A pesar de todos los rumores, Pablo Casado ha acudido este miércoles al Congreso de los Diputados. Tenía preguntas, como cada sesión de control, para Pedro Sánchez. Pero no han pasado ni diez minutos entre su entrada y su salida del hemiciclo. De hecho, el líder estatal del PP ha renunciado a la réplica al presidente del Gobierno. A media pregunta, se ha levantado del escaño y se ha marchado, acompañado de sus pocos fieles: Pablo Montesinos, Antonio González Terol y Ana Beltrán. Irónicamente, después de su primera y única intervención, le ha aplaudido todo su grupo parlamentario. El mismo grupo parlamentario que le ha abandonado en las últimas horas para pedir un congreso extraordinario. Muy solo y con aire de despedida.

La presión era del todo insostenible dentro del Partido Popular y ayer por la noche Pablo Casado acabó cediendo en las dos cosas que le pedían los críticos. La primera, entregar la cabeza que le exigían, el de su mano derecha y secretario general, Teodoro García Egea, que presentó la dimisión. La segunda, reunir a la junta directiva el martes que viene para celebrar un congreso extraordinario del partido para escoger a un nuevo líder. De esta manera quería evitar su dimisión, pero su liderazgo ya parece del todo sentenciado. Entre las presiones recibidas también había la de su portavoz en el Congreso, Cuca Gamarra, y la dirección del grupo parlamentario.

Pablo Casado ha llegado dos minutos antes del inicio de la sesión de control, acompañado de la vicepresidenta de la cámara Ana Pastor, y ha hecho una única intervención, que ni siquiera contenía pregunta y que parecía una carta de despedida. El actual presidente estatal del PP ha defendido como su partido ha intentado "ampliar el espacio de la centralidad" para que tanto los populares como los socialistas puedan gobernar "sin necesidad de pactos con los que no creen en España ni alianzas con los que atentan en contra". Y ha hecho una defensa general de su paso por la política: "Entiendo la política desde la defensa de los principios más nobles, el respeto a los adversarios y la entrega a los compañeros. Todo para servir a España". La intervención ha acabado con un largo aplauso de todos sus diputados, que se han puesto de pie.

 

En su respuesta, Pedro Sánchez ha evitado hacer sangre: "Desde la diferencia y la discrepancia, le deseo en lo personal lo mejor". El presidente español sí que ha reprochado los dos años de una oposición que "se ha instalado en la descalificación constante, negando incluso un principio democrático esencial como es la propia legitimidad de este gobierno". A pesar del contexto, el dirigente socialista también ha querido dejar claro que su gobierno "no adelantará las elecciones ni disolverá de forma anticipada las Cortes Generales". Las elecciones tendrán lugar "cuando corresponda" y competirá "en base a nuestros méritos y no en base a las debilidades" de los adversarios, ha concluido.

 

Después de esta respuesta, a pesar de tener derecho a una réplica, Pablo Casado ha decidido abandonar el hemiciclo. Solo lo han acompañado sus últimos aliados: Pablo Montesinos, vicesecretario de comunicación del PP; Antonio González Terol, vicesecretario general, y Ana Beltrán, vicesecretaria de organización.

Es probable que este haya sido el último cara a cara entre Pablo Casado y Pedro Sánchez. Ahora la incógnita es si se mantendrá al frente del partido hasta el congreso extraordinario del PP o, por el contrario, dimitirá y dejará la situación en manos de una gestora. Son varias las voces internas que en las últimas horas han apostado por una "salida digna" para su líder, para no alargar la agonía que vive.