Los catalanes están citados hoy a las elecciones más extraordinarias e insólitas desde la restauración de la democracia, unos comicios convocados por el presidente español, Mariano Rajoy, después de suspender el autogobierno y con una parte del ejecutivo catalán —y de los candidatos— en la prisión o en el exilio. Con esta situación extremadamente compleja, Catalunya ha quedado ya fijada como una de las carpetas candentes de la política europea y el mundo observa, con atención, la respuesta del independentismo ante la contundente reacción del Estado a su desafío.

Las incógnitas que esta noche se tendrán que desvelar son numerosas. Las fuerzas soberanistas pugnan hoy por ratificar en las urnas la mayoría absoluta en el Parlament que consiguieron JxCat y la CUP el 27-S del 2015, pero al mismo tiempo viven un debate interno por el liderazgo. Las urnas tendrán que pronunciarse en el pulso entre la candidatura de ERC, con Oriol Junqueras al frente, y la de JuntsxCat, liderada por Carles Puigdemont.

Rivera y Arrimadas ACN

Inés Arrimadas y Albert Rivera / ACN

Paralelamente, Ciutadans intenta aprovechar la división del voto soberanista para subirse a un inédito primero lugar. Eso representaría la victoria de una formación unionista en los comicios catalanes, pero de rebote, requeriría una fuerte concentración del voto españolista en la formación naranja lo cual amenaza con provocar el derrumbe del PP en Catalunya. Si se confirma esta tendencia, Rajoy encajaría un revés muy serio y podría recoger el peor resultado de la historia del PP en el Parlament catalán.

En medio de todo, las encuestas indican un porcentaje importante de indecisos, a la vez que los expertos discrepan sobre las consecuencias que puede comportar el hecho de que los comicios se celebren en jornada laboral y a quienes puede perjudicar esta circunstancia. Sea cuál sea el resultado, el amarillo es ya el color del día, hasta los punto que la Junta Electoral ha prohibido los lazos con esta tonalidad, en protesta por los presos independentistas, entre los responsables de las mesas. No ha sido esta la única prohibición de la Junta que durante estos días ha obligado a retirar carteles con el lema Democracia y Libertad así como los lazos amarillos colgados en edificios oficiales además de prohibir que los medios públicos se refieran a los miembros del Govern como president y consellers.

Los polos entre ERC y JuntsxCat

La campaña no ha sido fácil para las fuerzas independentistas, especialmente para ERC. Aunque el primer día de la carrera electoral estuvo protagonizado por el retorno de seis consellers encarcelados en Estremera y Alcalá Meco —entre los cuales, los candidatos republicanos Carles Mundó, Raül Romeva y Dolors Bassa, y los de JuntsxCat Jordi Turull y Josep Rull—, Esquerra no ha podido contar estos quince días con su cabeza de lista, mientras Junts per Catalunya sí ha hecho intervenir Puigdemont, a través de videoconferencias y grabaciones.

El gancho Puigdemont ha permitido crecer con rapidez a JuntsxCat —que ha marcado distancias con el PDeCAT y ha apostado por los candidatos independientes o provenientes de PSC, ICV e incluso de ERC—. La manifestación convocada el 7 de diciembre en Bruselas se convirtió, además, en un empuje muy importante para el president que, ante la ausencia del vicepresident, se convirtió en protagonista del acto.

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Manifestación independentista en Bruselas / Julia Farré

Eso provocó a media campaña un conato de reyerta entre los independentistas. El discurso de JuntsxCat en el sentido de que cualquier cosa que no sea reubicar Puigdemont en el Govern equivale a dar por bueno el 155 molestó a los republicanos. Se encargó de replicar el conseller Mundó, el cual señaló, por primera vez, que "resulta casi imposible" pensar que Puigdemont podrá volver de Bruselas sin ser detenido inmediatamente por la policía. Todo quedó, sin embargo, en un toque de atención. Las candidaturas independentistas se miran de reojo pero no se han vuelto a enseñar las uñas.

No obstante, se mantienen las incógnitas sobre la presidencia de un futuro Govern independentista. JuntsxCat ha dejado claro que no investirá a un president que no sea Puigdemont —"no hay plan B", han repetido a lo largo de la campaña—, mientras los republicanos defienden la presidencia para Junqueras avalado por un resultado contundente que facilite su salida de la prisión. De hecho, ERC ha dedicado el último tramo de la campaña a reivindicar a su candidato, que incluso ha protagonizado una intervención telefónica en Rac1 que ha comportado la apertura de un expediente a la prisión.

Cadira vacía Junqueras - ACN

Una silla vacía con un lazo amarillo ha ocupado el lugar que correspondía a Oriol Junqueras en los mítines de ERC / ACN

Por lo que respecta a la CUP, insiste en encarnar el discurso y el voto más contundente en la reivindicación independentista. Los cupaires han sido los únicos que han defendido sin ambages la vía unilateral.

Máxima rivalidad dentro del unionismo

En el frente unionista, los Ciudadanos de Inés Arrimadas cabalgan en la oleada españolista que ha surgido como respuesta al auge de la estelada. Esta circunstancia, y la división de las candidaturas soberanistas, ha hecho que la formación naranja pueda soñar con coronarse como primera fuerza del Parlament.

Para hacer eso posible, es casi imprescindible un hundimiento del voto del PP, lo cual representará un revés muy importante en el Gobierno del PP y, en especial a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que ha liderado la respuesta del ejecutivo español al desafío catalán.

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La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría con el candidato del PP, Xavier García Albiol

Enfrente de Ciutadans, sin embargo, las encuestas indican que el PSC no sólo aguanta, sino que incluso podría mejorar resultados en relación a las elecciones del 2015. El socialista Miquel Iceta ha defendido la bandera de la "reconciliación", ha apostado por una lista transversal —donde ha incorporado los restos del naufragio de Unió pero también a Societat Civil Catalana— y aspira a convertirse en president con el argumento que es el único candidato del bloque unionista que puede conseguir el apoyo de los comuns.

Entre los unos y los otros, los comunes de Xavier Domènech aparecen atrapados en un debate fuertemente polarizado donde intentan evitar tomar partido. La ambigüedad de este espacio, que desde el Estado español ha lanzado mensajes abiertamente contrarios al independentismo, ha provocado una ruptura con el sector que lidera Albano-Dante Fachin que ha pedido el voto para alguna de las fuerzas soberanistas.