La concejal de Joventut de Vilassar de Mar (Maresme), Montse Gual (ERC), ha presentado la dimisión, después de la polémica que provocó la gincana infantil porno organizada por el Ayuntamiento el 22 de julio. A raiz de la gincana la defensora del pueblo, Esther Giménez Salinas, ha abierto una investigación. Según ha informado un comunicado municipal, Gual ha renunciado voluntariamente al cargo de concejal, y eso se hará efectivo en el pleno municipal de septiembre, y también dará respuesta a los requerimientos de la síndica.

"A pesar de no ser informada y desconocer las actividades concretas programadas durante la gincana de Juliol Jove, la concejal de Joventut asume voluntariamente con su renuncia la responsabilidad de no haber reclamado la información de las actividades y, por consiguiente, de la falta de información a los participantes y a los padres y madres de los menores que concursaron. Desde la concejalía y el Ayuntamiento de Vilassar de Mar quieren aclarar que su renuncia se hará efectiva en el próximo pleno municipal de septiembre. Paralelamente, la concejal dará respuesta a los requerimientos efectuados por parte del Síndic de Greuges y por las otras instituciones públicas que lo soliciten. Finalmente, desde el Ayuntamiento de Vilassar de Mar se reiteran las alegaciones y las disculpas ya expuestas en el anterior comunicado, publicado el pasado viernes 5 de julio, asumiendo las equivocaciones de la gestión hacia la gincana de Juliol Jove, que ha generado malestar e incomodidades a las familias", señala la nota.

 

En la gincana, en la que participaban menores de 12 años y adultos, había varias actividades con una actividad sexual explícita como, por ejemplo, colocar preservativos con la boca en un palo o en un plátano y reproducir posturas del kamasutra, según los mismos testigos de las actividades. Los padres llevaron a los niños a las actividades confiando en el consistorio, aunque cuando los recogieron y les preguntaron cómo había ido saltó el escándalo al conocer que la organización había enseñado a los participantes, muchos de ellos menores, a emular posturas sexuales y también a tratar temas como el consumo de drogas. Según algunos testigos, preguntaban si ciertas drogas se inyectan o se inhalan.

La estupefacción inicial de los padres de los niños que participaron en las actividades se transformó en indignación y amenazaron con presentar una demanda contra el consistorio ante la Fiscalía de Menores.