Es la investigación más completa y contextualizada, hasta ahora, de los atentados del 17 de agosto en Barcelona y Cambrils. Fernando Reinares y Carola García-Calvo firman en 'Spaniards, You Are Going to Suffer': The Inside Story of the August 2017 Attacks in Barcelona and Cambrils ("Españoles, sufriréis': La historia reservada de los atentados de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils"), la historia de los hechos, protagonistas y circunstancias de los ataques yihadistas que dejaron un parte de 24 muertos, incluidos ocho terroristas, y unos 140 heridos de 35 países, además de extender la negra niebla del terror entre los ciudadanos, ya sacudidos por los atentados precedentes en París, Niza, Bruselas o Londres.

La investigación la ha publicado este miércoles CTC Sentinel, la revista del Centro de Lucha contra el Terrorismo de West Point.

Reinares y García-Calvo son dos conocidos especialistas en yihadismo del Real Instituto Elcano, el think tank oficial del Estado español. Se nota. Escriben con pericia y, sobre todo, aportan nuevos datos, procedentes de la instrucción judicial, de otras fuentes documentales y de entrevistas con nueve responsables de los cuerpos de seguridad y de la lucha antiterrorista.

También le dan un sesgo peculiar, especialmente en "Lecciones aprendidas", el capítulo final. Los autores, pese al magnífico trabajo de documentar las afirmaciones con referencias precisas o datos concretos, se descuelgan de repente diciendo que "su creencia (belief) es que las tensiones secesionistas en una Catalunya altamente dividida y polarizada —donde los partidos independentistas que controlan el ejecutivo autonómico han adoptado posturas desafiantes hacia el gobierno central de España—, han complicado la cooperación antiterrorista entre Mossos y policías estatales".

Es una creencia que no sostienen con un solo hecho ni dato y que aparece como una de las grandes explicaciones de todo. Sobre todo porque "los independentistas que controlan" dirigieron la respuesta policial al atentado que ha sido elogiada por medio mundo. Todo lo contrario que la confusa actuación del gobierno español, con Mariano Rajoy y el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, al frente. Seguramente no quieren dar gato por liebre. Queda, sin embargo, un malestar: ¿entonces, qué pinta esta creencia, aquí? Hace ruido. Es como encontrarse un reloj que no es tuyo en la mesilla de noche. Es el peor momento de la pieza.

Desaciertos objetivos

Antes ya dejan ver algún detalle en este línea. Cosas menores. La tendencia a nombrar a los Mossos d'Esquadra junto a sus desaciertos objetivos (el retraso en ver la punta terrorista tras la explosión de Alcanar, o el defectuoso control de la Diagonal que Younes Abouyaaqoub atravesó...), como quién lo quiere destacar, mientras hablan de "policías" u otros términos genéricos al tocar a la Policía Nacional o a la Guardia Civil, pesar a su escasa intervención en aquellos episodios.

También destacan las "deficiencias de coordinación" y el "pobre" y "limitado" intercambio de información entre policías... pero ni una palabra sobre una de las principales fuentes de este desbarajuste: la exclusión de los Mossos del sistema de información Europol decidida por el Ministerio del Interior, que, en cambio, sí ha incorporado a la Ertzaintza.

Son hechos muy conocidos. Ayudan a explicar, por ejemplo, que un agente de los Mossos no pudiera dar ninguna información sobre Abdelkabir Es Satty, el imán de Ripoll, al policía belga, conocido suyo de un seminario, que lo contactó en privado. El agente belga había sido alertado por el imán de la mezquita local, donde Es Satty se había presentado pidiendo trabajo y había levantado sospechas.

Reinares y García-Calvo dedican dos largos párrafos a explicar este incidente, describiéndolo como "un ejemplo de los bienintencionados pero defectuosos intercambios entre policías, que impidieron a los Mossos y a los servicios de seguridad del Estado practicar el oportuno escrutinio de Es Satty, que quizás habría evitado la formación de la célula de Ripoll".

Precursores para explosivos

Los autores señalan la desidia del ministerio y la poca maña de las policías al aplicar la normativa de la UE que restringe y controla la venta de precursores químicos para explosivos. No dicen nada, pero del deficiente control de los viajes al extranjero de los terroristas —tarea, por| cierto, que no corresponde a los Mossos.

Tampoco dedican ni una línea a la ejemplar gestión informativa de los atentados y de la operación policial, factor de primer orden para rebajar el miedo que los terroristas quieren extender. No se lee ninguna referencia a la coordinación sanitaria, la Guardia Urbana o a los mil gestos de solidaridad activa de aquel día fatal —los taxistas ofreciéndose a evacuar a los heridos, entre otros.

