El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, se ha amparado ahora en una cita del escritor judío vienés Stefan Zweig para atacar el nacionalismo, pero ha evitado decir cuál y si se refiere al español.
La cita es la siguiente: "Por mi vida han galopado todos los caballos lívidos del Apocalipsis, la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración; he visto nacer y expandirse ante mis ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peste de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea".
En la exposición #40añosdeconstitución encontraréis esta cita del escritor austríaco Stefan Zweig sobre #Europa, muy apropiada para la actualidad:
— Josep Borrell Fontelles (@JosepBorrellF) 30 de noviembre de 2018
"Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del Apocalipsis, la revolución y el hambre, la inflación y el terror,(1/3)
las epidemias y la emigración; he visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en #Italia, el nacionalsocialismo en #Alemania, el bolchevismo en #Rusia (2/3)
— Josep Borrell Fontelles (@JosepBorrellF) 30 de noviembre de 2018
y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el #nacionalismo, que envevena la flor de nuestra cultura europea". (3/3) #40AñosdeDiplomacia #ConstituciónExteriores pic.twitter.com/mWEdf1UU5i
— Josep Borrell Fontelles (@JosepBorrellF) 30 de noviembre de 2018
Zweig fue un autor del potente círculo cultural judío de Viena de entreguerras, y apostó por el pacifismo ante las confrontaciones bélicas que acabaron desmenuzando el mundo cultural europeo que había sobrevivido hasta a principios del siglo XX. Se sintió oprimido como judío por los potentes nacionalismos de Estado-nación que llevaron a la Primera Guerra Mundial y que variaron las reglas con una obsesión por la uniformidad cultural entre los ciudadanos. Los judíos del antiguo imperio austro-húngaro quedaron desplazados en esta Europa rígida, como también le sucedió a Franz Kafka.
Para Zweig la situación se hizo insoportable, incluso con peligro físico, con el ascenso del nazismo, y se exilió el año 1934. Pero no superó nunca la pérdida de su Europa porosa de límites esponjosos, y se acabó suicidando en Persépolis (Brasil) el año 1942, sin conocer todavía el desenlace final de la Segunda Guerra Mundial.