La amnistía ha polarizado la primera jornada del debate de investidura. Casi la ha monopolizado. La amnistía ha protagonizado por la mañana la intervención del candidato Pedro Sánchez, aunque no ha aparecido hasta que llevaba una hora y 25 minutos de discurso. Ha saturado la intervención de los grupos de la oposición, hasta el punto que el líder de Vox, en lugar de debatir con el candidato, ha anunciado que salía a la calle con los manifestantes que protestan contra esta ley. Y, además, ha dado pie a un giro inesperado por la tarde, cuando ha trascendido que el discurso de Sánchez sobre la amnistía había provocado malestar en Junts que, incluso, se podría replantear el voto de mañana. A diferencia de otras ocasiones, cuando por la noche han comparecido los portavoces de ERC, Gabriel Rufián, y de Junts, Míriam Nogueras, nadie se ha movido de su escaño, excepto los representantes de Vox, que se manifestaban en las calles.

A lo largo de la tarde había corrido el rumor sobre el descontento que ha provocado en Junts la forma como Sánchez ha abordado la amnistía. Algunas fuentes de la formación de Carles Puigdemont incluso apuntaban la posibilidad de una abstención en la votación de mañana. De aquí el interés que ha despertado la intervención de Nogueras. "Con nosotros no intente tentar a la suerte", ha advertido Nogueras al iniciar su intervención. Ha explicado las razones del malestar de su grupo, ha reprochado a Sánchez que su discurso no ha sido valiente y le ha reclamado que explicara "qué piensa hacer". Ha insistido que, para Junts, "el mandato del 1-O es vigente y el compromiso con la independencia es irrenunciable". "Si alguien dice que este acuerdo es para pasar página, engaña a los ciudadanos", ha añadido. El silencio en el hemiciclo ha sido absoluto mientras intervenía.

Sánchez, que ha escuchado la intervención con el pinganillo en la oreja, se ha comprometido a cumplir el acuerdo, a zanjar con la amnistía un conflicto que es político, como ha quedado escrito; y a no pedir que renuncien a sus postulados, ya que tienen derecho a defenderlos. En el debate, Nogueras no se ha referido al sentido de su voto de mañana, pero los diputados han concluido que se ha reconducido la crisis. "La sangre no ha llegado al río", sentenciaba un diputado en los pasillos de la Cámara. No obstante, los presentes —y Sánchez— han recibido posiblemente una prueba de lo que será esta investidura.

Rufián, reproches a Junts

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, efectivo y ya muy afilado en el debate parlamentario, ha conseguido arrancar risas en el hemiciclo en medio un debate agrio y áspero, que hasta aquel momento había dejado poco espacio a la distensión. Se ha extendido en los reproches al PP y Vox, pero no solo a ellos. A Sánchez le ha advertido que recuerde el ejemplo de Albert Rivera e Inés Arrimadas y que  no se la juegue". A Junts, le ha tirado en cara el menosprecio de esta formación a la política de acuerdos de Esquerra. Ha asegurado que durante cuatro años han sido "el saco de boxeo de mucha gente". "En Catalunya también se dicen mentiras. Pero la única verdad es que hace cuatro años ERC puso una música a sonar y ahora todo el mundo está alrededor", ha remachado dirigiéndose acto seguido con un "bienvenidos" a los siete diputados de Puigdemont y para advertirles que cuando el PSOE les intente engañar —"que lo hará", ha pronosticado— los diputados de Esquerra no dirá nunca que es culpa de Junts. "Siempre diremos que la culpa es de quien es, del PSOE, y les ayudaremos a qué no pase", ha remachado.

En el turno de réplica, Rufián ha reprochado que el PSOE siga hablando de fractura social en Catalunya por el Procés. "Es de cuñado. ¡Dejen de hacer el cuñado!", le ha reclamado. Ha denunciado la existencia de lawfare y ha apuntado directamente al juez de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, lo cual ha provocado una intervención de la portavoz del PP, Cuca Gamarra, reclamando la intervención de la presidenta del Congreso.

Tensión Feijóo-Sánchez

El debate entre Sánchez y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha sido tan áspero como insustancial. Feijóo ha cabalgado en el hemiciclo sobre el rugido de un asentimiento entusiasta de los diputados del PP, en un debate que se ha reducido a un cruce de reproches, acusaciones e incluso insultos. Ninguno de ellos, sin embargo, ha superado la valoración de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que desde la tribuna de invitados ha tildado a Sánchez de "hijo de puta", en un insulto que ha sido inaudible, pero que se ha podido leer perfectamente en sus labios.

Feijóo ha reprochado que la investidura ya se ha producido, fuera de España, y que Sánchez llegaba al pleno investido desde Waterloo; ha tildado los pactos con Junts de ejercicio de corrupción política, porque se han tomado "decisiones que afectan al interés general a cambio de beneficios personales"; y mientras le aclamaban sus diputados, ha acusado a Sánchez de humillarse, él y su partido, y le ha advertido que no tiene ningún derecho de humillar a los españoles. En el turno de respuesta, el candidato ha interrogado a  Feijóo: "¿quién del PP se ha reunido con quién de Junts, dónde, cuándo y de qué trataron"? En el último turno de respuesta todavía le ha preguntado qué hará si de aquí a cuatro años llega al gobierno, "anularía los indultos y devolvería a la prisión a las personas que han salido".

Feijóo ha menospreciado a la presidenta del Congreso, Francina Armengol. La ha ignorado cuando le ha reclamado que acabara su intervención porque ya se había pasado unos minutos. Le ha impuesto los 10 minutos de más que, según ha argumentado, le concedió al socialista Óscar Puente cuando se encargó de responderle en el debate de investidura. Pero también se ha hecho el sordo cuando, una vez consumido este añadido, la presidenta le ha pedido que acabara. No lo ha hecho hasta que ha consumido hasta la última hoja de su discurso.

Santiago Abascal, previsible, ha protagonizado su discurso habitual y ha acabado explicando "la convicción absoluta de que no estamos ante una investidura, estamos ante un golpe a la nación". Al acabar, ha anunciado que no se quedaría a escuchar más mentiras y que salía a la calle a apoyar a los manifestantes —unos 150, según la estimación de la policía esta mañana— que se concentraban en las puertas del Congreso y, a partir de la noche, a la calle Ferraz. El socialista Patxi López ha pedido la palabra para tildar el discurso de Vox de incitación al odio, y ha advertido que no debería ser tolerado.

Desde los escaños de Sumar, Yolanda Díaz, ha protagonizado un momento Pimpinela con Sánchez tan prescindible como empalagoso.