemont le llamó para asumir el cargo de conseller de Interior. Una decisión que le ha llevado a la cárcel.