Joaquim Arenas i Samper (Mataró 1938) es maestro y pedagogo, considerado uno de los padres del modelo de escuela catalana. Arenas tiene una larga carrera marcada por su compromiso con la promoción de la lengua catalana. Fue director del equipo pedagógico de la delegación de Ensenyament Català de Òmnium Cultural y durante muchos años, entre 1983 y en el 2003, fue responsable del Servicio de Enseñanza del Catalán, en el Departamento de Enseñanza.

Arenas es un pilar fundamental de la inmersión lingüística en Catalunya, un modelo que, como recuerda, ha sido reconocido internacionalmente y el cual ahora peligra por la sentencia del Tribunal Supremo que impone que en las aulas catalanas se impartan un 25% de las horas lectivas en castellano. Un golpe judicial que se suma a la ya preocupante situación de la lengua catalana en las aulas, donde, como se mostró con un estudio hace semanas, el catalán solo es la lengua vehicular para el 46% de los maestros.

¿Que impacto tendría la aplicación de esta sentencia en el modelo de inmersión lingüística?

La intervención de la justicia en temas de pedagogía y didáctica es un disparate. Esta sentencia no se tiene que aplicar porque rompe el modelo de escuela catalana para todos los niños. Además, por un aspecto muy grave y es que los derechos individuales de un padre y de un niño de La Llagostera, que son los que ha provocado que saliera esta sentencia, se sobreponen a los derechos colectivos de la nación catalana y eso es insostenible. La sentencia habla de un niño, un padre y una escuela, pero como sentencia del Tribunal Supremo crea jurisprudencia. Da pie a que se pueda aplicar recurrentemente.

¿Si se aplicara recurrentemente, que considera que pasaría?

Creo que si se aplicara rompería el modelo educativo de Catalunya. Es lo que quieren. El Gobierno y España quiere que se hunda Catalunya y hace años que dura la broma con sentencias, pero si nos dejamos aplastar nos aplastarán. El Estado tiene todos los medios para hacerlo y lo ha demostrado más de una vez. Lo que quería la inmersión —y ha conseguido— es que los niños de Catalunya salieran de la escuela con dos lenguas.

¿Es el espíritu con que se armó el proyecto de inmersión lingüística, para hacer consolidar la lengua catalana como un nexo para toda la sociedad catalana?

El proyecto de inmersión lingüística hace de puente para que los niños que no son catalanohablantes de familia puedan introducirse en la escuela catalana y el modelo educativo. Lo tenemos que distinguir. Siempre que se hace inmersión lingüística, hacemos escuela en catalán, pero no siempre en la escuela en catalán se hace inmersión lingüística. Ahora muchas escuelas no lo hacen. La inmersión es una manera de enseñar lenguas y aquí, en Catalunya, hay un programa, el mejor y el más extenso en el mundo, de inmersión lingüística. Este año es el centenario de Joan Triadú, él dijo: "Desde Ramon Llull hasta nuestros días, la mejor cosa que le ha podido pasar a la pedagogía catalana es la inmersión lingüística".

Quien tiene que poner los medios para que el catalán se utilice tiene que ser la administración educativa.

El catalán en las aulas ya estaba malherido antes de esta sentencia. Los datos muestran que el 46% de los maestros utilizan el catalán como lengua vehicular en las aulas. ¿Por qué cree que se ha llegado a esta situación?

La inmersión lingüística ha conseguido que todos los niños salgan de la escuela sabiendo hablar en catalán, pero no estipulaba que después de aprenderlo lo usaran. Quien tiene que poner los medios para que el catalán se utilice tiene que ser la administración educativa poniendo la supervisión, que es la inspección, para que el catalán se use. Pero la inmersión se utiliza para aprender, no para usar. Evidentemente que si se sabe se usa, pero son aspectos diferentes.

¿Considera que es un síntoma más de la caída del uso del catalán en el conjunto de la sociedad catalana que se refleja en el uso de la lengua en las aulas?

Las últimas estadísticas son desesperantes, pero también tengo que decir que: si una cuestión tan importante como es la lengua en la enseñanza y en la sociedad, que es la que define un pueblo, no se vela, si no se urge el cumplimiento, todo se hunde. ¿Qué ha pasado? En el 2005 se suprimió el Servei d'Ensenyament del Català, que era la unidad administrativa encargada de velar y fomentar el uso del catalán en la escuela. Se eliminó y bajó el uso en picado, porque ni la inspección actuaba exigiendo la aplicación de la normativa, ni las escuelas recibían el empuje ni el calor para continuar una operación tan fantástica como la que se hizo. La inmersión lingüística y la escuela catalana, la Comisión Europea las puso como ejemplo en otros países.

¿Por qué cree que a partir del 2005 se empieza a olvidar este modelo?

Porque se pensó que todo ya estaba hecho. Se pensó desde la administración que todo ya estaba hecho, pero eso no era verdad. En pedagogía y en formación no hay nunca nada hecho. El maestro tiene que saber que trabaja para la persona, para el niño y para el pueblo. Por lo tanto, si eso no se hacía, las cosas se relajan y se pierden.

