La ropa se ha convertido, especialmente en los últimos tiempos, en un elemento a tener muy en cuenta entre la clase política. Desde las camisetas reivindicativas de la CUP a la estilista de referencia de Esquerra, Marta Pontnou, que es una referencia de los estilismos en los medios de comunicación. Desde Unidas-Podemos tampoco se quedan atrás. Más allá de la ropa, la cuestión es más extensa y repercute en el estilo de cada personaje. A modo de ejemplo, la famosa cola de Pablo Iglesias que desapareció al mismo tiempo que este lo hizo de la esfera política.

Con el vestir de cada uno, se dicen muchas cosas. Y la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, tampoco se queda atrás. Su visita ayer en Barcelona representa de manera abstracta, el papel que su partido tiene en coalición con el de Pedro Sánchez_ navegar entre dos mares, pedir una mesa de diálogo y reconocer Catalunya como una nación. Pero a la vez, poner condiciones a esta mesa y decir que ahora no toca hablar de un referéndum. El mismo símil podemos encontrar con la cuestión de la ampliación del Aeropuerto del Prat: se oponen a través de los medios y twitter pero no entran en la confrontación con sus socios del PSOE. De hecho, la misma ministra socialista de Transportes, Raquel Sánchez, asegura que Díaz "conoce el proyecto y no ha mostrado ningún tipo de oposición".

Ayer, la vicepresidenta española visitó, junto con la alcaldesa de Barcelona Ada Colau y el alcalde del Prat Lluís Mijoler, el paraje natural de la Ricarda: 135 hectáreas enganchadas al aeródromo que acoge una laguna clave para prevenir la salinización en el Delta del Llobregat y conservar algunas especies protegidas. Desde allí, Díaz aseguró que "si muchos políticos hicieran una visita, cambiarían de opinión sobre el futuro de esta zona" condicionada a la construcción de la tercera pista del Aeropuerto. Después de este paseo, Díaz se plantó a la sede de Foment del Treball y se reunió con su presidente, Josep Sánchez-Llibre, quien pide más cooperación empresarial con el Estado. Precisamente, desde Foment están rotundamente en contra de la interrupción del proyecto del Prat y se oponen a los postulados de Colau, con quien la vicepresidenta se había reunido un rato antes.

Este contraste de personajes y posiciones, va en paralelo a la representación que Díaz quiso dar de ella misma. Más allá de las incongruencias en los discursos, la vicepresidenta escogió visitar la Ricarda con un look más propio de sus compañeros de partido de Unidas-Podemos: una bufanda, calzado deportivos, el cabello sin ningún tipo de peinado y un conjunto sobrio de pantalón y chaqueta negra con una camiseta básica blanca. Viéndola al lado de Colau, iban totalmente coordinadas.

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En cambio, desde la sede de Foment, el discurso de la vicepresidenta y la ropa fueron otra cosa. Si nos fijamos en los detalles, hizo un cambio radical: con poco margen, le dio tiempo de peinarse, hacerse un bueno recogido e, incluso, ponerse complementos como una pulsera bien extremada. Por otra parte, dejó los pantalones de la Ricarda por un vestido y el calzado deportivo por unos zapatos de tacón. Su imagen era mucho más institucional.

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Pantalón y bambas para la Ricarda, vestido y tacones para Foment del Treball. La dualidad de ropa de Díaz parece una metáfora del papel que juega Unidas-Podemos en la escena política. Y la vicepresidenta de Unidas-Podemos demuestra, de esta manera, tener una gran facilidad para mimetizarse en todos los terrenos.

Fotografía de portada: imagen de recurso de Yolanda Díaz