"Tú en San Telmo y yo en la Moncloa" podría haber sido la rúbrica de un tándem ganador que el destino electoral y los egos políticos enturbiaron. Corría el año 2015 y Pedro Sánchez –entonces secretario general del PSOE– se dirigía a Susana Díaz en un mitin, a las puertas de entronizarse como presidenta de Andalucía. La anécdota explica que a Díaz no le cayó bien ese sutil freno a sus aspiraciones. Dos más tarde, ella sirvió la venganza fría, orquestando el golpe de los críticos contra un líder que había dejado al PSOE en 85 diputados. Pero Sánchez dejaba el ostracismo con la carrera por el liderazgo de Ferraz, que el lunes acogerá un debate de alto voltaje entre candidatos.

Los dos archienemigos no han hablado desde el 1 de octubre, pero han polarizado el debate hasta dejar al tercer contendiente, Patxi López, en tierra de nadie. La exhibición de avales lo constata: escasas 6000 firmas separaron a la andaluza del madrileño, haciendo saltar las alarmas en el aparato socialista. Los susanistas temen que la derrota conlleve su arrinconamiento posterior y ya denuncian las "barbaridades" dichas por los de Sánchez. Este siente que ha ganado el primer round, y lo aprovecha para burlarse de Díaz. "Se ha quedado sin discurso y sin campaña, está nerviosa", se jactaba.

El exsecretario general quiere llevar hasta el final esta dicotomía del derribado, en oposición a la del "mando a distancia" de la gestora —que según el diputado sanchista, Odón Elorza, es la andaluza—. "El PSOE lleva nueve meses en dirección contraria. Hay que situarlo en el lugar que merece", decía quejándose sobre la abstención para que gobernara Mariano Rajoy y los pactos posteriores con el Partido Popular. El madrileño insistirá en "recuperar" el partido para la militancia, ya que en la actualidad estaría en manos de los "notables", es decir, la vieja guardia.

Sin embargo, los acuerdos con el PP no han castigado al Ferraz comandado por Javier Fernández. El CIS señala que el PSOE arrebataría el segundo lugar a Podemos, algo que la gestora celebra y Sánchez ve "insuficiente". Si bien el barómetro electoral ha coincidido con que el madrileño haya eliminado de su programa la referencia expresa a una "gran coalición de fuerzas progresistas", en alusión a la formación morada. Aun así, él niega que ello sea un distanciamiento de un partido que continuamente pone al PSOE contra las cuerdas, como con la moción de censura a Rajoy.

Ante ese escenario, la andaluza encuentra un filón para explotar con los cambios sufridos por el discurso de Sánchez. "Yo siempre he defendido lo mismo, haya proceso electoral o no", soltó hace unos días. Las palabras llegan después de que el exsecretario general se posicionara a favor del derecho a decidir –sin referéndum– y la reforma plurinacional del Estado, aunque más tarde recalcó que era para una "nación cultural" catalana.

Por el contrario, él no podrá criticar virajes en el discurso de la candidata rival, ya que esta presentará el martes su programa en Madrid y ha adelantado que supondrá un continuismo respecto de los postulados socialistas vigentes. "Tengo una idea clara de lo que tiene que ser la cohesión territorial y social y el modelo de partido", dijo en alusión a la reforma federal de la Constitución —como recoge la declaración socialista de Granada del año 2013—. Por ese motivo, se autoafirma a que no entrará en una "subasta por un puñado de votos" en Catalunya.

La cuestión es que el "neutral" territorio del PSC –feudo donde Sánchez arrasó en avales– es contemplado por los susanistas como una oportunidad para recuperar voto durante las primarias. "Yo nunca he creído en las encuestas, el día 21 habrá compañeros y compañeras que irán a votar", dijo el alcalde de Cornellà, Antonio Balmón. La idea subyacente es la de una espiral del silencio en torno al voto a Susana –porque no estuviera bien visto confesarlo–, y la posibilidad de que los suyos no se hubieran movilizado, al considerar que arrasaría.

Así las cosas, ninguno de los dos candidatos quiere ver consumado el cisma. La andaluza dice que se dirigirá a los otros dos para "cerrar filas" por la reconstrucción de un partido que vuelva a tener posibilidades para ganar las elecciones. Y el madrileño también apela al "liderazgo sin rencor". Si bien, los veteranos del PSOE lo prevén difícil, como el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, insinuó. "O acabamos con las primarias o las primarias acaban con nosotros", dijo en referencia al duelo entre dos antiguos enemigos. Díaz y Sánchez: "Tú en San Telmo, y yo en la Moncloa", de nuevo. O esta vez no.