La continuidad de Cristina Cifuentes al frente de la comunidad de Madrid tiene los días contados, ante el ultimátum de Ciudadanos sobre apoyar la moción de censura de PSOE y Podemos antes del 7 de mayo, si el Partido Popular no fuerza antes su dimisión. Eso genera un dilema en el PP y abre una guerra de poder de futuros aspirantes al liderazgo, entre los que no quieren más cesiones frente a las exigencias de Cs, y por tanto, sostienen la estrategia de resistir; y los que creen que ningún barón está por encima de los intereses del partido, ya que el escándalo podría costar el gobierno autonómico.

En el primer grupo se encuentra la secretaria general y ministra de Defensa Maria Dolores de Cospedal, quien durante la convención del PP en Sevilla mostró su apoyo a Cifuentes y provocó una ovación en el plenario para animarla. "Tenemos que defender lo nuestro y a los nuestros" dijo la número dos, ante unos dirigentes territoriales escépticos. La defensa se produce porque Cifuentes fue colocada por Cospedal, quien defiende férreamente el no ofrecer más sacrificios a Albert Rivera, y esperar a que rectifique –aunque fuentes del partido naranja dicen que eso no pasará– por el temor a desfilar de la mano de la izquierda.

El hecho es que a la ministra le ha salido un adversario en la gestión del 'mastergate': el coordinador general Fernando Martínez Maíllo. "Nadie está por encima de las siglas del PP" dijo este hace unos días, sobre que la prioridad era mantener la Comunidad, bastión de vital importancia para los populares. Pasa porque fuentes de la dirección nacional consideran que el resultado en las autonómicas de 2019 podría tener un efecto dominó en el 2020 con las generales. Además, el número tres se ha ganado la confianza de Mariano Rajoy ya que en el día a día ejerce la tarea formal de control del PP.

En un segundo término, próximo a la línea de Maíllo, aunque con menos capacidad de decisión, se encuentra el presidente de la Xunta de la Galícia, Alberto Núñez Feijóo –eterno aspirante en las quinielas a liderar el partido. Este afirmó que si Cifuentes no tenía un master "había mentido", con las consecuencias que se pudiesen derivar. En ese grupo, y con poder en de la Moncloa, está la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, quien recuerda que Madrid es "una institución importante" y "habría que trabajar por la estabilidad", aunque en ningún caso ha salido en defensa de la líder regional públicamente.

Así las cosas, el presidente del Ejecutivo sigue sin tomar una decisión, aunque él mismo afirmó hace unos días que Cifuentes ya había dado "explicaciones". El hecho es que en el PP supeditan la decisión sobre su futuro a las conclusiones que se puedan derivar de la investigación abierta en la Rey Juan Carlos, algo que podría torcer los acontecimientos. "Estaré con lo que diga mi partido", aseguró la presidenta autonómica. Los populares, si bien, de momento ganan tiempo equiparando las "falsificaciones" en los currículums de la oposición con el mastergate.

En consecuencia, la pelota vuelve al tejado de Albert Rivera, mientras las fuerzas populares pugnan por un caso que de facto se ha convertido en una lucha por el poder. A la sazón, la formación naranja tendrá que decidir si a un año de las elecciones autonómicas de 2019 quiere dar el gobierno de Madrid al PSOE, en un momento en que en Cs lucha por el voto conservador del PP, y los sondeos auguran su crecimiento. Pero el portavoz madrileño, Ignacio Aguado, intenta salir del foco de atención, y dice esperar a que Rajoy intervenga en el asunto para forzar Cifuentes a dimitir.