Después del fracaso de julio, la izquierda española declaró un alto el fuego para el mes de agosto. El objetivo era el de analizar la situación. En las últimas semanas sólo se ha producido un contacto: un whatsapp de Pedro Sánchez a Pablo Iglesias para felicitarle por el nacimiento de Aitana, su tercera hija. Pero nada más que eso. Las dos formaciones quedaron en hablar en septiembre, pasadas las vacaciones, y así lo hicieron este jueves por la tarde. Los equipos negociadores se encontraron en una sala del Congreso de los Diputados, pero el resultado no fue satisfactorio. Hoy España está más cerca de una repetición electoral el 10-N que de una investidura antes del 23-S, cuando expira el plazo. Las caras eran largas.

Fueron casi cinco horas encerrados en una misma sala. En un lado de la mesa, Carmen Calvo, Adriana Lastra y Maria Jesús Montero; en el otro, Pablo Echenique, Ione Belarra, Jaume Asens y otros representantes del grupo confederal. A pesar de la duración, no hubo ningún avance, sino más bien retrocesos. Unidas Podemos reculó hasta la última oferta de coalición que habían hecho los socialistas en julio. El PSOE se fue casi hasta junio, con el "gobierno de cooperación" sin sillas en el Consejo de Ministros. Personas presentes en el encuentro no podían esconder su desconcierto y su incredulidad.

Las posiciones, que traspasan el terreno político para adentrarse también en el de la confianza personal, están muy enrocadas. En Ferraz, lo que servía a finales de julio --un gobierno de coalición con vicepresidencia incluida-- no sirve a principios de septiembre. "Lo rechazado, rechazado queda", insisten los socialistas. En su momento tampoco se habían sentido muy cómodos cediendo sillas del Consejo de Ministros a los de Pablo Iglesias. Temen un gobierno paralelo, una caja de resonancia partidista. Por su parte, el entorno de Iglesias denuncia que Sánchez ya está de precampaña. "Lo que nos transmiten es: o gobierno en solitario a pesar de no tener mayoría absoluta o elecciones", sintetizaban fuentes de Podemos después de la reunión. Les molestó especialmente el acto "electoral" del secretario general del PSOE para presentar sus 370 medidas.

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Ahora mismo, sobre la mesa, hay principalmente dos opciones para evitar las elecciones. La primera es que los socialistas acaben cediendo a última hora a favor de un gobierno de coalición, como ya pasó el pasado julio después de la renuncia de Iglesias. Una parte de Podemos confía en ello y por eso apuesta por mantener el pulso hasta el final. La segunda es que sea Pablo Iglesias quien acabe aceptando el ofrecimiento de Pedro Sánchez aunque entierre la coalición. Son proclives a ello importantes sectores, como las confluencias o Izquierda Unida. Han defendido internamente estas posiciones después del fracaso del primer debate de investidura.

Los caminos del medio hoy por hoy parecen tener el paso cerrado. Podría haber una tercera opción para parar el 10-N, si no fuera porque el PSOE ha cerrado la puerta. Es la de la abstención gratuita, sin acuerdo entre las dos fuerzas. Fue apuntada por Yolanda Díaz, de Galicia en Común, que avisó: "Si nosotros entregamos los votos gratis a Pedro Sánchez es más que probable que le dificultemos extraordinariamente su acción de gobierno". No sería una mala opción para Pablo Iglesias, que evitaría unas elecciones con malas perspectivas y tendría al ejecutivo controlado. Eso es justamente lo que no quieren los socialistas: un gobierno inestable que pueda caer en cualquier momento. Si hay un acuerdo, es para tener controlada a Unidas Podemos. Si no, prefieren ir a elecciones. Bien controlados o a las urnas.

La opción que también toma forma es la vía Rajoy, que el gallego inventó: después de la ronda de consultas con el Rey, rechazar la candidatura por falta de apoyos. Desde el fracaso de la primer debate de investidura, Pedro Sánchez ha venido insistiendo en que sólo se presentará con un acuerdo atado, con los apoyos garantizados. Ahora mismo es evidente que no los tiene.

Paradójicamente, al PSOE sólo le faltan los votos de Unidas Podemos. Aunque hace mes y medio Gabriel Rufián advertía que "septiembre lo complica todo", el jefe de filas de ERC en Madrid ha vuelto a mostrar su predisposición. También lo ha hecho el PNV. Este hecho, especialmente de los republicanos, ha levantado ampollas en Podemos. No en balde, Moncloa lo está utilizando en su estrategia de pressing. "Es el único grupo que falta para subirse", decía la portavoz Isabel Celaá después del Consejo de Ministros de este viernes.

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Sea como sea, el reloj de la repetición electoral --como ya tuvo lugar en 2016 ante la negativa de Sánchez de investir a Rajoy-- ya está en marcha. Quedan justo dos semanas para que finalice el deadline del 23 de septiembre, cuando se disolverían automáticamente las Cortes españoles y se iniciaría el camino hacia las elecciones del 10 de noviembre. El tiempo aprieta, y más cuando sería necesaria una segunda votación. En la Zarzuela apurarán al máximo antes de convocar la preceptiva ronda de consultas.

Garantías sobre Catalunya

Una carpeta vuelve a marcar las negociaciones entre las dos formaciones, como ya lo ha hecho desde el 28-A: el dosier catalán. En Ferraz ya se las ven venir, primero con la Diada el próximo miércoles y después con la sentencia del Tribunal Supremo, que calculan que llegará la primera quincena de octubre y que será el carburante para reavivar el independentismo institucional y civil. Por eso los socialistas, que no se fían ni un pelo, piden garantías por escrito de que no discreparán de la posición del PSOE en este conflicto, según informa La Vanguardia. No les basta con los compromisos verbales de lealtad que ha ido haciendo Pablo Iglesias desde julio en varias ocasiones. Quieren un "gobierno fuerte", sin resquicios, no paran de insistir.

Elecciones complejas

Con la sentencia del Tribunal Supremo a punto de salir del horno, sin duda que la repetición electoral es un terreno muy peligroso, aunque el PSOE pueda salir ganando en número de escaños. Las tres derechas ya se están preparando para intentar conseguir la suma que no consiguieron en primera vuelta. Sin ir más lejos, Vox ya se ha abierto a una posible España Suma en circunscripciones con pocos escaños, para maximizar la representación del trifachito. El 23 de septiembre acabaremos de salir de dudas.