Cuando faltan 24 días para el Congreso Nacional del PP, que se auguraba bastante plácido, Isabel Díaz Ayuso se ha convertido en un incordio para Alberto Núñez Feijóo. En cuatro días, la presidenta madrileña ha aparcado la paz tácita que reinaba entre ambos desde hacía meses y ha enmendado algunas de las líneas básicas del líder del PP. Su exabrupto con el catalán en la Conferencia de Presidentes eclipsó la demanda de elecciones que verbalizaron al unísono todos sus compañeros, sus referencias a la “dictadura” y a la “mafia” en la concentración del domingo sofocaron la exhortación de Feijóo a la “centralidad” y su apuesta por un sistema de primarias amenaza con generar tiranteces en la cumbre popular de julio. Ayuso se desmarca de Feijóo como nunca. “En un congreso tiene que haber sal y disparidad de criterios en algunas cuestiones. Nosotros no somos una secta, somos un partido político”, verbalizó ayer en una entrevista en Antena 3. Dejaba claro que no evitaría dar la batalla por miedo a airear las discrepancias con Génova. De hecho, el mismo Feijóo quiso salir al paso y reconoció que en el PP hay “distintos estilos e intensidades”. Es una variedad de intensidad que ha cristalizado como nunca en los últimos días.
Ayuso se queda sola con su rabieta con el catalán y el vasco
En esta breve serie cronológica, el primer momento de distanciamiento de Ayuso con Génova fue el viernes en Barcelona. La presidenta madrileña se convirtió en la principal protagonista de la Conferencia de Presidentes y eclipsó todos los mensajes que los barones del PP querían poner encima de la mesa. Especialmente, la exigencia de un adelanto electoral. Primero se encaró con la ministra Mónica García en el saludo institucional. Y después abandonó la reunión cuando el lehendakari Imanol Pradales empezó a hablar en catalán y en vasco. Sin embargo, permaneció sentada cuando Alfonso Rueda usó el gallego y cuando Marga Prohens pronunció sus primeras palabras (durante un minuto y medio) en catalán. “Se instrumentaliza y se utiliza la riqueza para hacernos sentir extranjeros en nuestra propia casa”, denunció Ayuso durante la reunión. “El español es la lengua oficial del Estado y, por tanto, esto me parece un esperpento. […] España no es un país plurinacional”, añadió. La consecuencia fue que, mientras todo el mundo hablaba de los pinganillos, la soledad de Sánchez, que es lo que el PP quería agitar, quedó en un segundo término.
Además, su exabrupto no levantó complicidades entre sus homólogos del PP. “Yo creo que mi opinión se responde observando lo que he hecho yo: no me he levantado y he comenzado mi intervención reivindicando la riqueza y el privilegio de poder tener dos lenguas y, acto seguido, la conveniencia de que si tenemos una lengua común, prefiero que se me escuche directamente”, contestó el presidente de Galicia, Alfonso Rueda. Marcaba claramente distancias con Ayuso. Por su parte el portavoz del gobierno balear, Antoni Costa, defendió que Marga Prohens tiene “una forma de trabajar y un talante diferentes” y “no tiende a buscar confrontaciones”. Finalmente, el andaluz Juanma Moreno lanzó pelotas fuera: “Yo no soy ayusólogo y, por tanto, no soy capaz de interpretar las decisiones ni las posiciones de una compañera”. “Cada uno tiene libertad para hacer lo que considere más oportuno, yo me he quedado, he oído las intervenciones de todos porque me interesaban todos”, añadió para desmarcarse de la decisión de Ayuso.
“Haré las propuestas necesarias para que se cumpla un afiliado, un voto”
Dos días más tarde, y pocas horas antes de la protesta que el PP convocó el domingo en Madrid, se publicaba una entrevista a Isabel Díaz Ayuso en el ABC. A nadie se le escapa que los tempos están milimétricamente calculados en política, y Génova se despertó leyendo a la presidenta madrileña poniendo en duda la estrategia y los planteamientos de Feijóo. Pocas horas después, harían piña y se abrazarían delante de decenas de miles de personas. “Voy a defender, lo hemos hecho siempre en el PP de Madrid, que sea un congreso donde un militante tenga un voto y valga lo mismo esté donde esté. […] Haré las propuestas necesarias para que se cumpla un afiliado, un voto en toda España”, advirtió Ayuso. De momento, en Génova minimizan el peligro: “Me siento profundamente cómodo y orgulloso de militar en un partido político en el que la gente se manifiesta con libertad”, replicó ayer el portavoz del PP, Borja Sémper.

En los últimos días, Feijóo ha reconocido que quiere “mejorar” el sistema de primarias para resolver el “nudo gordiano” que hay. Actualmente (y desde 2017), se celebra una primera vuelta en la que los militantes votan quien quieren que sea el presidente del PP entre los candidatos y una segunda vuelta en la que son los compromisarios los que lo eligen entre los dos nombres más votados. Este mecanismo, por ejemplo, fue el responsable de que en 2022 Soraya Sáenz de Santamaría fuera la más votada entre los militantes, pero que Pablo Casado, que recibió el apoyo de Dolores de Cospedal, se acabara imponiendo en el congreso. “Es un poco raro explicar que todos los militantes pueden votar, pero la votación de esos militantes pueda quedar anulada por una segunda votación de los compromisarios”, verbalizó Feijóo hace un mes. Y esto puede convertirse en un pozo de discrepancias en el congreso de julio.
