Las palabras del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en una entrevista el jueves pasado en RNE todavía colean. La prensa de Mali sigue analizando y preguntándose por qué el gobierno de Pedro Sánchez lanzó públicamente la posibilidad de una intervención de la OTAN a este país y se preguntan quiénes son ellos para hacer una afirmación como esta cargada de especulación. La geopolítica africana marca el calendario. Mali se ha convertido en un refugio de los terroristas islámicos, pero a la vez, no gusta que se acerque al gobierno ruso de Vladimir Putin para encontrar el refugio militar óptimo que permita combatir esta espiral de inseguridad.

El ministro homólogo de Albares en Mali, Abdoulaye Diop, escribió en un tuit que habían hablado por teléfono posteriormente: "Albares me negó las declaraciones y expresó su apoyo a las relaciones amistosas y la cooperación con Mali", escribió Diop. Rápidamente, desde La Moncloa se movieron para calmar la disputa. "España no pidió durante la cumbre de la OTAN ni en ningún otro momento una intervención, misión o ninguna acción de la Alianza en Mali," dijo la embajada española. Pero el gobierno de Mali ha dejado claro que las fricciones, a pesar de todo, se han abierto: "Estos comentarios son inaceptables, antipáticos, graves", remarcó Diop, porque "acostumbran a fomentar una agresión contra un país independiente y soberano".

Amenaza terrorista y flujo migratorio

A la cumbre de Madrid, el Gobierno se esforzó en priorizar la amenaza en el flanco sur de la OTAN causada por los disturbios al Sahel, una zona que se extiende por el sur del desierto del Sáhara de África, incorporando países como Burkina Faso, Chad, el citado Mali, Mauritania y Níger. Los ataques yihadistas allí están empujando a un número creciente de personas huir del norte hacia Europa, con España uno de los principales puntos de entrada en el continente. Desde el 2012, Mali ha sido sacudido por las insurrecciones yihadistas. La violencia empezó en el norte y después se extendió al centro y a los vecinos de Burkina Faso y Níger.

Mali, inmerso en una crisis humanitaria y golpeado por la violencia terrorista, aprobó recientemente una transición de dos años, un plazo que ha sido rechazado por la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), después de que el país no cumpliera la promesa de organizar elecciones en febrero. Durante los últimos meses el mediador del bloque, el expresidente nigeriano Goodluck Jonathan, hizo diferentes visitas a Bamako para avanzar en el proceso. El 28 de junio pasado, el gobierno transitorio malí propuso en febrero del 2024 como fecha para celebrar las elecciones presidenciales que permitirán restablecer la orden constitucional al país africano. Precisamente la CEDEAO ha aprobado este fin de semana, el levantamiento de las sanciones económicas impuestas contra Mali.