Eliseu Climent i Corbera, Llombai 1940, es editor y promotor cultural. Los últimos cincuenta años de activismo cultural en el Pais Valenciano llevan su huella. En el de los jesuitas de València coincidió con Alfons Cucó, Rafael Ninyoles, Josep Vicent Marqués.. Y en los años sesenta inició sus primeras publicaciones desde el ámbito universitario con otros estudiantes como Raimon, Marti Domínguez o Andreu Alfaro. En 1968 fundó Edicions Tres i Quatre, íntegramente dedicada al libro en catalán y en 1972 creó Els  Premis Octubre, un certamen literario activo hasta ahora. Fundador de la entidad Acció Cultural del País Valencià, de la que Joan Fuster fue su primer presidente, Climent ha sido un trabajador incansable en defensa de la cultura y la unidad de la lengua. Ha recibido numerosos galardones y reconocimientos por su trabajo, sobre todo en Catalunya, y aquí, en el País Valencià,17 atentados de la extrema derecha contra sus intereses empresariales.

P. ¿Dedicarse a trabajar por la cultural es un oficio de alto riesgo?

R. Nunca me lo había planteado. Yo trabajaba en eso porque tuve la suerte de que mi padre me amaba, y por lo tanto me dejó hacer lo que quería. Por eso no me dediqué al negocio del vino, que era el de mi abuelo y el de mi padre.

P. Se han cumplido cincuenta años desde que usted se inició a la actividad cultural y editorial. ¿Quién o qué lo introdujo?

R. De hecho, ha pasado más tiempo. Empecé el año 1959, cuando entré en la Universitat de València a estudiar derecho. Antes, había estudiado en los Jesuitas de València, un colegio donde mucha gente se reía de mí porque no sabía hablar bien el castellano. ¡Como tenía que saber! Había nacido en la Ribera del Júcar, una zona monolingüe en aquel momento. Me hicieron pasar tanta vergüenza que en un momento dado pedí a mis padres que me hablaran en castellano. Pero más adelante reaccioné. No sé exactamente porque, con diez años me negué a hacer un examen en castellano. Por suerte, muchos de los jesuitas que en aquel momento había en València eran catalanes, básicamente de Barcelona. La congregación formaba parte de la provincia tarraconense. Eran, de alguna manera, comprensivos y permisivos. En el colegio, además, nos encontramos una serie de gente: el entonces futuro historiador Alfons Cucó, los sociolingüistas Lluís Vicent Aracil y Rafael L. Ninyoles, el sociólogo Josep Vicent Marquès... Cuando entramos en la universidad, nos encontramos con que muchos de los que empezaban el cambio de lucha por el país en aquel momento éramos los antiguos jesuitas.

Fue una chiripa histórica coincidir con Joan Reglà, Miquel Tarradell y Miquel Dolç en la universidad

P. ¿Y cuándo se preocupa usted por la lengua y su país?

R. Desde mjy pequeño. Cuando entramos en la universidad, deshecha por el franquismo, había una coincidencia histórica. Coincidieron profesores como Joan Reglà, historiadores como Miquel Taradell, que después fue Premio de Honor de las Lletres Catalanrs; el latinista mallorquín Miquel Dolç... Y dos personas más que se incorporaron: Manuel Sanchis-Guarner, que volvía del exilio después de haber estado comandando del ejército Rojo; y Joan Fuster.

ELISEU CLIMENT 2

P. ¿Qué hacía Fuster en esa época en la Universidad de València?

R. Fuster era abogado, hijo de carlistas, y trabajaba de pasante a un despacho de un tal Alabau, también carlista. Se aburría en el trabajo y venía a la universidad, todos los días a la una en punto. Este grupito de siete u ocho nos reuníamos con él y así nos introdujo a la cultura francesa de Brell, Sartre, Beauvoir, Brassens, Léo Ferré...

P. ¿Es entonces cuando ustedes toman conciencia?

R. Nosotros ya partíamos de una conciencia difusa. Un día, el catedrático de arqueología y activista Miquel Taradell nos comentó que había una gente de Barcelona que quería venir a vernos. No sabíamos para que. Eran Max Cahner, Eulàlia Duran y Montserrat Martí, bibliotecaria del Instituto d'Estudis Catalans, que entonces estaba medio clandestina en la calle Montcada de Barcelona, en el lugar que poco después se convertiría en la sede de Òmnium Cultural. En aquella reunión nos hablaron de una revista que tenían, Germinàbit, y que querían transformar en Serra d'Or y buscaban suscriptores. Eran los años sesenta y todo era muy extraño: ¡gente de Barcelona que buscaba suscripciones en València! Vicens Vives escribió en la revista un artículo en el que decía algo así así como: "me llegan buenas nuevas de València, será esta una nueva generación que se incorporará a la cultura del país."

