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La divisa, pues, clara: hacer caer el símbolo, hacer caer a Mas. La CUP ha decidido continuar con su tesis: no investir a Artur Mas y esperar a que Junts pel Sí (JxSí) mueva "la ficha", es decir, que presente candidato alternativo. El mensaje de la Jornada de Debat Nacional que la biosfera cupaire ha celebrado este domingo en Manresa ha sido claro: hurgar para encontrar disidencias dentro de JxSí que aparten a Mas de la carrera presidencial.

Durante la mañana, representantes del comité negociador, diputados y miembros del secretariado han explicado el minuto y resultado de las conversaciones con JxSí. Han detallado las propuestas hechas. Anna Gabriel incluso se ha permitido criticar a ERC por su actitud de presionarlos para alcanzar más cuotas de poder.

Después han hablado las trece territoriales y las nueve organizaciones. Sólo dos de las trece territoriales se han mostrado abiertas a investir a Mas: Maresme y Girona. Las otras se oponían con firmeza, como Barcelona, y otros entonaban el hábil keep calm que se ha impuesto en la política catalana los últimos tres años.

Los del No

Las organizaciones lo tenían más claro. Más allá de los posicionamientos de Endavant Osan –en contra– o Poble Lliure –más próximos al acuerdo–, organizaciones como Lluita Internacionalista o Corrient Roig se oponían firmemente.

Pero quien ha movilizado sus cuadros ha sido Arran, la pedrera de la CUP, que ha cargado contra el símbolo del "recorte y las privatizaciones" que significa no sólo Mas, sino CDC. "Toda la juventud que acaba de llegar a la lucha independentista ha vuelto la espalda al acuerdo, y los que como yo que llevamos treinta años y sabemos lo que nos ha costado llegar hasta aquí, nos hemos quedado con un palmo de narices", confesaba un veterano dirigente cupaire  a El Nacional tan pronto como han acabado las votaciones.

Por la tarde, el debate ha sido más prolífico, con multitud de palabras pedidas por militantes y miembros del cosmos cupaire. Tenían dos minutos para hablar. Y ahí es nada como los han aprovechado. Ha habido intervenciones de todos colores, con razones diversas y contundentes. Pero todo indicaba que la mayoría apostaba por no investir a Mas.

Momento Fainé

"Antes investiríamos a Isidre Fainé que a Mas", ironizaba uno. Otra exponía que "Mas era el símbolo que había que hacer caer, como Ada Colau hizo con el retrato del rey, aquello sí que fue Divino de la Muerte". A cada intervención, aplausos.

Maria José, de Barcelona, ha puesto como ejemplo la estrategia de la CUP con Colau: "a las reuniones de confluencia nos decían que éramos unos radicales y ahora somos un referente, no investimos a Mas y si hacen falta, elecciones". Quizás Maria José no recuerda que la CUP le prestó un voto a Colau.

Un señor de la Alta Garrotxa ha pedido comprensión "con el momento histórico". "¡CDC ha llegado muy lejos!", recordaba otra. "Con Mas el procés se hace más estrecho, no más ancho, si no es presidente, la izquierda se alineará con la independencia", afirmaba otra. "No podemos investir a Mas porque no podemos permitir que CDC lidere institucionalmente el procés", aseveraba otra voz. Y otro concluía que "los adversarios están en Madrid y no dentro de casa". El hilo conductor de todas las intervenciones: pruebas palpables hacia la ruptura y el proceso constituyente.

La votación final

Finalmente ha llegado la votación de los cuatro puntos. En resumidas cuentas, se resumían así: pedir a JxSí una alternativa a Mas (823 votos), ir a nuevas elecciones al Parlament de Catalunya (574), aceptar la investidura de Artur Mas (434) y los que esperan que se celebren las elecciones generales españolas del 20D (139). Por lo tanto, la CUP está donde estaba, pero con una diferencia: pasar a la ofensiva y reconvertir el pressing CUP en el pressing ERC y los independientes a fin de que Mas caiga.

Las caras eran un poema entre los partidarios del acuerdo, aunque sea con una pinza en la nariz, para investir a Mas. Sólo había que ver la carcajada de Gabriel, los ojos de Benet Salellas y sólo había que ver las caras de muchos otros del secretariado o diputados que estaban detrás del atril donde David Fernàndez aseguraba que "O Mas o marzo no era el terreno de juego de la CUP". Las dos posiciones se identificaban, pero con respeto entre ellas. En democracia los votos se cuentan, no se interpretan. "Con la pureza no vamos a ningún sitio", admitía un "cuarentón" dirigente de la CUP. "Con Mas no vamos a ningún sitio", defendía un jovencito cupaire. Pero el proceso, con cierto pesar, continúa. No sabemos hasta cuándo.