España tiene en Margarita Robles una ministra de Defensa —la de les banderes i avions i tot el cercle de canons— que defiende el espionaje indiscriminado y sin control a políticos, abogados, periodistas y etcétera por el hecho de ser independentistas —una posición disidente legítima—, y lo que inquieta a los diarios es si se mantendrá en el cargo, la estabilidad del gobierno del que forma parte o si se aprobarán tales leyes esta semana o la que viene. Este es el resumen de las preocupaciones de la mayoría de portadas impresas de hoy. Ni un solo título dice que el gobierno español, su ministra de Defensa, amparan la conculcación de derechos y libertades civiles y políticas que supone vigilar y espiar a ciudadanos sin autorización judicial. El Gobierno protege el espionaje ilegal. El Gobierno justifica el espionaje ilegal. El Gobierno patrocina el espionaje ilegal. Se podrían hacer quince títulos más como estos, que no sólo explican la sustancia de lo que pasa sino que están a la altura de la gravedad del abuso. Dice la ministra Robles que el Estado no tenía más remedio, que no podía hacer otra cosa, que estaba amenazado. Y los diarios —descontados los hooligans que convierten a las víctimas en verdugos, como El Mundo o l'ABC— no reaccionan, lo aceptan, son comprensivos, les parece tan normal, como les pareció que seis mil u ocho mil policías y guardias civiles atemorizaran y pegaran de lo lindo a los votantes del 1 de Octubre porque, ui, ay, oy, lo que les preocupaba era si había mil heridos o dos. También les pareció normal el 155 y todo el proceso judicial posterior. Los diarios de hoy se apuran y enervan porque la reacción de los aliados de la ministra es pedir su dimisión. ¿Es qué deberían felicitarla porque para defender la Constitución la ha conculcado de la peor manera? Si lo hace ella ¿por qué no puede hacerlo cualquiera? Más aun, otra ministra —en este caso Pilar Llop, la de Justicia, ahí es nada— salió a reforzar a su colega recordando a los que reclaman protección para sus derechos y libertades que si no callan volverá la represión, la prisión y el exilio. Que no falte de ná.

Tantas barbaridades como se dijeron este miércoles en el Congreso desde el banco del Gobierno… Sorprende la pusilanimidad y el miedo con que reaccionan los diarios. No es de ayer que la prensa está asustada, no. Por eso, libres de marca, Pedro Sánchez, Fernando Grande-Marlaska, Margarita Robles, Pilar Llop y tutti quanti, se permiten decir lo que han dicho estos días. Nadie les pide cuentas. Nadie les dice que esta cultura política es incompatible con la democracia, que es intolerable. ¿Será que ya les parece bien así? Con la mitad de la indignación y energía con que esos diarios reaccionaron contra el independentismo en los años del procés, políticos como los mencionados no se sentarían ni en el consejo de ministros ni en las Cortes ni en ningún otro lugar. Decía ayer un periodista de referencia de La Vanguardia que el problema es no aceptar o no entender que este escándalo, bautizado CatalanGate, va de democracia y afecta a todo el mundo: independentistas, unionistas, monárquicos, republicanos, conservadores, progres, liberales, comunistas y ultras y también a los que se ríen del muerto y de quién lo vela. También a los periodistas. Ya. Más vale tarde. Pero eso es apenas una parte de la cosa. La otra, como remacha un humorista bien conocido, es "dejar de hacer ver que el CatalanGate es sólo un problema de salud democrática que puede arreglarse en un abrir y cerrar de ojos, y no una estrategia política (programada, transversal y sostenida en el tiempo) de persecución a una minoría nacional". Cualquier Estado haría lo mismo, dicen. Vladímir Putin favearia este tuit. De hecho, el autócrata ruso ha respondido a Margarita Robles. ¿Qué tiene que hacer Rusia con Ucrania y los ucranianos si no es destruirla y matarlos? Por suerte, ni todos los estados democráticos se comportan como el español ni todos los diarios hacen como la mayoría de los de aquí. Por eso, en otros estados democráticos —imperfectos como son todos—, los ciudadanos y las minorías respiran mejor y sus derechos y libertades están protegidos.

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