El ruido de las persianas levantándose ha vuelto a despertar Catalunya, esta mañana del lunes. Después de más de un mes cerrados, bares y restaurantes han podido volver a admitir clientes, eso sí, con condiciones y limitaciones impuestas por el Govern de la Generalitat que para muchos hacen inviable reabrir el negocio. Según el Gremio de Restauración de Barcelona, este lunes han vuelto a abrir al público el 70% de los negocios. La entidad reclama que estudie el alargamiento del toque de queda.

Con la primera fase de desescalada diseñada por el Govern, los restauradores sólo pueden ocupar el espacio de terrazas y el 30% del interior del local. Además, a las nueve y media de la noche tienen que cerrar. Eso hace que los restaurantes que concentran la mayor parte del negocio en las cenas y los establecimientos pequeños que no tienen terraza se lo hayan pensado más a la hora de abrir. "Hay muchos que no ven viable la reapertura con las condiciones de este primer tramo de la desescalada", afirma el director del Gremio, Roger Pallarols, que recuerda que "sus trabajadores siguen afectados para|por un ERTE, mientras que la deuda de la empresa sigue creciendo".

Más aire por la Purísima y Navidad

El sector tiene la mirada puesta a dos fechas clave: el puente de la Purísima y las fiestas de Navidad. El Gremio implora a la Generalitat que se replantee las medidas previstas "a tiempo". Especialmente, presionan para que se revise la norma más restrictiva de todas, el toque de queda que ahora mismo está fijado a las 22h. Los restauradores piden que se retrase hasta la medianoche.

Hacía 40 días que bares y restaurantes tenían prohibida la apertura al público. Levantar la persiana era una necesidad y evitar un nuevo endurecimiento de las medidas es imprescindible. Por eso, desde el Gremio hacen un llamamiento a la responsabilidad de todos los propietarios para que "apliquen con diligencia las diferentes medidas sanitarias: distancia de 2 metros entre comensales de mesas distintos, aforo, limpieza de manos y mascarilla, etc".

Corresponsabilidad de los clientes

Al mismo tiempo, insiste en la importancia de que los clientes se corresponsabilicen de la situación. Sobre todo en el caso de la burbuja de convivencia.

El decreto de la Generalitat estipula que las mesas de las terrazas pueden llenarse como máximo con cuatro comensales, pero hay una excepción. Pueden ser más siempre que sean del mismo grupo burbuja. Un filtro imposible de controlar para los restauradores. "Los vecinos y las vecinas nos han echado de menos y nosotros también a ellos: hoy la alegría por el reencuentro es compartida. La restauración sigue siendo un espacio seguro, idóneo para el ocio y para la socialización", remata Pallarols.