Imagina que cada diario es un grupo parlamentario que vota con su portada. Este jueves, el Govern tendría perdida la moción de censura. Toda la prensa, la de Barcelona y la de Madrid, le votaría en contra o se abstendría, si hacemos caso de sus portadas, que abren con las protestas de los servicios públicos y las atribuyen a la torpeza de un Gobierno cegado por la "República". El Govern es incompetente porque es indepe, vamos. Se ven imágenes de impacto en El Mundo, La Razón, Ara y El Periódico. La excepción es ABC, que hace un póster con Felipe VI y el presidente chino Xi Jinping, de visita oficial.

La prensa de Madrid (más El Periódico) aprovechan los hechos para hacer sangre, mucha sangre. Explican que el monopolio del proceso sobre el debate público ha tapado los problemas reales, que ahora aparecen en toda su crudeza, a causa "de la falta de recursos y de gestión" de la Generalitat, como explica El País. Más mala sombra tienen los titulares de El PeriódicoEl Mundo. "Otoño caliente", dice el diario del Grupo Zeta, volteando el concepto: tenía que ser una temporada movida por la protesta popular soberanista y resulta que la movida procede de médicos, universitarios y bomberos. De lo que El Mundo llama "La Catalunya real".

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La cuestión es qué cuadro pintan esas portadas y esos titulares con los hechos, en qué relato los insertan para darles qué sentido. Mientras La VanguardiaAra estampan los hechos tal cual –y tú piensa lo que quieras–, el resto dibujan un paisaje donde la mayoría independentista del Parlament y el Govern de la que depende no cuidan los asuntos sociales ni a la gente, tan pendientes como están del procés. Pronto, los columnistas espabilados remacharán el clavo. Dirán: el soberanismo no es más que una obsesión identitaria de una minoría de corruptos o de burgueses o de nostálgicos... sin proyecto social ni de progreso. ¡Apartaos de él! ¡Es un problema falso!

Este es el meollo del relato que fabrican estos diarios. Hay una Catalunya genuina que sufre problemas auténticos –la asistencia primaria, las tasas universitarias, las listas de espera, los maestros interinos...– y una "Catalunya falsa", la del 21-D, que vive drogada por el sueño de la independencia y desatiende la vida ordinaria y los líos de la gente de la calle. Es tan simple como pretender que un problema quita el otro y tan tonto como creer que no se puede andar y masticar chicle al mismo tiempo.

Hechos reales, relato fabricado

Los hechos son como son. Los recortes, el malestar, las huelgas... son reales. La (in)competencia del Gobierno es la que es. Es asunto viejo. Como recordaba aquí Jordi Barbeta, lleva tiempo arrastrándose: solo en un trimestre, los que suspenden al Govern en el barómetro del CEO han pasado del 43,2% al 51,9%. El descontento ha aumentado en nueve puntos. Las protestas son la consecuencia.

El de las portadas de hoy, sin embargo, es un relato parcial, en blanco y negro, del que se omiten los elementos que le darían color y perspectiva. Las reivindicaciones también tienen que ver con la falta de recursos (no llueven millones) y el ahogo financiero del autogobierno catalán, con la desconfianza y las obligaciones y promesas incumplidas del Estado, y con el afán de enfrentar a los catalanes con este Govern.

Cada portada que atribuye el malestar de la calle a una causa unívoca o hace una lectura binaria de buenos y malos, secuestra la realidad en favor de algunos intereses políticos. Este Govern que no gestiona como es debido y tiene a la gente en la calle legítimamente enfadada... ¿es el Govern que el soberanismo habría querido hacer tras el 21-D, o es el que ha podido hacer con un brazo y una pierna atados a la espalda por el proceso judicial de sus líderes y la represión? ¿Ahora quieren hacer ver que estas reivindicaciones sí son genuinas y las del referéndum no? ¿Los bomberos que querían entrar en el Parlament son diferentes de los que se interpusieron –y recibieron– entre los votantes del 1-O y la policía española y la Guardia Civil?

¿A quién beneficia?

Contar deliberadamente solo una fracción de la historia es parte de una estrategia o manifestación de algún prejuicio. Sirve preguntarse si lo que hay detrás de esas portadas es interés por los "problemas de la gente" o ganas de dar una patada al "problema catalán" en el culo del Govern Torra. El Mundo, en una de sus piezas de portada, no se corta de enseñar la patita: "Sánchez ofrece frenar los recortes con los presupuestos". ¿No estarán hablando de los mismos presupuestos que ese diario reprueba desde que se conoció el proyecto, los mismos que la UE puso en duda? Acabáramos.

Salvadas las distancias ¿no sería ridículo y demagógico utilizar la ausencia de la líder de la oposición, entregada a la campaña de las elecciones andaluzas, para acusarla de olvidar insensible y crudamente a sus electores catalanes en estos momentos de grave padecimiento y dolorosa zozobra, etcétera? En otra hipótesis, ¿cuáles serían los titulares de esos diarios si las protestas acabaran en un asedio a la delegación del Gobierno español –y no les faltaría razón? Pues eso. En un país que no es normal todo es más complicado.