Ahora hace justo un año, el 25 de mayo del 2018, el PSOE registraba una moción de censura para desalojar a Mariano Rajoy de la Moncloa. Acababa de salir del horno la sentencia del caso Gürtel, pero en Ferraz no las tenían todas de que acabara saliendo adelante. Con el paso de las horas, sin embargo, el escenario se fue aclarando. Toda la oposición, incluyendo los decisivos votos independentistas, acabaron dándole un inaudito cheque en blanco. Desde entonces, la política española ha sido una montaña rusa en muchos sentidos. El contexto político, con el juicio del 1-O en medio, ha sido el cóctel perfecto.

Este domingo, un año después, se cierra el que probablemente sea el ciclo electoral español más trepidante desde la muerte del dictador. Para entenderlo hay que desplazarse a varios lugares de la capital española. Desde la plaza de la Villa de París, donde se juzga a los independentistas por el 1-O, hasta la plaza de Colón, donde la derecha y la extrema derecha sellaron su pacto. Pasando por la calle Ferraz, donde se escuchaba "con Rivera no". En todas estas ubicaciones también es donde se juegan las elecciones del 26-M. Una segunda vuelta del 28-A que puede llevar a un escenario de cuatro años libres de elecciones (más allá de catalanas, vascas y gallegas). Y que tendrá muchas consecuencias.

La misma semana que se han constituido las Cortes españolas, con cinco presos políticos en sus escaños y un ambiente nuevamente crispado por el conflicto catalán, hay lugares como las Canarias donde tendrán hasta cinco urnas diferentes. En todo el Estado habrá dos como mínimo, la de las municipales y europeas, y en doce comunidades y Ceuta y Melilla también habrá la de las autonómicas. En juego hay muchas cosas, desde las "alcaldías del cambio" hasta la Comunidad de Madrid, la joya de la corona del PP que también puede perder. También la conformación del futuro Gobierno.

pedro sanchez ferraz 28ª - efe

¿España roja?

Aragón, Asturias, Canarias, Cantabria, Castilla y León, Castilla la Mancha, Comunidad de Madrid, Extremadura, Baleares, La Rioja, Navarra, Murcia, Ceuta y Melilla. Son las doce comunidades y dos ciudades autónomas donde hay elecciones regionales este domingo. Ni siquiera un mes después de las generales, según el macrobarómetro del CIS (lo que se acercó más el 28-A), casi todas se teñirían de rojo. Excepto en Cantabria (PRC) y Navarra (N+), el PSOE sería la primera fuerza y en la mayoría podría formar sin muchos problemas una alianza de izquierdas. Los barones siempre críticos con Sánchez, que lo hicieron todo para evitar un superdomingo con las generales, ahora hacen lo que pueden para poder coger el viento de cola del 28-A.

Las alcaldías del cambio

El espacio político de Podemos consiguió la hazaña ahora hace cuatro años. Las candidaturas y confluencias de la izquierda alternativa se hicieron con cuatro de las cinco ciudades más pobladas del Estado: Madrid con Manuel Carmena, Barcelona con Ada Colau, Valencia con Joan Ribó y Zaragoza con Pedro Santisteve. Sólo falló Sevilla, la principal ciudad gobernada por el PSOE. Son los únicos bastiones que ha conseguido Pablo Iglesias, y los tendrá que conservar si quiere ser ministro. No tendrá las cosas fáciles, empezando por Barcelona, donde la pugna entre Colau y Ernest Maragall es la más intensa de todas. Y ya se sabe que en las municipales el que llega primero a la línea de meta acostumbra a llevárselo todo.

