Hospitalet de Llobregat / Pablo Iglesias durant un acte de campanya d'En Comu Podem / Foto: Sergi Alcàzar

Estos últimos días, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha sido contundente de cara a las negociaciones para la investidura del próximo presidente del Gobierno: "El referéndum en Catalunya es una de nuestras líneas rojas". Iglesias ha defendido en los últimos meses, y más concretamente en campaña electoral, que Catalunya decida su relación con el Estado libremente. Es más, antes del 20D se atrevió a concretar que el referéndum suponía un requisito para la investidura y que la consulta a los catalanes debía celebrarse antes de un año.

La situación de los de Iglesias es delicada, porque desde las filas del PSOE, con quien tendría la posibilidad de pactar, reiteraron que no "jugarán" con la unidad de España. Los de Pedro Sánchez quieren formar un "gobierno de cambio", y aunque defiendan una reforma federal de la Constitución, esperan que Podemos saque este espinoso asunto de encima de la mesa.

El camino de Podemos

El partido de Pablo Iglesias ha hecho un viaje tortuoso en su apuesta final por el derecho a decidir de los catalanes, sujeto a una decisión política y no jurídica. No hace tanto tiempo que Iglesias aseguraba que un referéndum sobre la independencia de Catalunya era inviable "en el marco legal actual". En mayo de este año, el líder de los podemitas afirmaba en una entrevista en RAC1 que el eventual derecho a decidir para los catalanes pasaba por una reforma de la Constitución en los artículos 1 y 2, donde se dice que la soberanía nacional reside en el conjunto del pueblo español y la indisolubilidad de la nación española. Unos cambios de la Carta Magna que exigen una mayoría de 2/3 en el Congreso y Senado, la convocatoria de unas nuevas elecciones, la votación del 2/3 de estas nuevas Cortes, y un referéndum nacional de ratificación.

El efecto Colau

"Podemos puede ganar defendiendo el derecho a decidir", decía en una entrevista la alcaldesa de Barcelona, ??Ada Colau. Era la enésima vez que Colau, impulsora de la confluencia En Comú Podem, que consiguió la victoria en Catalunya el 20D, demostraba su defensa acérrima a este principio. Ya lo había hecho antes de las municipales y repetido después, hasta el punto de ser quien leyera el manifiesto contra el encausamiento por el 9N del presidente de la Generalitat, Artur Mas, la vicepresidenta, Joana Ortega, y la consellera de Ensenyament, Irene Rigau.

Que la exlíder de la PAH auspiciara el cambio de discurso sobre que la celebración de un referéndum pasa por la vía política y no la jurídica, lo corrobora su intensísima participación en la campaña electoral de los de Iglesias. Podemos ha entendido que la alcaldesa de Barcelona era clave para dar credibilidad a la idea de que Podemos podía ser la única fuerza estatal con capacidad de ofrecer respuesta a la demanda mayoritaria dentro de Catalunya de poder decidir su futuro.

Las confluencias litorales

Los resultados de la confluencia de izquierdas vinculada a Podemos, En Comú Podem (12 escaños), demuestra el éxito de esta apuesta. Fueron, después de CiU en 2011, la segunda formación en la historia de la democracia española capaz de desbancar al PSOE de la primera posición en Catalunya. Así, un total de doce sobre los 27 diputados conseguidos por los podemitas en el Congreso serán catalanes.

Pero no sólo Catalunya puede desempeñar un rol de presión para que los de Iglesias no se echen atrás en su defensa del referéndum como línea roja ante un hipotético pacto con el PSOE de Pedro Sánchez. Las confluencias de Valencia, encabezada por Compromís (9 escaños), y Galicia (6 escaños) también han mostrado su apoyo explícito a un referéndum. La dirigente de Compromís Mónica Oltra aseguraba el martes que "es una propuesta muy razonable", y los gallegos En Marea, encabezados por Xosé Manuel Beiras, lider de Anova, incluso pedían este jueves que su comunidad "pueda decidir democráticamente su relación con el Estado". En total, estas formaciones juntas representan 27 diputados, más de un 30% del total de la fuerza podemita.

