Un artículo del Financial Times culpa la Constitución de 1978 de los líos que han llevado tantos problemas judiciales a Juan Carlos I, por el blindaje especial que hace de su figura. "Si la Constitución española tuviera un sistema eficaz de controles y equilibrios habría sido imposible que las supuestas irregularidades de Juan Carlos se hubieran producido durante décadas sin que nadie -tanto ministros del gobierno, como altos funcionarios y personal de la Casa Real, personal de seguridad, servicios de inteligencia, diplomáticos, empresarios o periodistas- denunciara estos comportamientos y provocara una rápida investigación", indica.

El texto, de la abogada Miriam González Durántez, vinculada al Partido Liberal británico, añade que en España no sería posible un proceso judicial como el que afecta al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, iniciado por la denuncia de un funcionario. "La Constitución de 1978 fue un éxito porque consiguió una estabilidad política envidiable cuando España hacía la transición a la democracia. Pero con el paso del tiempo, el enfoque para la estabilidad ha acabado por erosionar el sistema político español. Si hubiera un sistema de control efectivo para hacer que el sistema político diera cuentas, quizás no habría tantos españoles desencantados con la política", añade.

Financial Times

"El escándalo real muestra que España necesita una democracia más responsable", indica Financial Times

Según el artículo, la razón por la que el sistema político español otorgó estos derechos al monarca (la inviolabilidad) "es que, cuando se redactó la Constitución de 1978, el objetivo principal era preservar la estabilidad política del país. Después de 40 años de dictadura, España estaba en transición hacia la democracia", señala.

Apunta que España está en una situación complicada, porque la reforma constitucional tampoco es nada fácil. "Teniendo en cuenta las persistentes amenazas a la unidad del Estado español que hacen el independentismo catalán y el vasco, la reforma de la Constitución es sin duda un desafío. Si se gestiona mal, podría descarrilar el sistema político, y a su vez se podría dividir el país. Pero convertir una Constitución anticuada en una fortaleza hará poco para asegurar su supervivencia", manifiesta.