Colau Carmena en Barcelona EFE

La batalla de Madrid

Es sin duda la batalla más decisiva desde el prisma español. Además del Ayuntamiento de Madrid, está en juego la Comunidad de Madrid, la joya de la corona del PP. Desde el año 95, con Alberto Ruiz Gallardón, siempre ha habido un inquilino popular en la Real Casa de Correos, en la Puerta del Sol. Las encuestas pronostican una victoria del socialista Ángel Gabilondo, pero la diferencia entre el bloque de la izquierda y el bloque de la derecha puede ir de un par de escaños. Si a pesar de la fragmentación, el PSOE, Unidas Podemos y el Más Madrid de Íñigo Errejón consiguen sumar, Pablo Casado ya podrá empezar a hacer las maletas. En la capital es donde se juega el auténtico partido de vuelta.

La guillotina espera a Casado

Si pierde sus comunidades pero mantiene Madrid, todavía podrá respirar aliviado. Pero si Pablo Casado pierde la Comunidad de Madrid, podría tener las horas contadas. Sin nuevas convocatorias electorales a la vista, a diferencia de las horas posteriores a las elecciones generales, el territorio sería proclive a una escabechina que hiciera rodar la cabeza de su presidente por la calle Gènova, hasta la plaza de Colón donde empezó todo. A duras penas conservaría la Andalucía del trifachito y la Galicia de su archienemigo Alberto Núñez Feijoó. Voces moderadas como la suya o la de Ana Pastor podrían poner la sede nacional --que ya no se pueden pagar-- patas arriba.

PAblo CAsado PP constitución Congreso - Efe

La última oportunidad de Rivera

Desde el 28-A, Albert Rivera gesticula como si él fuera el líder de la oposición. Pero la realidad es otra: numéricamente, incluso con un PP en caída libre que perdió más de medio grupo parlamentario, Pablo Casado sigue liderando la oposición. Hace un año parecía que el líder de Ciudadanos tenía que comérselo todo, y hoy tiene la última oportunidad para hacer el pretendido sorpasso a los populares en el bloque de la derecha. La prueba del algodón volverá a ser la Comunidad de Madrid, donde la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, ha navegado la campaña de pifia en pifia.

El exilio de Borrell

En Catalunya, las elecciones europeas serán un nuevo termómetro del liderazgo del independentismo, con el exiliado Carles Puigdemont y el preso político Oriol Junqueras en una dura batalla. Y en España serán un indicador más de la correlación entre bloques y dentro de los mismos bloques. El debate de RTVE, con Catalunya más presente que Europa, fue una buena muestra de ello. Por ahora, el también exiliado Josep Borrell, que será sustituido como ministro de Exteriores, tiene todos los números para llegar el primero a la línea de meta.

borrell efe

Vox: ¿Marine Le Pen o Blas Piñar?

Esta triple cita electoral servirá para confirmar el peso real de la extrema derecha de Vox, que el 28-A pinchó estrepitosamente en relación a las expectativas generadas. En las elecciones europeas, habrá que ver si consigue sobrepasar la barrera del 10% hasta porcentajes equiparables, por ejemplo, a los de Marine Le Pen, o si por lo contrario es un partido residual como la Fuerza Nueva de Blas Piñar. En todo caso, la campaña ha servido para mostrar lo que hay detrás del partido ultra. Sin ir más lejos, su cabeza de lista en Bruselas, el catalán Jorge Buxadé, es un exfalangista. Y durante las últimas semanas la formación de Santiago Abascal ha tenido que ver cómo se destapaban los pasado fascistas y nazis de sus candidatos a las municipales.

El destino de la Moncloa

De lo que pase el domingo a las urnas también dependerá lo que empiece a pasar a partir del lunes en los despachos de negociación. El Gobierno todavía está en funciones. Aún no hay fecha para la investidura. Mientras Pedro Sánchez quiere gobernar en solitario, Pablo Iglesias quiere entrar a formar un gobierno de coalición para no ir constantemente a remolque de los socialistas. Eso sí, la suspensión de los cuatro diputados presos podría allanar la investidura sin necesidad de los independentistas. Los letrados del Congreso ya lo están estudiando.