Fuster significó pasar de la prehistoria a la historia moderna del Pais Valenciano

P. ¿Qué papel jugaba Fuster?

R. Fuster nos invitó a ir una semana a Barcelona el año 1959. En la estación del Norte de València nos encontramos 17 jóvenes. No nos conocíamos entre nosotros. Tardamos siete horas a llegar a Barcelona, a la estación de Francia. Más adelante supimos que el viaje lo habían pagado entre Jordi Pujol, Josep Benet y Max Cahner, poniendo 10.000 pesetas a cada uno de ellos, una cifra nada despreciable en aquel momento. Y Fuster lo había organizado todo.

P. ¿Qué pasó en la visita a Barcelona?

R. Al llegar nos esperaban a tres personas en un cochecito: Max Chaner, Albert Bastardes y Jordi Pujol. Nos llevaron a Montserrat. Nos tuvieron una semana encerrados haciéndonos un cursillo impartido por Cahner, Josep Benet, Jordi Pujol, Albert Manent... doce horas diarias, hablándonos del movimiento obrero, la cuestión nacional... ¡Era asfixiante! Aprendimos también a utilizar las multicopistas. Pensamiento y acción. Nosotros pensamos que eso era Catalunya, pero no era cierto. Mejor, eran una minoría, pero nos generó un cambio mental, ideológico. Todo lo que habríamos avanzado ideológicamente en treinta años, lo conseguimos en uno.

P. ¿Todavía está vivo, a día de hoy, el pensamiento de Fuster?

R. Fuster significó pasar de la prehistoria a la historia moderna del Pais valenciano. Como decía Vicent Ventura, "Fuster fue una chiripa genética". Pero a Fuster, después de la bomba, lo mataron (el añon1978). Él se encerró y desapareció. De hecho, lo que querían era matar a Fuster, Sanchis Guarner y a Estellés... Pero él ya me comentaba que se había escrito más sobre el Pais Valenciano entre los años 60 y 70 que desde Jaime I hasta ahora. Y era verdad. Eso cambió la mentalidad del Pais Valenciano.

Durante la Transición, Madrid se dio cuenta de que el problema catalán llegaba hasta Alacant y les Illes

P. ¿De qué manera influyó la Transición política en la identidad valenciana?

R. En aquel momento teníamos políticos que se podían sentar en la misma mesa: los liberales Joaquim Muñoz Peirats y Francesc de Paula Burguera, el socialista Josep Lluís Albinyana, el comunista Ernest García... Todos compartían un mínimo de conciencia nacional. Pero la transición tenía que dar una mínima solución al problema catalán y vasco. La historia eterna. Y se dieron cuenta de que el caso catalán estaba llegando hasta Alacant y les Illes. Eso se tenía que cortar como fuera. Y por eso provocaron la Batalla de València. Nosotros no teníamos herramientas de ningún tipo: ni prensa, ni dinero, ni nada. Se cargaron a todos el líderes políticos que he mencionado antes, que poco más de un año después desaparecieron. E hicieron un Estatuto de mínimos rebajado por Alfonso Guerra (PSOE) y Fernando Abril Martorell (UCD). La conciencia moral del país valenciano la mantuvieron Peset, el hijo de quien fuera rector de la Universitat de València asesinato después de la guerra; el cantautor Raimon, el artista Josep Renau, el escultor Andreu Alfaro, el pintor Joan Genovès... El pensamiento de Fuster empezó a extenderse por el país y al sistema educativo con la Llei d' 'Us i Ensenyament del Valencià, una herramienta importantísima. También en las universidades, desde entonces 'catalán' en nuestra lengua. E incluso con la entrada de Tv3 y el inicio de Canal 9...

P. ¿Qué papel jugaron los partidos políticos de la época?

R. Del PSOE, Fuster decía: "como mínimo, no nos ponen bombas". No colaboraban demasiado, pero dejaban hacer. Sobre todo, había un trabajo político fuera de la política. En las cartas entre Carpintero y Josep Pla ya hablaban de las sinergias entre Catalunya y la Comunidad Valenciana: el eje Mediterráneo, las universidades en lengua catalana que se han articulado a través de la red Lluís Vives...

P. ¿Cuál son ahora los intelectuales que mantienen el discurso identitario valenciano?

R. Hay mucha gente con perspectiva nacional: escritores, historiadores, sociólogos... Hoy, por suerte, ya no es sólo Fuster, aunque él fue la autoridad moral. Ahora, todo se ha desacralizado y hemos llegado a una situación más laica, más normal.

