Inés Arrimadas ha intentado este viernes por la mañana un desesperado ejercicio de control de daños que le ha servido de muy poco. Quizás sólo para quemar el eslogan de que en Catalunya se persigue el unionismo o el castellano. La lideresa de C's ha telefoneado, por iniciativa propia, a las dos grandes tertulias radiofónicas matinales (la de El Món a RAC1 y la de El Matí de Catalunya Ràdio), intentando explicar y defender sus declaraciones en el programa El Cascabel de 13TV, canal propiedad de la Cadena Cope. Según ella, se le hace decir algo que no decía, en una endemoniada mezcla de mala interpretación de sus palabras y animadversión a su partido.

El origen del pitote es esta pregunta-respuesta:

  • Francisco Marhuenda (director de La Razón): ¿Podemos transmitir esperanza [en Catalunya] a la gente que nos está viendo?
  • Inés Arrimadas: Sin duda. Yo tengo esperanza y no soy ninguna ingenua. Soy consciente de la gravedad porque la vivo, en Catalunya; porque llevo escolta en Catalunya porque ya sabemos lo que pasa en Catalunya...

Casi todo el mundo entendió estas once últimas palabras de la misma manera: se acompaña de escolta porque está amenazada. O bien: en Catalunya, la presión y el ambiente tan peligrosos y tan en contra de personas como ella aconsejan ponerle escolta para evitar males mayores. En el contexto del programa y de la entrevista, era muy difícil verlo de otra manera. Sólo hay que comprobar la reacción de su audiencia en las redes sociales.

Arrimadas pasa la impresión de ser una persona en peligro en Catalunya por su condición de política que defiende a España contra las mesnadas independentistas.

En realidad la escolta va con su cargo de jefa de la oposición. El mismo motivo por el que lleva escolta el presidente del Tribunal Superior o los consellers. Es decir, si el jefe de la oposición fuera un indepe arrebatado también tendría escolta.

Arrimadas, en cambio, ha defendido en las radios con indignación y vehemencia que ella no quería decir nada de todo eso, que ni había hablado del procés. Cuando Mònica Terribas y Jordi Basté le han preguntado, lógicamente, "¿Qué pasa en Catalunya?" no ha respondido. Ha insistido en que era apenas "una enumeración" de motivos por los cuales puede hablar con propiedad de Catalunya. En Catalunya Ràdio, eso sí, ha reiterado que "en Catalunya no hay ninguna guerra civil".

En las dos emisoras ha utilizado el mismo guión con cinco minutos de diferencia (primero en Catalunya Radio). Primero dar muchas, muchas, muchas gracias porque la dejaran hablar. Lo ha hecho al principio, al final y en medio de su declaración. Excitar el patetismo de esta manera refuerza el efecto víctima: da la impresión de que es casi milagroso que aparezca en los medios porque la tienen arrinconada, discriminada.

Cuando los conductores o los tertulianos la cuestionaban se ha quejado de que no la dejaban explicarse, que la malinterpretaban y que sus preguntas venían cargadas en su contra. Ciertamente, los presentadores la han atropellado o han discutido en algún momento e incluso Basté le ha echado un sermoncito. No ha recibido un tratamiento diferente al de otros personajes como ella en estas tertulias.

En RAC1 ya no ha repetido aquello de la guerra civil, sino que Albert Rivera ha sido amenazado de muerte y por ese caso hay dos condenados, y que este jueves por la noche "la sede de Ciudadanos en L'Hospitalet ha sido atacada por quinta vez" pero que eso no tiene "ningún interés mediático", en el sentido de que los medios omiten informar de estos hechos. El "ataque" de que habla Arrimadas es éste:

No parece una amenaza de muerte, al menos no como ésta al exdiputado David Fernàndez, ésta al periodista Jordi Borràs o éstas al president Carles Puigdemont. Tampoco es muy diferente a otros "ataques", como los de Arran, una facción juvenil de la CUP, a sedes de CDC, por poner un caso, que tampoco merecieron mayor atención.

La guinda del pastel argumental era repetir que Ciudadanos es el grupo parlamentario que más propuestas presenta en el Parlament y que de eso tampoco se habla aunque es de lo que ella quiere hablar (sobreentendido: "y nunca me dejan").

Bien. Todo eso ¿qué tiene que ver con lo supuesto tras la expresión "llevo escolta en Catalunya porque ya sabemos lo que pasa en Catalunya"? Es el mismo mecanismo tras la frase de Albert Rivera en un mitin en Sevilla: "Vengo de una tierra donde tienes que partirte la cara, literalmente, para defender la igualdad de todos los españoles, para decir que un catalán y un andaluz son iguales, para poder hablar en catalán y en castellano, o para ver un partido de fútbol en la calle". Es el mismo mecanismo que le funciona a Trump. Se llama paralipsis: declarar que se omite o pasa por alto alguna cosa, cuando de hecho se aprovecha la ocasión para llamar la atención sobre esta cosa.

Quizás tanta gente tan diferente que ha entendido la malhadada frase en el mismo sentido merece consideración. Quizás la frase famosa no es tan clara y da pie a confusión. En cualquier caso, si lo que quería decir era todo eso que dice que quería decir, podía haberlo dicho directamente en 13TV en lugar de decir "llevo escolta en Catalunya porque ya sabemos lo que pasa en Catalunya" y tener que explicarse aprisa y corriendo al día siguiente en las radios para apagar el incendio.

El efecto causado por las intervenciones de Inés Arrimadas esta mañana ha sido más bien el contrario. Para ella, las redes han sido un infierno este viernes. El hasthag #todossabemosloquepasaencataluña va como una moto y no pocos nombres de relieve le han replicado con más o menos ironía:

Lo que Inés Arrimadas y sus estrategas de comunicación quizá no han calibrado es el hecho de que este asunto haya entrado en el radar del escritor Quim Monzó, tuitero lenguaraz, compulsivo i persistente que, además, tiene 242.000 seguidores. Monzó comenzó a tuitear ayer y este viernes seguía y seguía...