Al más puro estilo de las tragedias romanas y griegas, la política española fue rescatada del caos de la ingobernabilidad hace más de siete meses por la aparición del deus ex machina –del latín, "dios desde la màquina"–. La caída del ex secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, a manos de los críticos llegó como un inesperado giro dramático a la trama, que salvó a Mariano Rajoy de perder el trono de la Moncloa y evitó las terceras elecciones. Pero a diferencia de entonces, Rajoy no las tiene todas ahora de que los dioses le acompañen, con las aguas del mar Rojo de Ferraz reabiertas para acoger una ajustada batalla entre Sánchez y la presidenta andaluza, Susana Díaz, que Podemos sublima con su afán de asaltar los cielos del Olimpo.

Las alarmas saltaron en Ferraz tras constatar que solo 6.273 avales separaban la candidatura sanchista de la susanista. La esperanza de la vieja guardia era que la candidata de los expresidentes Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y el exdirigente Alfredo Pérez Rubalcaba ganara el primer asalto con una exhibición de fuerza. Primero, porque los avales se firman con nombres y apellidos –lo que permite la delación; y segundo, porque quien detenta el control orgánico tiene más capacidad de calcular los apoyos que obtendrá, a través de la interlocución con las federaciones.

El hecho de que Sánchez pise los talones a su antagonista enciende la antorcha para que el voto oculto ilumine el camino al primero el día de las primarias, 21 de mayo. Los resultados están polarizados: Díaz tiene mucho apoyo en Andalucía –la federación mayor–, Murcia, Castilla La Mancha y Aragón, con resultados de entre el 40-50%, al tiempo que posee un bajo porcentaje de avales en Navarra, Cantabria, Catalunya, País Vasco –entre el 2 y el 10%. En cambio, el éxito de Sánchez está más repartido entre territorios,  entre ellos, el País Valencià y Catalunya. 

El único don de Sánchez para cruzar el Rubicón hubiera sido que el exlehendakari Patxi López se apartara de la carrera. El perfil de López puede restarle apoyos, y por ello, Sánchez se tragó viejos rencores, que fuentes de su equipo todavía recuerdan como una traición. Se especula con que López habría sido uno de los que aconsejó al exdirigente abandonar la visibilidad del escaño para no abstenerse ante Rajoy. Pero el tercero en discordia ya ha dicho que no renunciará, y ha rechazado la petición del "número dos" –nombre con que Díaz se burla de su rival- de integrar candidaturas .

Ningún elemento parece a estas alturas que pueda servir para cerrar las aguas del mar socialista, con independencia de quien gane. Esta fractura ha sublimado con la estrategia de Podemos sobre la moción de censura a Rajoy. "El PSOE de la abstención", como Sánchez lo llama, hizo lo imposible por justificar que no apoyaría a Iglesias, a la vez que el exdirigente exigió que el gallego se marchara, por los escándalos de corrupción en el PP.

Precisamente, como en toda tragicomedia, también hay momentos para el amor fatal. Sánchez se dijo "engañado" por "Pablo Manuel Iglesias", tras intercambiarse libros en las negociaciones de investidura el año anterior. Ahora el exdirigente socialista cree que se "equivocó" subestimando a una formación que tiene sólo 300.000 votos menos que ellos. La cuestión es que el podemita quiere llevar la moción de censura hasta el final, y esperará a que pasen las primarias socialistas. Eso alimenta la esperanza de que los militantes voten pensando en un acuerdo entre la izquierda, pero debilita la imagen del PSOE.

Y en Génova no quieren quemar las naves todavía, sino que el PP y Moncloa se han puesto en guardia. El diputado Javier Maroto salió en defensa de Susana por ser la candidata "que hablaba más claro", constatando algo que los sondeos ilustran: que Díaz es la preferida de los votantes populares. No es la de Rajoy, pero este preferiría que el mismo Sánchez que le llamó "indecente" y "no es no", no volviera a complicar los pactos que venía suscribiendo con la gestora. El hecho es que hace meses un ministro dijo que Sánchez era "tóxico" por dificultar la investidura a su jefe.

Pero la trama no hace más que complicarse para Rajoy, a la espera de que llegue uno nuevo deus ex machina y lo salve de la situación. La aprobación de los presupuestos del Estado depende del diputado Pedro Quevedo, de Nueva Canarias, que no es del PSOE pero se presentó a las elecciones en coalición con él. Y tanto si gana Sánchez, como si lo hace Díaz, el presidente espanyol tiene una citación para declarar por la Gürtel como testigo, que podría revelar hechos que le pongan contra las cuerdas. Lo decía Aquiles en la película Troya: "Los dioses nos envidian. Nos envidian porque somos mortales, porque cada instante nuestro podría ser el último". Sicut dixit.