Lanzar la piedra y esconder la mano. La irrupción mediática de Leire Díez, la fontanera del PSOE que actuaba para desprestigiar a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, ha activado una nueva ofensiva del PP contra Pedro Sánchez y, especialmente y con más fuerza que otras veces, contra los socios parlamentarios del Gobierno. Y el PP ha decidido vehicular su estrategia en dos frentes: convocar una protesta en Madrid y agitar el espantajo de una hipotética moción de censura para la que no dan los números. No la ha presentado y no llamará a los partidos para pedir su apoyo. En Génova consideran que han hecho todo lo que podían hacer: ponerse a disposición para encabezarla si se alcanza la suma. Pero se avista imposible. Y esto sitúa a Alberto Núñez Feijóo en una posición incómoda entre las expectativas verbalizadas y la (cruda) realidad parlamentaria. Entre la voluntad de marcar perfil propio dando un paso al frente y la incapacidad de conseguir los votos necesarios. “Yo tengo toda la voluntad”, proclamó el jueves en una declaración desde Génova sin preguntas de los periodistas. En una nueva gesticulación, volvía a tender la mano especialmente a Junts y al PNV para impulsar una moción de censura.

Ahora bien, a las pocas horas quedó patente su soledad, en buena medida reforzada por la cruzada que ha emprendido el PP en Bruselas para obstaculizar la oficialidad del catalán, el vasco y el gallego en la Unión Europea. “Será muy de la broma este señor. ¿Quiere nuestro apoyo para ir aún más en contra de la lengua catalana cómo han reconocido que han hecho estos días?”, replicó Jordi Turull el jueves en X. “No podemos ni admitir ni creer que el PP haga sucios movimientos contra el euskera o participe en todos los recursos contra nuestro autogobierno […] y nos pida ahora nuestra ayuda para sacar adelante una moción de censura, no tiene ninguna coherencia”, esgrimió Maitane Ipiñazar, secretaria del EBB del PNV en Euskadi Irratia. Y, como era de prever, ERC también ha cerrado la puerta a ello: “He compartido prisión con muchas personas del Partido Popular y el PP no es ningún ejemplo de moralidad ni de ética. No está en condiciones de intentar dar ninguna lección”, contestó Oriol Junqueras el viernes al ser preguntado por esta cuestión. “Es evidente que el PP no tendrá nuestro apoyo ni en esta cuestión ni en ninguna otra parecida”, concluyó.

Y es que la misma semana que el PP ha recuperado los cantos de sirena sobre la moción de censura, ha orquestado una ofensiva para dificultar la oficialidad del catalán, el vasco y el gallego en la UE. El PP catalán se vanaglorió de haber llamado a países para que no lo apoyaran, Feijóo respondió al debate en Bruselas pidiendo más castellano en las escuelas de Catalunya y el PP acabó celebrando con entusiasmo el aplazamiento del debate en el Consejo de Asuntos Generales de la Unión Europea: “Es una derrota sin paliativos de Sánchez, su capacidad de influencia y de intimidación ha chocado con la convicción y la firmeza del resto de países”, presumieron los populares.

Volviendo a la moción de censura, desde las filas del PP insisten en público y en privado que plantearla “no depende” de ellos y se sacuden las responsabilidades hacia los partidos que apoyaron la investidura de Pedro Sánchez. Menos de 24 horas después del anuncio de Feijóo, varias voces de la dirección del partido, siguiendo las palabras que había pronunciado José María Aznar casi al mismo momento que el líder del PP, alejaban la viabilidad de la moción de censura y evitaban dar bombo a una iniciativa sin visos de prosperar.

 

El déjà vu de una gesticulación estéril 

Alberto Núñez Feijóo ha agitado esta semana el fantasma de una moción de censura aritméticamente inviable para responder a las noticias sobre la presunta corrupción del PSOE igual que lo hizo en noviembre como reacción a la declaración en la Audiencia Nacional de Víctor de Aldama. “Si quieren acabar con esto, el Partido Popular sigue a disposición. Si no quieren, no tengan duda que les arrastrará y que la mayoría de los españoles decentes les hará cómplices de esta degradación”, sostuvo el líder del PP. Era la misma justificación que hace seis meses (con palabras idénticas): “Si alguno de los socios quiere acabar con todo esto, sepan que estoy a disposición para abrir una nueva etapa en nuestro país”, dijo en ese momento. No era la primera vez que lo verbalizaba. La primera alusión que hizo fue junio, durante la campaña de las elecciones europeas: el líder del PP no lo descartó y arguyó que se tendría que presentar en el “contexto adecuado”.

