La sequía que estamos sufriendo nos afecta prácticamente a todos. Sin embargo, hay quien la sufre de un modo mucho más directo que los demás. Es el caso del sector agrario. La gente que no vive de la agricultura y la ganadería sufre el cambio climático, cierto, pero sigue trabajando normalmente, sigue saliendo a cenar y sigue haciendo vacaciones, si acaso con más aire acondicionado en todas partes.

En el caso de un sector tan importante en Catalunya como es el de la viña, al problema recurrente de los precios de la uva, en los últimos años —y todavía más en este— se le ha añadido la sequía. Este mismo periódico se hacía eco de ello en un artículo publicado hace pocos días. El de la viña es un sector que siempre me ha interesado y sobre el que he escrito bastante con perspectiva catalana. En las circunstancias actuales de sequía persistente y extrema, me ha parecido oportuno recoger consideraciones procedentes del propio sector sobre sus efectos en cuanto a la producción y los precios.

Antes de entrar en materia, permítanme situar al lector en algunas cifras básicas del sector en Catalunya. En 2022 se produjeron 357 millones de kilos de uva (pesajes entrados en las bodegas), lo que supuso una caída del 15% con respecto a 2021 (un buen año tras un pésimo 2020 en el que solo se recogieron 311 millones de kilos). En volumen, los cinco destinos principales de la uva en 2022 fueron las denominaciones de origen Cava (191 millones), Catalunya (52 millones), Penedès (30 millones), Terra Alta (20 millones) y Costers del Segre (20 millones). Según el Observatori de la Vinya, el Vi i el Cava, en 2022 el coste de producción medio de un kilo de uva macabea, parellada y xarel·lo fue de 40 céntimos (en el caso de la variedad parellada, 46), aunque se da una notable heterogeneidad entre productores debido a la incidencia de múltiples factores, como si es de regadío o no, o si es producción ecológica o convencional, entre otros.

Lo que habría que evitar, a toda costa, es que la sequía provoque más dimisiones de agricultores

Vayamos a la producción y a los precios de la uva en las dos grandes zonas productoras de uva de Catalunya, que son el Penedès y el Camp de Tarragona. Se estima que la cantidad de uva que se producirá será aproximadamente un 30% inferior a la del año pasado. En las pocas zonas de regadío que hay tanto en el Penedès como en el Camp de Tarragona, la caída será inferior; pero en secano (que es la mayoría) será superior, con casos de pérdida de cosecha por falta de lluvia superiores al 50%. En esta línea, puede servir de ejemplo lo que me comenta un productor de Corpinnat: en Sant Sadurní llevan acumulados 120 litros de lluvia menos que en el año más seco de la historia (en 2016), y este 2023 recogerán 2.000 kg/ha, en comparación con los 5.500 que se obtenían de media en los últimos años. En este caso la uva es ecológica.

Sobre el precio, las incógnitas son mayores, porque al final dependerá de la oferta y la demanda a medida que la uva vaya entrando en las bodegas. Sin embargo, también como referencia, uno de los dos grandes productores de cava pagará por convencional 0,42-0,43 € por kilo de uva, que es del orden de un 5% más que los precios del año pasado. Con esta oferta de precio, si la caída de producción fuera la indicada más arriba (del 30%), el ingreso del campesino por su uva, que el año pasado era, pongamos, de 100, este año pasaría a ser de 74,5; por lo tanto, una caída del 25,5%. Como el gran productor indicado toma en consideración el efecto de la sequía, al precio 42-43 céntimos le añade 7, de modo que el resultante estaría, redondeando, en unos 50 céntimos por kg. Con este precio final y una producción un 30% inferior, los ingresos del agricultor pasarían a ser de 87,5, es decir, un 12,5% menos que en 2022. Para compensar la sequía y mantener los ingresos del año pasado, el precio final de la uva debería ser de 57 céntimos. Veremos qué sucede realmente al final de la vendimia.

Las uvas ecológicas que compra el gran productor ascienden a unos 50 céntimos el kilo, más un plus de sequía de 14 céntimos, en total unos 64 céntimos el kilo. En este punto, vale la pena indicar que los precios de corpinnat parten de un mínimo de 0,80 euros el kilo, aunque se cree que en realidad superarán la cifra de 1 € (0,89 € en 2022).

Ya se verá qué cifras son las que finalmente se dan en el mercado, pero en cualquier caso parece que el cambio climático, y concretamente las sequías, han llegado para quedarse en la viña, en el olivo, en el avellano, en la huerta... Eso se reflejará en años difíciles como este 2023, en adaptaciones de los cultivos, en asegurar cosechas y en otras consecuencias. Lo que habría que evitar, a toda costa, es que la sequía provoque más dimisiones de agricultores, en beneficio de los propios agricultores, de la seguridad alimentaria y del territorio.