Zaplana me odiaba por que tratamos romper el oasis regionalista y residual

P. Usted ha sido, y sigue siendo, una de las personas más odiadas por la derecha valenciana...

R. ¡Sobre todo por Zaplana! (ríe). Porque intentamos romper el oasis regionalista y residual y pasar a un planteamiento nacional. Igual que ahora está pasando a Catalunya con el independentismo, que está siendo odiado por toda la derecha española y gran parte de la izquierda, nosotros intentamos trasladar nuestras tesis a la tradición de este país, amnésico, reflejada en las fallas, el folclore... Había que romper con un pasado arrastrado desde hacía siglos. Pero había muchas dificultades. Por ejemplo, el triste papel de la iglesia valenciana. O la falta de burguesía. Nuestra gran diferencia con Catalunya es que allí ha habido burguesía y aquí ricos.

P. ¿Porque nace el anticatalanismo?

R. Aquí había antibarcelonismo, no anticatalanismo, por la lucha València-Barcelona desde el siglo XV. Pero durante la Transición, con la Batalla de València, el antibarcelonismo se transformó en anticatalanismo y alcanzó el nivel político. El enfrentamiento siempre ha dado réditos a la derecha valenciana, tal como ahora los obtiene Albert Rivera en el resto del Estado.

 

P. ¿Usted es editor, cómo explica que la producción de libro en valenciano represente el 0,8% del Estado y sólo el 3% de la población lea libros en valenciano?

R. Eso nos obliga a hablar del pacto del Botánic y de los actuales gobernantes valencianos. No hay color entre lo que había y lo que hay, pero se les podría hacer críticas muy serias con respecto a la política cultural del Pais Valenciano. Nosotros tenemos todos los fondos de documentación de los Borja, y tanto el PP como el Botànic no se han interesado. Estamos hablando de la familia más importante del país y, en palabras del Vaticano, no se entiende Europa sin esta familia. Falta un empuje cultural. La Generalitat Valenciana no está en el Instituto Ramon Llull, con la importancia que tiene para los escritores. Ximo Puig, cuando era alcalde de Morella, era presidente de los ayuntamientos del Llull en la época del PP. Y ahora que gobierna la Generalitat Valenciana, no está.

El gobierno del Botànic tiene terror a moverse

P. ¿El gobierno del Botànic tiene miedo?

R. Tiene miedo en todo. Tiene terror a moverse. No sólo en la cultura. No estamos en la Eurorregión Pirineos-Mediterráneo donde están Montpeller,Tolosa... una Eurorregión que ha sido presidida por Francina Armengol. Entiendo que la derecha de aquí es muy salvaje, pero esta no es la manera de cambiar el país.

P. ¿Qué efecto le causa el conflicto que vive Catalunya?

R. Siempre ha habido independentismo en Catalunya, en la República, a la Guerra de los Segadores... una parte de Catalunya siempre ha querido independizarse. Es cíclico. Pero ahora, debido a la incomprensión, hay más razones para reivindicar este propósito. Cuando Francesc Macià proclamó la república, ministros de Madrid vinieron a Barcelona para pactar. La situación actual es que el Gobierno español lo ha reprimido todo. Ahora bien, si quieres dar una solución tienes que crear un conflicto. Desde el Estado español se ha llevado muy mal. El tema continuará atascado mientras la reacción de los partidos españoles sea la que es.

 

Pedro Sánchez es una estrella que se ha apagado

P. ¿Y Cóm se desencalla la situación?

R. No con la actitud de los partidos del 155. Hace falta diálogo. Ya lo dijo Artur Mas, después Carles Puigdemont y ahora Quim Torra. Hablemos sin condiciones. Pero les acusan por lo que piensan. Eso es franquismo puro y duro de los años cuarenta. Espero que Europa de alguna solución. Yo recomiendo reeditar el Pacto de San Sebastián, cuando en los años treinta se reunieron los partidos políticos -a excepción del Partido Federal Español- y acordaron la estrategia para poner fin a la monarquía de Alfonso XIII. Tirad a esta gente y proponed una solución para Catalunya. Los números, en el Congreso, dan. Pero falta la voluntad.

P. ¿Cree que tiene que haber intermediación política?

R. España nunca aceptará la intermediación internacional. Se han hecho gestos, como el de Íñigo Urkullu... pero la situación está atascada. El presidente Torra, como sus predecesores, es sincero cuando dice hablemos desde cero. Como mínimo, que prueben.

P. ¿Y algún político valenciano?

R. Ximo Puig había apostado por el diálogo. Sin embargo, aunque sea de Morella, está dentro del PSOE. Para hacerlo él, lo podía hacer Pedro Sánchez., que es quien tendría que hacerlo. Pero Sànchez es una estrella que se ha apagado.