En diciembre, reiteró que los motivos para impulsarla eran como una “catedral”, pero reconoció que los socios no dejarían caer a Pedro Sánchez. Cuando fue más claro fue enero, en el momento de máxima crisis de la confianza de Junts en el PSOE: “Si los señores de Junts quieren elecciones y apoyan una moción de censura, tengan la seguridad que presentaré una moción de censura si tengo suficientes apoyos”, dejó claro en una entrevista en Onda Cero. “Sobran razones, pero faltan votos”, reiteró. Al día siguiente insistió en que la presentaría si hay “posibilidades reales que prospere” y rechazando “cesiones fuera de la Constitución”. Finalmente, tres días antes de la declaración en Génova, se había alejado de ella: “Una moción de censura para perderla es una ratificación de la presidencia. Si la hacemos y vuelve a reunir los votos, es una confirmación”, argumentó en Telecinco. La enfriaba. I 72 horas más tarde volvía a ofrecerse a los socios para impulsarla.

“Las cosas condenadas al fracaso producen más frustración”

El primero que echó el freno (casi preventivamente) sobre las perspectivas de una moción de censura fue José María Aznar, que esgrimió que no hace falta invertir esfuerzos en un camino que acabará naufragando. “Las cosas condenadas al fracaso producen más frustración”, avisó el expresidente del Gobierno y exlíder del PP. “Hace falta tener las ideas muy claras y explicar muy bien qué es lo que tenemos que hacer, qué es lo que podemos hacer y cómo hacerlo, pero no producir más frustración. Porque queda tiempo largo y queda mucho por hacer”, argumentó la que es una de las voces de más autoridad en las filas populares.

Aznar FAES   Europa Press
José María Aznar interviene en un acto de la Fundación FAES / Foto: Europa Press

“No hay un escenario de moción de censura, no es una cuestión que esté encima de la mesa”

Desde Génova, las declaraciones públicas de los últimos días de los dirigentes del PP evidencian una dualidad contradictoria y simultánea: los populares se ofrecen para encabezar una moción de censura que necesita insoslayablemente el concurso de alguno de los socios del PSOE y, a la vez, cargan con dureza contra ellos. “Feijóo lo que ha dicho es que está a disposición de España, pero todos esos partidos prefieren que gobierne Pedro Sánchez, aunque en su gobierno se robe y pase todo lo que está pasando. […] Nosotros lo que hemos querido poner encima de la mesa es que si Sánchez sigue gobernando es porque así lo quiere el PNV, Junts, Podemos y Sumar”, justificó Miguel Tellado en una entrevista el viernes en La 1. “El presidente del gobierno está acorralado por la corrupción y sus socios están encantados de que esté acorralado porque de esa forma consiguen sacarle todo lo que ellos quieren”, insistió el portavoz del PP en el Congreso.

“No hay un contexto, no hay un escenario de moción de censura, esa no es una cuestión que esté encima de la mesa porque los socios de Sánchez están muy cómodos teniendo en sus manos a un presidente del gobierno como él”, verbalizó en una entrevista en Cuatro. “Por lo tanto, no nos distraigamos”, añadió. Y, siguiendo la línea de ataque, cargó contra los partidos que apoyan al PSOE: “Todos los socios de investidura están avalando la corrupción del Partido Socialista. Son cómplices silenciosos de todo lo que ha ocurrido en esta legislatura”.

