Lo que todavía no ha sido posible a nivel español, lo ha sido ahora por primera vez a nivel autonómico. Castilla-La Mancha ha estrenado este jueves el primer gobierno conjunto entre el PSOE y Podemos, encabezado por el presidente socialista Emiliano García-Page. Se ha hecho oficial con la toma de posesión de José García Molina como vicepresidente segundo y de Inmaculada Herranz como consejera encargada de la coordinación del plan de garantías ciudadanas. El desarrollo de este acuerdo será seguido con lupa desde Madrid.

Es el primer acuerdo de gobierno conjunto entre los dos partidos. Habían llegado a acuerdos de investidura en cuatro comunidades autónomas (Baleares, País Valenciano, Aragón y Castilla-La Mancha), pero la formación morada no había asumido todavía responsabilidades de gobierno. Pero justamente aquel pacto de investidura manchego, que fue roto hace once meses, es el que ha obligado a las dos formaciones a sentarse para poner fin a la inestabilidad.

"Es un acuerdo que marca el camino de lo que podría y debería suceder en España", decía Pablo Echenique, número dos de Podemos, después de que las bases del partido decidieran a finales de julio aprobar los nuevos presupuestos manchegos y entrar en el gobierno. Fue aprobado con el 77,9% de los votos de la militancia. Las negociaciones, que no fueron fáciles, fueron desbloqueadas por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Las relaciones entre PSOE y Podemos en Castilla-La Mancha han estado marcadas especialmente por la oposición del susanista Emiliano García-Page a que Pedro Sánchez fuera presidente del gobierno español con el apoyo de Unidos Podemos y los nacionalistas catalanes. El presidente manchego ya no piensa lo mismo, al menos para su comunidad.

Un camino tortuoso

La alianza entre PSOE y Podemos en Castilla-La Mancha ha pasado por muchas turbulencias. En junio de 2015, los dos partidos pactaron la investidura de Emiliano García-Page. El PSOE gobernaba en solitario con el apoyo parlamentario de Podemos, y consensuaban 13 medidas, sobre reforma democrática de las instituciones, reforma del Estatuto de autonomía, transparencia o medidas de rescate ciudadano. El pacto tenía "una vocación de permanencia", decía entonces García-Page después de rubricar el pacto ante notario.

Quince meses después, en septiembre de 2016, el secretario general de Podemos, José García Molina, daba por "muerto" el acuerdo de investidura. Denunciaba que el presidente manchego había estado actuando "espontánea y unilateralmente durante más de un año, más ocupado en anuncios que en obras y más ocupado en lo que se mueve en Ferraz y en decapitar a Sánchez que en dar vida a Castilla-La Mancha".

Después de casi un año, la cabeza decapitada de Pedro Sánchez ha sido puesto de nuevo en su sitio y Podemos está dentro de un gobierno socialista. En Madrid, donde todavía está latente una hipotética segunda moción de censura -esta vez liderada por los socialistas-, se lo miran de cerca.