Fracaso de las catalanas

La derrota de Catalunya Sí que es Pot el 27S, después de una campaña errática del líder de Podemos y en la que no se implicó Colau, también representó un punto de inflexión para una candidatura, la de Iglesias, que comenzaba a ver que o se hacían cambios o todo podía terminar en un bluf.

Con tan sólo once de los 135 diputados de la Cámara catalana, 2 menos que los que consiguió ICV yendo sola tres años atrás, Iglesias tuvo que salir el día siguiente admitiendo la derrota y lanzando un mensaje revelador: "No quiero que los catalanes se marchen de España, pero la decisión la tienen que tomar ellos".

La campaña se hizo eterna para los de Lluís Rabell, cabeza de lista de la formación. Incapaces de defender cómo se pretendía hacer un referéndum con el permiso del Estado, intentaron centrar su campaña en la defensa de los derechos sociales. El manifiesto de la candidatura es un claro ejemplo de ello. Y fracasaron.

Una izquierda diferente

El partido de Pablo Iglesias ha ido desplazándose en el tiempo hacia la centralidad para captar una mayor proporción de voto. Esto también ha supuesto que, cada vez más, las diferencias con otras formaciones como el PSOE sean menores. Pablo Iglesias admitía en todos los debates electorales que coincidía con Pedro Sánchez, pero que la diferencia era que "él lo cumpliría".

La defensa de la plurinacionalidad del Estado y del derecho a decidir, que compartían algunos socialistas durante la transición democrática, se ha erigido como un punto principal de diferenciación respecto a las otras ofertas del mercado. Y más, después de que el PSC de Miquel Iceta se desmarcara definitivamente del derecho a decidir, argumentando "que la consulta del 9N –que no habían defendido– demostraba que no había una mayoría independentista".

La propuesta morada

Para la formación morada, el referéndum es ahora una cuestión estrictamente política a la que se podría dar luz verde apelando al artículo 3 de la ley orgánica que regula las consultas. Iglesias se remite a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el 9N que dice que "emplazaba los parlamentos catalán y español a encontrar una solución de consenso".

La pantalla no es nueva y recuerda a la propuesta presentada por el Parlament de Catalunya en el Congreso el 8 de abril del 2014. Entonces, tres representantes de la Cámara catalana, Jordi Turull, Joan Herrera y Marta Rovira, fueron a pedir la delegación de la competencia del artículo 150.2 para que el Estado permitiera a Catalunya autorizar, convocar y celebrar una consulta sobre el futuro político del país.

El resultado de esta petición de consulta 'no vinculante' acabó con 299 votos emitidos en contra, una abstención y 47 a favor. La puerta quedó cerrada. Ahora, sin embargo, dos años después, este margen se habría reducido a 253 votos en contra y 97 a favor. Los votos eventuales de ERC, DiL, PNV, Bildu e IU se sumarían los de la formación de Pablo Iglesias. En resumidas cuentas, estaría en manos del PSOE llegar a la mayoría para sacarlo adelante.

Apoyo social en Catalunya

A diferencia del Estado, en Catalunya el apoyo al derecho a decidir, tanto en el Parlament como en la sociedad, es ampliamente mayoritario. De hecho, la consulta del 9N consiguió agrupar a una transversalidad de actores que iba desde el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, pasando por la ICV de Joan Herrera y llegando hasta la CUP de David Fernández.

Actualmente, los partidos favorables a un referéndum suman 83 diputados en la Cámara catalana, una cifra que representa un 61,4% de su totalidad, pero que sólo dos años atrás todavía era más alta, con el PSC subido al carro, con 104 diputados y un porcentaje del 77%.

En el ámbito social, la encuesta elaborada por la Generalitat unas semanas antes de la celebración de la consulta del 9N, en noviembre del 2014, apuntaba a que el 73,93% de los catalanes consideraba que el referéndum era la mejor vía para decidir el futuro de Catalunya. Además, explicaba que un 87% de los ciudadanos acataría el resultado de una consulta.