Los nuevos datos que desvelan indican que la acción de los terroristas podía haber sido mucho más sangrante (hablan de atacar la Sagrada Familia o el Camp Nou) y haber afectado a otras ciudades europeas, como París (se les intervino un vídeo de la torre Eiffel, grabado en uno de sus viajes a la capital francesa). Su chapucería empujó a los yihadistas a improvisar las matanzas: el chalet de Alcanar que les servía de base, donde fabricaban los explosivos, estalló poco antes de la medianoche del 16 de agosto.

En aquella casa se encontraron unas 120 bombonas de gas butano y propano y una "cantidad significativa" de los precursores químicos con que Daesh fabrica su explosivo de marca, el triperóxido de triacetona (TATP): 500 litros de acetona, 340 litros de peróxido de hidrógeno, y bicarbonato. También clavos, usados como metralla, detonadores, y al menos un arnés explosivo "viable", además de otros de falsos, como los que vestían los seis terroristas abatidos por los Mossos en Cambrils y en Subirats entre el 18 y el 21 de agosto.

Con estos materiales podían elaborar hasta 250 kilos de TATP. Para hacerse una idea, sólo una de las tres bombas que no estalló en los atentados en el aeropuerto de Bruselas contenía 16 kilos de TATP. En aquellos ataques al aeropuerto y al metro murieron 35 personas. Es decir, en Alcanar había material para hacer quince bombas como la mencionada.

La investigación también hace ver cómo los yihadistas se movían como pedro por su casa por media Catalunya. Vivían en Ripoll, su base estaba en Alcanar, habían alquilado vehículos en Sabadell y Vic, adquirido químicos y herramientas en Sant Carles de la Ràpita, Tortosa o Vinaroz (Baix Maestrat, Castellón) y celebraban sesiones de adoctrinamiento en Riudecanyes.

Protagonismo del imán

Explica también que aunque ocho de los nueve acólitos de Albdelbaki Es Satty, el jefe del grupo, tenían nacionalidad marroquí y sólo un española, todos eran hijos de inmigrantes y habían sido criados en España.

Según los autores, los factores de radicalización de este grupo encajan en el patrón dominante conocido en España, que Reinares y Calvo estudian a fondo desde hace años. El análisis de la vida y el entorno de los terroristas lleva a ambos autores a "sugerir con firmeza que estos jóvenes se desenganchan socialmente no como consecuencia de la exclusión, la segregación o la pobreza, sino por influencia de su imán local, Es Satty, que actuó personalmente como agente radicalizador".

El imán no aparece, sin embargo, como personaje principal de esta trama yihadista. Los mismos Reinares y García-Calvo aportan todos los datos para retratarlo así. Sin embargo, esos detalles aparecen de forma dispersa, buena parte en notas a pie de página. Queda raro.

Cuando llegó a Ripoll, en el 2015, explican a los autores, "ya llevaba una década inmerso en círculos yihadistas en España". Detalla varios momentos, algunos hasta ahora casi desconocidos y significativos. Cuando llegó a España, en 2002, fue a parar a Jaén, donde convivía en la misma casa con Bellil Belgacem, un argelino que murió al Iraq en el 2003 haciéndose estallar en un atentado suicida. En el 2004 compartió habitación con el jefe de una célula terrorista vinculada a Al Qaeda. En la prisión de Castellón, donde estuvo de 2010 a 2014 por narcotráfico, se acercó a Rachid Aglif, uno de los condenados por los atentados del 11 de mayo de 2004 en Madrid (191 muertos, 1.700 heridos). Una joya.

Toda esta información la conocían a ciencia cierta los cuerpos y fuerzas de seguridad españoles, que son su fuente. También sabían que antes de llegar a Ripoll, Es Satty frecuentaba reuniones salafistas, la versión del islam que profesan Al Qaeda y Daesh. Se anota, de paso, en dos menciones distantes, que fue abordado por los servicios de inteligencia y la policía españoles, pero los autores no van más allá. Este es, quizás, el punto más oscuro de la investigación. Están las piezas del rompecabezas, pero espercidas y sin componer la figura.

El Nacional ha intentado contactar, sin éxito, con Reinares, que no había devuelto respuesta a la hora de publicar este artículo.

Foto: turistas huyendo de La Rambla de Barcelona tras los atentados