La huelga de hambre iniciada el sábado por Jordi Sànchez y Jordi Turull y secundada desde hoy por Josep Rull y Joaquim Forn es, para El País, una "intolerable exigencia a los catalanes", que hoy dedica su editorial, titulado 'El sucedáneo', a la campaña de protesta de cuatro de los nueve presos políticos.

El editorial considera que se hace "difícil comprender las razones de fondo para escoger ahora la huelga de hambre como medio para dar publicidad a sus reivindicaciones", para añadir que se trata de una decisión de la que les costará "desdecirse" porque coloca "fatalmente en un mismo plano el crédito político y el orgullo personal".

"Poner su vida en peligro no exonera estos líderes de la grave responsabilidad que están contrayendo ante sus compañeros de ERC que no han secundado la protesta, así como ante los ciudadanos de Catalunya y del resto de España que desean encontrar una salida", añade el texto que fija la opinión del diario, que apunta que "la jurisprudencia española impide que un recluso llegue a las últimas consecuencias de una decisión como la que han tomado".

Asimismo, también se especifica que la huelga de hambre sirve para "reclamar la atención de los ciudadanos hacia la situación personal en que sus acciones los colocaron en lugar de contribuir a la solución de las consecuencias generales provocadas".

Por todo ello, 'El País' editorializa: "La huelga de hambre de los cuatro líderes independentistas no es el resultado de un admirable sacrificio en el altar de su nación, sino de una intolerable exigencia para que los ciudadanos de Catalunya antepongan en su ánimo los intereses de cuatro de ellos a cualquier otro problema".

Finalmente, el texto concluye que la huelga de hambre "no interpela a los tribunales", sino a "las fuerzas políticas que comparten con ellos el programa de secesión" y califica la huelga de "protesta extemporánea y extrema" porque "reclama sustituir con el sucedáneo de una unidad emocional la unidad política que el independentismo no encuentra". "Lo peor de este sucedáneo es que no se limita a cerrar preventivamente las salidas posibles, sino que exige renunciar temerariamente a toda alternativa", remacha el editorial.