Los jueces españoles quieren imponer 25 horas en castellano y, en cambio, el gran esfuerzo de los diputados catalanes es conseguir un 6% de catalán en los presupuestos del Estado.

¿Qué le parece la respuesta de la administración cuando se han constatado las consecuencias de esta relajación de hace años?

El plan que ha anunciado el conseller Cambray es muy respetable, pero no servirá de nada si no imponen: primero, exigir el cumplimiento de la ley; segundo, inversión de presupuesto; tercero, formación de profesores; cuarto, incidencia en los padres en las escuelas y quinto, hacer agradable el catalán, ponerlo en los espacios de uso de la vida, donde se mueven los niños.

Es decir, que las instituciones inviertan recursos en la promoción del uso de la lengua en los espacios de ocio y cotidianos, especialmente, entre los jóvenes.

Por lo tanto, que nos digan que en las series de Netflix se pondrá el 6% en catalán es muy positivo, pero es ridículo. ¿Eso a cambio de qué? ¿De 25 horas en castellano? Por una parte, los jueces españoles quieren imponer 25 horas en castellano y, en cambio, el gran esfuerzo de los diputados catalanes es conseguir un 6% de catalán por los presupuestos del Estado. Además, la obligación del Estado es defender la escuela catalana, constitucionalmente. Que se lean bien la constitución, artículo 3 sobre las lenguas de las autonomías. La constitución dice concretamente que las realidades lingüísticas diferentes del español serán objeto de respeto y especial consideración, eso no lo dicen del castellano.

Usted ha expuesto cinco puntos muy claros para revertir la situación del catalán, pero en otras declaraciones también ha reconocido que el contexto en que se impulsaron la inmersión lingüística fue "dulce".

Primero que nada, lo que tiene que haber es convicción. Quien manda tiene que tener la convicción, no puede haber medias tintas, y en aquel momento había convicción. A partir del año en que se suprimió el servicio de enseñanza del catalán se perdió el aliento, el empuje para el catalán. Eso no pasa en ningún país del mundo. La lengua de un país es siempre sagrada.

Pero en estos 20 años de oro de interés del catalán, se mantuvo eso justamente: interés. Todo este interés se lo han pulido por la desidia, el no cuidarse, la política.

¿Cómo fue aquel momento de convicción común en que se organizó la inmersión lingüística?

Era el espíritu que arrancó en el año 1983 con la ley de normalización lingüística, en que se planteó que la escuela catalana tuviera un proyecto de inmersión para que todos los niños de Catalunya tuvieran las mismas herramientas y derechos lingüísticos. Todo este entusiasmo que ha durado con unos grandes profesionales se mantuvo hasta a principios de los años 2000. Pero en estos veinte años de oro de interés del catalán, se mantuvo eso justamente: interés. Se mantuvo la lucha por el catalán. Todo este interés se lo han pulido por la desidia, el no cuidarse, la política. Pero lo hemos sufrido mucho.

Que algunos partidos hayan situado la escuela catalana en medio del campo de batalla político también debe haber sido otra estocada en la lengua.

En este sentido hay sorpresas. El PSC nunca fue muy partidario de la inmersión lingüística, pero la aceptó. Desde el año 2019 ya empezó a ponerla en duda. Hay una política que ha aflojado. Es decir, mientras hay partidos de derechas como Vox y Ciutadans, que nació especialmente para acabar con el catalán, el PP no estuvo nunca del todo a favor, pero lo seguía de manera moderada, después lo han llevado al extremo.

Saben que si la lengua no desaparece de la vigencia social, de los ámbitos educativos y culturales, no podrán deshacer Catalunya.

¿Por qué considera usted que se pone la lengua en el punto de mira?

Porque quieren hundir la nación catalana. Saben que si la lengua no desaparece de la vigencia social, de los ámbitos educativos y culturales, no podrán deshacer Catalunya.

¿Hemos comentado algunas, pero quien considera que es la principal traba del modelo educativo actual?

La injerencia de la justicia en la educación es fatal. Eso no va a ningún lado porque atemoriza a la gente, hace dudar. Afortunadamente, el conseller Cambray ha pedido que nadie dé un paso atrás, pero sigue habiendo una sentencia y eso da jurisprudencia. Es más difícil que la gente se entusiasme.

¿Cree que habrá una fuerte respuesta en defensa de la escuela catalana por parte de la sociedad civil y la comunidad educativa?

Espero que sí. Eso es una vejación, que un maestro vaya a trabajar, haga un proyecto lingüístico y que llegue un juez y se ponga a hacer de pedagogo, es intolerable, pero en España puede pasar de todo.

¿Considera que estamos a tiempo?

Sí, porque el catalán es una lengua que, a pesar de los embates y las invectivas, ha aguantado consistente. Aunque de momento solo la tengan por lengua habitual el 31%, que ha pasado ya el umbral de peligro de desaparición, creo que frenaremos esta tendencia y saldremos. Pero tendremos dificultades porque el Estado español es nuestro gran enemigo.

 

 

Imagen principal: Joaquim Arenas, profesores y pedagogo, es considerado uno de los padres de la Escuela Catalana / Cedida