Como Argentina, Podemos se ha convertido en sinónimo de crisis permanente. La ley de Murphy trasladada a la política: cuando creen que no pueden caer más bajo, lo consiguen. Estos días se cumplen cinco años de su eclosión. El 25 de mayo del 2014 aspiraban a conseguirlo todo, a "asaltar cielos". El 26 de mayo del 2019 no aspiran a mucha cosa. De hecho, han perdido el poco poder del que disponían. La cabeza cuestionada este lunes de resaca electoral no es la de Pablo Casado, sino la de Pablo Iglesias, que por el camino también ha perdido a todos los compañeros de viaje. Y también puede haber perdido el último tren a Moncloa, con un Pedro Sánchez reforzado. No han faltado los reproches y los lamentos en estas horas tan graves consecuencia de las eternas batallas internas, pero también por muchas expectativas frustradas.

Sin ir más lejos, el espacio político del 15-M ha perdido sus dos buques insignia: el Madrid de Manuela Carmena y la Barcelona de Ada Colau. En el caso de la capital española lo ha hecho con un Pablo Iglesias que durante las horas previas al 26-M no pedía el voto por la alcaldesa, sino por el candidato de Izquierda Unida. También ha perdido la alcaldía de Zaragoza, con un descalabro descomunal. En València seguirá Joan Ribó, de Compromís, pero sin ningún concejal de Podemos en el consistorio. Curiosamente el mejor parado ha sido el alcalde de Cádiz, José María González Kichi, el más alejado de las batallitas de la calle Princesa de Madrid.

En la Comunidad de Madrid las cosas no han ido mucho mejor. Las izquierdas tenían la primera oportunidad de arrebatar la Real Casa de Correos al PP después de un cuarto de siglo. Pero la batalla de egos llevó a la competición interna entre el Más Madrid de Íñigo Errejón y el Podemos d'Isa Serra. El resultado ha sido dos escaños más para el bloque de la derecha y la extrema derecha. Además, la pugna la ganó Errejón de forma contundente, por veinte contra siete escaños.

La onda sísmica también ha llegado al resto de comunidades, donde como mucho aspira a jugar un papel subalterno. En los parlamentos de Castilla la Mancha y Cantabria se ha quedado sin representación. En Madrid ha perdido veinte escaños; en Castilla y León y Aragón, nueve; en Asturias, Navarra y La Rioja, cinco; y en Murcia, Baleares y Canarias, cuatro. Cinco años de su eclosión se encuentra a la unidad de cuidados intensivos.

Los reproches llegaron con el escrutinio que todavía no había finalizado. Llegaron como siempre: en público y a través de Twitter. "Las cloacas convencieron a Errejón para que rompiera Podemos. ¿Te ha merecido la pena, Íñigo?", le preguntaba el exdirigente del partido Juan Carlos Monedero. El interpelado también replicaba a las críticas: Podemos no puede "echar balones fuera" y tiene que hacer autocrítica.

No ha sido hasta este lunes al mediodía que Pablo Iglesias ha comparecido para admitir los resultados desastrosos. No lo hizo durante la noche electoral. Pero de autocrítica, de los motivos que han llevado a esta debacle electoral sin paliativos, ha habido muy poca. Como mucho que "tiene claro que la división queda y la suma multiplica". Una rueda de prensa de sólo diez minutos.

El secretario general de Podemos ha descartado la dimisión y ha remarcado todas las comunidades donde serán decisivos. Y sigue reclamando a Pedro Sánchez --reforzado nuevamente en las urnas-- un Gobierno en coalición en contra del Gobierno monocolor que quieren los socialistas. Pero es Iglesias es consciente de que su poder negociador no puede cotizar más a la baja de lo que lo hace ahora.

El mismo José Luis Ábalos se ha encargado de recordarle este lunes por la tarde. Ha pedido a su formación que sean "realistas y humildes" después de la derrota electoral. Si bien ha evitado descartar como ministro el nombre del secretario general de Podemos, sí que ha limitado su ofrecimiento a un gobierno "de orientación socialista" donde se podrían incorporar "independientes y progresistas", pero no mucho más.

Tendrían que pasar muchas cosas para que Pablo Iglesias acabara siendo ministro. En Ferraz ya han visto que el rey va desnudo.