Unas horas antes, en un desayuno organizado por Nueva Economía Fórum no tuvo que responder a preguntas de los periodistas y no aludió a la moción de censura, sino que se dedicó a desacreditar con dureza el Gobierno y los socios parlamentarios del PSOE. “Tiene a un capo aferrándose al poder con tácticas mafiosas y con un equipo de gánsteres”, dijo en dirección a la Moncloa. “Una cloaca mafiosa de extorsionadores que buscaban carroña para utilizarla contra jueces, fiscales, periodistas, guardias civiles y políticos”, señaló. Y volvió a sacar a colación la moción de censura de 2018 contra Mariano Rajoy: “Partidos que antes decían ser ejemplares contra la corrupción se han quedado completamente mudos. Han decidido que la corrupción es tolerable si les mantienen el poder o consiguen favores del poder”, esgrimió. “Con su silencio, demuestran que lo que les molestaba de los presuntos casos de corrupción del Partido Popular no era la corrupción, era el Partido Popular”, remachó.

Tellado i Gamarra parlant Congrés   EFE
Ester Muñoz, Jaime de Olano, Miguel Tellado, Cuca Gamarra, Ana Alós y Macarena Montesino hablan de pie en el hemiciclo del Congreso / Foto: EFE

“El que a mal árbol se arrima, mala sobra le cobija”

En la misma línea se han expresado otras voces de Génova. “Sumar y Podemos hoy callan de manera estrepitosa, como calla el PNV, silente y absolutamente callado ante los casos de corrupción”, denunció Borja Sémper en una entrevista en Antena 3. Y alineó su discurso absolutamente con las palabras de Aznar del día anterior. “Tenemos que aportar contundencia, pero también serenidad […] y cabeza fría”, dijo el actual portavoz del PP. “Hay que prepararse para unas elecciones con la cabeza fría y la tensión vital máxima”, había verbalizado el expresidente español.

Además, Borja Sémper dejó entrever que el PP quizás se planteaba dar el paso en el futuro: “Conviene recordar que, una vez la presentas, estás un año que no puedes volver a presentar una moción de censura. Y lo que va a pasar en las próximas semanas y meses es de tal envergadura que tampoco conviene quemar balas”. “Yo solo tengo un mensaje para los socios de Sánchez y es que el que a mal árbol se arrima mala sobra le cobija”, reiteró Cuca Gamarra en unas breves declaraciones a los medios de comunicación. La secretaria general del PP reprochó a los socios del Gobierno que estuvieran “respaldando todo lo que el PSOE está haciendo y se está destapando” y subrayó que estas “prácticas mafiosas” afectan a “quien las practica y también a quien las avala y apoya”.

Bonus track: llamar a Sánchez en la comisión de investigación del Senado, una amenaza vacía desde hace más de un año

Cuando el jueves el PP convocó una declaración de urgencia de Alberto Núñez Feijóo, los periodistas se preguntaron cuál podría ser el anuncio que había precipitado una comparecencia de estas características. Y, entre las apuestas, sobresalía la hipotética decisión de, al fin, citar a Pedro Sánchez en la comisión de investigación del Senado sobre el caso Koldo. Es una arma que el PP tiene en la recámara desde el mayo del año pasado y que no se atreve a desenfundar. La semana pasada se cumplió un año desde que el líder del PP confirmó a bombo y platillo que Sánchez tendría que comparecer en el Senado para dar explicaciones sobre el presunto conflicto de interés por los negocios de su mujer, Begoña Gómez.

Fue después de su comparecencia en el pleno del Congreso: “Una vez más, usted no ha dado explicaciones sobre las preguntas bien sencillas, concretamente formuladas, que le he hecho. Como no me ha contestado, usted las va a tener que contestar en el Senado”, le advirtió. Pero han pasado doce meses y el PP aleja el momento de consumar la amenaza. Repetidamente, desde Génova justifican que si hubieran citado a Sánchez hace tiempo, no le hubieran podido preguntar por todo lo que se ha publicado a posteriori. Sin embargo, esto no ha impedido que llamaran a ministros actuales del Gobierno y, en algunos casos, los volvieran a convocar posteriormente. Esto no sirve en este caso. Sin embargo, es una sombra que siempre sobrevuela Génova. Y que, de nuevo, responde a la estrategia de gesticulación de un Feijóo que navega entre la impotencia y la impaciencia.