El escenario que han dejado tantas elecciones en el Estado en poco menos de un mes es muy endiablado. Hay que negociar acuerdos de investidura y de gobierno, pero el contexto político no lo pone nada fácil. Además, hay tres niveles. Por una parte, el municipal, que sí que tiene una fecha límite: el 15 de junio. En segundo término, el de las doce comunidades autónomas que celebraron elecciones el 26-M. Y finalmente, la Moncloa, donde influirá todo lo que pueda pasar en el resto de territorios. En estos momentos hay más contradicciones en las sedes de todos los partidos que certezas.

Turull Pedro Sánchez Congrés EFE

PSOE

A priori, es el ganador indiscutible de las dos citas electorales de este año. El 28-A venció con claridad sobre el resto de sus competidores, y es Pedro Sánchez quien buscará la investidura para seguir en la Moncloa. Pero los escaños de Unidas Podemos, a pesar de la debacle electoral, siguen siendo imprescindibles para dar a los socialistas la estabilidad que les falta. Su apuesta siempre ha sido la de un gobierno en solitario, en contra de la coalición que reclama Pablo Iglesias. Pero en las últimas horas se ha abierto a incorporar ministros independientes designados por Podemos.

Pero la intención de Pedro Sánchez es la de ir más allá de Pablo Iglesias, y jugar con la geometría variable del Congreso de los Diputados. A pesar de los gritos de "con Rivera no" que se escucharon en Ferraz el 28-A, y de los cuales el presidente dijo tomar nota, los socialistas quieren romper el "cordón sanitario" que les ha impuesto Ciudadanos. Algunos barones, como Emiliano García-Page, no esconden sus preferencias.

La victoria del 26-M fue más agridulce. A pesar de ser primera fuerza en la mayoría de comunidades, en muchas las tres derechas son capaces de sumar. Si hay un lugar donde más se están poniendo de relieve las contradicciones de los socialistas, este es Navarra. Ellos tienen la llave. Mientras el PSN de María Chivite intenta tejer una alianza progresista con Geroa Bai, Podemos y Ezkerra, y la abstención de Bildu, desde Ferraz se desmarcan y dicen que no quieren saber nada de esta vía.

casado ayuso almeida - efe

PP

Aparentemente, en el Partido Popular de Pablo Casado es donde hay más certezas. En Génova tienen claro que la vía es la andaluza, y que si hace falta irán más allá. Los populares compran las "mesas a tres" de la extrema derecha de Vox, e incluso están dispuestos a integrar a miembros ultras en estos gobiernos municipales y autonómicos. Y eso que, para Casado, después del 28-A, los de Santiago Abascal también eran "extrema derecha". Si fructifican los tripartitos, no sólo podrán conservar la Comunidad de Madrid, sino también arrebatar el Ayuntamiento a Manuela Carmena. Lo mismo podría pasar en Castilla y León y Murcia. Si es para conservar poder, el "giro en el centro" es de 360 grados. Ya están intentando hacer el acercamiento imposible entre Cs y Vox.

Probablemente la única nota discordante es la del Ayuntamiento de Barcelona. Fue Miquel Iceta quien destapó la caja de Pandora, planteando a Ada Colau una alternativa para mantener la vara de alcaldesa, y continuó con los seis votos "sin condiciones" de Manuel Valls. Finalmente, a la fiesta se sumó Josep Bou, que también entregó a sus dos concejales a la candidata de Barcelona en Comú.

Valles rueda de prensa mueca EFE

Ciudadanos

Enseguida, la misma noche electoral, Albert Rivera proclamó que gobernarían la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid. Contaba con que, con la suma de las tres derechas, podría repetirse un escenario como el de Andalucía. Pero ahora Vox es más exigente y pide que Ciudadanos también aparezca en la fotografía de la mesa de negociación e incluso incorporarse en los gobiernos. Habrá que ver hasta qué punto la extrema derecha mantiene sus condiciones y qué hará el partido de Rivera si se encuentra en esta disyuntiva. De momento, su dirección mantiene la negativa a "gobiernos a tres".

Lo que sí que se ha rebajado un poco es el no a los socialistas. Si durante los últimos meses y semanas era una negativa rotunda y tajante, ahora la formación sí que contempla llegar a acuerdos "excepcionalmente", aunque su "socio preferente" sean los populares. De hecho, su candidato en Castilla y León, Francisco Igea, está enterrando el veto explorando una alianza con el socialista Luis Tudanca. Al final aspiraban a hacer el sorpasso al PP, no a ser su socio secundario.

El Ayuntamiento de Barcelona también es un elemento de conflicto para el partido de Albert Rivera. Su hombre en Barcelona, Manuel Valls, va por libre, y ofreció sus seis concejales a Ada Colau sin ni siquiera consultarlo con Madrid. Desde la dirección mantienen que sólo contemplan investir a Jaume Collboni, pero no a la candidata de los comunes. Pero también genera discrepancias. Sin ir más lejos, su jefe de filas en el Parlamento Europeu, Luis Garicano, se ha mostrado partidario de esta opción.

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Podemos

El espacio político de Podemos fue el gran derrotado la noche electoral del 26-M. Están a punto de perder el poco poder del que disponían, su capital político: las "alcaldías del cambio". También se ha visto arrasados por el tsunami Pedro Sánchez, que les ha arrebatado la representación en todos las asambleas autonómicas. En los parlamentos de Castilla la Mancha y Cantabria directamente se ha quedado sin representación. Todo esto le resta mucho poder negociador en su camino a la Moncloa, donde exige un ministerio desde el 28-A.

Nuevamente, el Ayuntamiento de Barcelona es el principal punto de contradicción también del espacio de los comunes. De hecho, Ada Colau es la principal protagonista de este serial. La alcaldesa en funciones tendrá que decidir si prioriza el poder, aceptando los votos de Manuel Valls y Josep Bou, o si por lo contrario pone por delante una alianza de izquierdas con ERC, aunque eso suponga perder la vara de alcaldesa. En sus manos estará el destino de la capital de Catalunya.

En Madrid, paradójicamente, ha sido el mismo Íñigo Errejón quien ha tomado la iniciativa para ofrecer al PSOE y Ciudadanos un acuerdo para la Comunidad y el Ayuntamiento que haga que sus gobiernos no dependan de la extrema derecha de Vox. La misma Manuela Carmena ha apelado al "ejemplo" de Manuel Valls para detener a los ultras. La noche electoral dijo que ya no sería alcaldesa.

Constitución Congreso - Santiago Abascal - EFE

Vox

La extrema derecha tiene muy claro cuál es su apuesta, que va más allá de la de hace medio año en Andalucía: quieren negociaciones a tres bandas, y si puedes estar con ellos en el interior de los gobiernos. Por eso, a diferencia del caso andaluz, reclaman como a condición que Ciudadanos no se escape de la fotografía y se siente en una mesa de negociación con ellos. Después de no alcanzar las expectativas tan elevadas en las elecciones, la formación ultra tendrá que decidir si mantiene el pulso o no. Si los dos, tanto Rivera como Abascal, van hasta las últimas consecuencias, podrían ver frustradas las alternativas a los gobiernos de izquierdas.