Hace tres años, después de postularse para presidir el PP, Feijóo relató cuál era su sistema óptimo en una entrevista en El Mundo, que dista de la apuesta que hace Ayuso: “Creo en las primarias a través de compromisarios, no en las primarias asamblearias. Los militantes eligen a los compromisarios, y estos tienen la responsabilidad de elegir entre los candidatos. No puede ser que cualquiera se presente con 100 avales a presidir el Partido Popular”.
¿Cuestionar el liderazgo de Feijóo? “Eso son cuestiones para siguientes congresos”
“Vamos a ver de qué manera lo que decidan las bases sea lo que finalmente se queda”, argumentó Ayuso ayer en Antena 3. Y esta frase le dio pie a abrir la puerta a disputar el liderazgo a Feijóo en un futuro (de lejanía incierta). “¿Usted hace esa reflexión desde el punto de partida de que, posiblemente, tendría más apoyo de las bases que otros candidatos, no sé si estamos pensando en Feijóo, en el caso de que usted cuestionara su liderazgo?”, le preguntó Susanna Griso. “Es que eso son cuestiones para siguientes congresos. Son decisiones para el futuro y nosotros estamos aquí en el presente”, contestó Ayuso. “Es pensar, cuando haya otra vez que elegir nuevos liderazgos, como, en base en la experiencia y a lo vivido, pensamos que es mejor. Cuanto más democrático, abierto y libre sea, siempre será lo correcto”, remachó.
Ayuso habla de “mafia” y de “dictadura” poco antes de que Feijóo pida “centralidad” y huir de la “ira”
Otro capítulo. La disparidad de criterio y estrategia entre Feijóo y Ayuso se plasmó también delante de más de 50.000 personas. Durante sus discursos en la concentración convocada por el PP, parecía que se querían llevar la contraria. El encargado de cerrar el acto fue el líder del PP, que pidió dejar a un lado la “furia” y la “ira”, apeló a la “revolución de la decencia y de la libertad” y erigió la “centralidad” en el “único espacio capaz de volver a reunir a la mayoría de españoles” y en la receta que “va a abrir la puerta al Palacio de la Moncloa”. En veinte minutos de discurso, y a pesar de que era el lema de la concentración, no pronunció la palabra mafia en ningún momento.
Sin embargo, pocos minutos antes de estas palabras, Isabel Díaz Ayuso había ofrecido su faceta más incendiaria, lejos de cualquier atisbo de centralidad. “El Gobierno fue capaz de poner al frente a personas capaces de fabricar más corrupción para tapar corrupción y eso se llama mafia”, proclamó. “Basta ya de arrinconar, perseguir y despreciar a los españoles a través de prácticas mafiosas”, reiteró. Además, mencionó las dictaduras: “Entran a sorbos, poquito a poquito, de manera inocua, aparentemente inofensiva”. “España se ha adentrado por la peligrosísima senda de la dictadura de las minorías y de los resentidos”, concluyó. Y comparó a España con Venezuela: “¿Hay urna? Sí. ¿Pero esto es democracia? No, claro que no”.
¿Y qué opina Ayuso de este contraste? Preguntada por esta cuestión en Antena 3, alegó que “radicalidad” es “ir a la raíz de los problemas y decir las cosas como son”. “Si la gente se refiere a extremismo frente a moderación, me tienen que explicar qué es moderación”, añadió. “Muchas veces se apela a la moderación para que uno no diga lo que opina o para que uno siempre esté cediendo y no sea sincero y honrado con lo que se piensa”, justificó. Pero negó que haya “diferencia” entre su postura y la del líder del PP.
“Muchas veces [durante la campaña del 23J de 2023] se nos tildaba de extremistas, de no querer la moderación. Moderación no es callarte ante la impunidad. Creo que ha habido mucha gente confundida que tuvo complejos de pensar que por decir las cosas como son y defender España por encima de cualquier otra cosa les dirían que no querían el consenso”, había verbalizado el domingo en ABC. “¿Por qué hay tantos electores del PP que siguen pensando que la oposición de su partido es blanda?”, le preguntaron. “Quizás por una cuestión de tiempos o de práctica. Como ya llevo seis años aguantando una operación de Estado constante y de señalamiento, quizá estamos más entrenados”, apostilló.
“El PP hizo una campaña que se quedó muy escasa y no supo leer lo que estaba pasando”
De hecho, el último dardo que ha lanzado a la línea de flotación de Génova tiene que ver con las elecciones de 2023. No es un secreto que a Feijóo le costó (y todavía le cuesta) digerir los resultados del 23J: fue el partido más votado, pero fue incapaz de recabar los apoyos para ser investido. No es menor que, a menudo, se encargue de recordar que él batió al presidente español en las urnas. “Mi objetivo es volver a ganar a Pedro Sánchez, pero, sobre todo y después de esto, dar un nuevo gobierno a España. No vale con ganar, ya lo hemos visto”, proclamó el domingo en la protesta de Plaza de España.

Ahora bien, pocas horas antes, Ayuso había puesto el dedo en la llaga: “El PP hizo una campaña [en julio de 2023] que se quedó muy escasa y no supo leer lo que estaba pasando”, lamentó. Y cuestionó la campaña de verano azul que impulsó el PP. Un mes antes de los comicios, el portavoz de los populares, Borja Sémper, la presentó descalzo en un campo de vóley convertido en playa, rodeado de sombrillas azules y con una foto del mar de fondo. “Estoy convencida de que quienes dirigieron la campaña, después de lo que han visto, si volvieran atrás, le aseguro que la campaña sería muy distinta”, dice ahora Ayuso.