Las citas en la agenda de Pere Aragonès se han multiplicado a lo largo de los últimos dos meses, el tiempo que hace que ostenta las funciones de presidente de la Generalitat en sustitución de Quim Torra, inhabilidad por el Supremo a finales de septiembre. La segunda ola de la pandemia ha coincidido con el relevo. Ocupado con la gestión de la crisis del coronavirus, ha supervisado también la negociación presupuestaria con la Moncloa. Este martes, dos meses después de asumir la máxima representación del gobierno catalán, se ha reunido por primera vez con un presidente autonómico, el socialista Ximo Puig.

El resumen: comparten luchas en materia económica pero divergen sobre la evolución del conflicto entre Catalunya y España. Por ejemplo, con respecto a la amnistía.

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Aragonès ha recibido a Puig en su centro de operaciones, las dependencias que el Departamento de Vicepresidencia tiene en el Distrito Administrativo de la Zona Franca. Para evitar (más) tensiones, se pactó con JxCat que el líder de ERC comandaría a la Generalitat desde allí y no desde el Palau de la Generalitat.

La cita ha durado hora y media. Ha sido a puerta cerrada, no ha habido comparecencia posterior pero sí un comunicado conjunto. La situación epidemiológica ha centrado, lógicamente, buena parte del encuentro, donde también han abordado aspectos económicos y la relación entre Catalunya y España. Este último punto ha estado donde ha habido más discrepancias. Si bien el Puig apuesta por reanudar y mejorar las relaciones entre las dos partes, la reivindicación de la amnistía para resolver el conflicto que hacen el Govern y del Parlament no la comparte.

Ambos dirigentes se han emplazado a colaborar en las reivindicaciones que les unen y que eminentemente tienen que ver con la mejora de los recursos que les llegan de Madrid. 

Frente común contra el dúmping madrileño

La eterna exigencia para que el Estado revise el modelo de financiación autonómica es  uno de los retos donde convergen los intereses de Catalunya y el País Valencià. El propio Ximo Puig define el sistema actual como "una anomalía que nos condena a vivir como pobres y pagar como ricos". El presidente valenciano es firmemente defensor de la armonización fiscal por la cual apuesta ERC en su acuerdo presupuestario con el gobierno Sánchez. Instantes antes del encuentro, el vicepresidente Aragonès ha reconocido que uno de los "puntos comunes" en que coinciden los dos mandatarios está en la necesidad de acabar con la competencia desleal que hace Madrid en el resto de comunidades autónomas en materia tributaria. Para Puig, el llamado dumping fiscal podría calificarse de "cierto movimiento independentista" madrileño.

Todavía en materia económica, Puig y Aragonès han coincidido en la voluntad que sean las comunidades autónomas quienes gestionen los Fondos Europeos de Reconstrucción. Además, se han intercambiado documentos de trabajo sobre los planes y estrategias de recuperación económica y social de los dos territorios.

Otra cuestión coincidente entre catalanes y valencianos es la reivindicación del corredor mediterráneo. De hecho, la última vez que un presidente de la Generalitat viajó a Valencia en viaje oficial fue Puigdemont el año 2016, para hacer un frente común para reclamar esta infraestructura.

La vía valenciana

Aflojar la cuerda, rebajar la confrontación y tejer alianzas. O dicho de otra manera, "construir puentes y no trincheras". Es como ha definido Ximo Puig la 'vía valenciana', su receta para solucionar el conflicto entre Catalunya y el Estado español. Por la mañana, antes de verse con Aragonès, el presidente valenciano ha apostado durante una conferencia en el Círculo de Economía, para la recuperación del diálogo, por la recuperación de las relaciones institucionales. De hecho, ha pedido a los dos gobiernos, catalán y español, que se arremanguen para reconducir la situación. En este sentido ha reclamado al gobierno Sánchez que haga un esfuerzo, "un paso" para recomponer los afectos con Catalunya".

Ahora hace cinco años, el socialista expulsó el PP de la Generalitat valenciana, que los populares habían comandado ininterrumpidamente durante dos décadas. Fue gracias al Pacto del Botánico, un acuerdo entre socialistas valencianos y Compromiso con la participación de Podemos. Un tripartito que se reeditó cuatro años después y que, como todas las coaliciones de gobierno también atraviesa sus propias sacudidas. Y es que la gestión de la pandemia ha puesto a prueba las costuras del Botánico, que ha terminado trampeando el vendaval. 

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