El PSOE mantiene vivo el enfrentamiento interno por la reconstrucción del partido, una vez superada la abstención en la investidura de Mariano Rajoy. Con seis derrotas electorales a la espalda y la marcha del exsecretario general, Pedro Sánchez, la gestora y la federación andaluza quieren darse tiempo para redefinir tanto el proyecto político, como el liderazgo. Así y todo, Sánchez no está dispuesto a rendirse y presentará batalla encabezando una nueva facción, que quiere que se consume de inmediato. A la tensión interna, también se sumará la relación con el PSC para los próximos años.

Después de renunciar como diputado, Sánchez quiere emprender el camino por el control de la formación con un nuevo proyecto político. De sus declaraciones en Salvados se desprende que este sería próximo a las tesis de Podemos, sobre todo cuanto al diálogo con Catalunya como nación, la denuncia de unos presuntos "poderes". El enfado por el golpe de los barones críticos llevó al socialista a afirmar que recorrería España en coche para "recuperar" al PSOE para la militancia y exigía a la gestora que convocara con "urgencia" un Congreso del partido.

Se desconoce si sus adeptos habituales comulgan con la cuestión catalana, pero sí avalan la idea de enderezar el partido de inmediato y acercarse a Podemos. Son ejemplos los socialistas de Euskadi, que piden un Congreso pronto, donde creen que Sánchez sería un "excelente" candidato. Junto con el PSE está la federación de Madrid, Melilla y las Baleares. El objetivo es dar voz afiliados en unas primarias, hecho que Sánchez cree que le permitiría imponerse entre las bases y recuperar visibilidad perdida dejando el escaño. Además, se evitaría que la gestora controle Ferraz durante meses y se cronifique.

Díaz apunta pero se aparta

Pero todo apunta que la estrategia vencedora será la de largo plazo defendida por Andalucía y la gestora actual. El presidente Javier Fernández dice que el órgano está llamado a convocar un Congreso, pero no de forma inminente. A él, se sumó el portavoz Mario Jiménez, quien replicó que hay que fijar "el mejor calendario" para todos y no para unos pocos. La idea es repensar el partido en un proceso que según algunas fuentes podría prolongarse de 6 a 7 meses. La plataforma sería un ciclo de conferencias políticas sectoriales donde nutrirse de ideas de las bases y de expertos.

Si bien, la importancia de los tiempos recae encubre una tensión ideológica y de poder. Con la caída electoral, Fernández admitió que el PP sí tenía un proyecto "atractivo", a diferencia del PSOE. El líder asturiano había denunciado con anterioridad la 'podemización' del partido y reiteró la voluntad de desmarcarse del 'populismo' de la formación morada. Las tesis son compartidas por Susana Díaz, quien hace días clama que el PSOE debe ser un partido capaz de aglutinar "mayorías" y ser "autónomo" de PP y Podemos, "sin complejos", y que no atienda a "posturas personalistas". Díaz propone pero no se postula, como es habitual en ella.

Ello es así porque los tiempos del PSOE también influirán para construir el nuevo liderazgo. Habitualmente se ha creído que Díaz aspira a liderar la formación, pero su imagen de 'golpista' la habría perjudicado. La reconstrucción en un periodo largo de tiempo podría ser primordial para ella, en detrimento de Sánchez –que podría ir siendo olvidado e ir perdiendo apoyos entre las bases. Aun así, el exsecretario general obvia un elemento cuando piensa en la reconquista del PSOE y es que él fue escogido gracias a la cesión de avales de Díaz –quien quería arrinconar al vasco Eduardo Madina–

En esa lucha, el contexto será clave para los críticos. Con la abstención ante Rajoy, Andalucía y la gestora insinúan un PSOE que haga de oposición pero con "sentido de Estado". Y cuanto más larga sea la legislatura para el PP, más forzados a reformularse en esa línea. Aun así, voces de la antigua dirección sanchista avisan de que la pérdida de afiliación y votos se corresponde con una desconexión con el electorado y la abstención puede favorecer la pujanza de los podemitas. Finalmente, la dureza de las sanciones de la gestora a los díscolos que votaron 'no', podrían avivar el malestar del partido.

La tensión con el PSC

En paralelo, se encuentra la relación con el PSC. Sánchez se mostró siempre partidario de mantener la relación y pidió a la gestora que no le sancionaran. Como explicó El Nacional, esta estudia reformular la relación con los socialistas catalanes, donde incluso, se les podría sacar de los órganos de dirección. El propio Mario Jiménez dijo que había que buscar un proyecto "más equilibrado" y "simétrico" al estilo CDU y CSU alemanes. Eso pasa, porque algunos críticos encontraban injusto que el PSC pudiera votar diferente en la investidura de Rajoy, pero tomar de decisiones.

Además, la reciente proximidad de un sector de éste con la plurinacionalidad y las tesis de los comunes, también levantó ampollas en su momento. Es por ese motivo que Fernández consideró la necesidad de repensar su relación, aunque no de echar a los catalanes, como tampoco parece que quisiera Díaz. Aun así, la reconstrucción del proyecto político socialista buscará un encaje para su partido hermano, que podría sentirse menos cómodo en adelante, de solidificar la pujanza del anticatalismo susanista de los últimos tiempos.