El dilema socialismo o libertad ha llegado al fútbol. De entrada se diría que ha ganado el socialismo. El filósofo Simon Critchley, autor de En qué pensamos cuando pensamos en fútbol, ​​defiende que este es un deporte socialista. En el sentido de que prima lo colectivo, la aspiración igualitaria y de comunidad. Y esto ocurre en el campo y en la grada. De momento, ha ganado este tipo de socialismo. Y ha perdido la libertad entendida al modo Isabel Díaz Ayuso: la que no tiene en cuenta al otro. Porque si hablamos de libertad como sinónimo de liberalismo, que incluye la meritocracia, no le ha ido mal a la libertad. Lo explica otro filósofo, Pep Guardiola. "No es deporte cuando la relación entre el esfuerzo y la recompensa no existe. No es deporte cuando el éxito está garantizado de entrada. No es deporte cuando no importa si pierdes. No es justo cuando un equipo lucha, lucha y lucha, pero no se puede clasificar porque el éxito está garantizado para otros pocos clubes". Total, que es muy posible que al final haya ganado esa tercera vía que propugnó Anthony Giddens: una socialdemocracia liberal.

No parece que sea ésta la vía del impulsor del negocio, Florentino Pérez, que ni tiene en cuenta el carácter colectivo, igualitario y de comunidad del fútbol, ​​ni tampoco la meritocracia de ganarse el cielo en la tierra a base de sudar. Florentino es el liberalismo castizo, el de las élites extractivas y del capitalismo de amiguetes del palco del Bernabéu, que ahora quería trasplantar a Europa. Y quizás se ha dado cuenta de que lo que funciona en la tierra del BOE, no acaba de cuajar en el Imperio Carolingio.

Florentino es el liberalismo castizo, el de las élites extractivas y del capitalismo de amiguetes del palco del Bernabéu, que ahora quería trasplantar a Europa

Florentino Pérez lideró la creación de una liga privada y excluyente y se enfrentó al fútbol español, a Emmanuel Macron, a la Bundesliga y, sobre todo, a los inventores del juego. ¿Y cómo podían los ingleses, que acaban de hacer un Brexit, abaratar la Premier y favorecer el continente? Boris Johnson y la monarquía que ha estrenado viuda, no lo han permitido. Florentino se enfrentó a molinos de viento y lo explicó en El Chiringuito. Y ha perdido. A no ser, claro, tampoco seamos ilusos, que sólo quisiera ganar posiciones en la batalla por el poder (y la pasta) con la UEFA. Que es lo mismo que explicaría el silencio estratégico de Joan Laporta, que sabe historia y cómo fue lo de las seis copas de Europa en blanco y negro.

Porque la liga europea, con más poder para los clubes y menos para la UEFA, acabará llegando, como ha ocurrido con el baloncesto y como sabe Gerard Piqué. Pero hay que hacerlo bien, no en El Chiringuito ni como el cartel de Florentino. De hecho, a muchos catalanes quizás les preocupará menos que a los españoles fortalecer Europa y debilitar los estados. Porque para España, la Liga es mucho más que el entretenimiento. La liga de fútbol es la única cosa que cada semana une España. La segunda cosa es la lotería. Y la más importante es el AVE. Pero los trenes no entienden de sentimientos. Y el fútbol sí.

Ahora bien. De todos los que se han manifestado contra esta Superliga, me quedo con Eric Cantona. Porque fue el primero en levantar la voz. Y porque hace tiempo que defiende lo mismo. Dijo el astro francés que el último año han jugado entre ellos los mejores equipos del mundo. Y los mejores jugadores. Pero, señalando que el rey va desnudo, gritó que nos hemos aburrido mucho, porque no están los aficionados. No chillan, no saltan. Es aburrido. "Los fans son lo más importante. Y hay que respetarlos. ¿Les han preguntado qué piensan de la Superliga?". Hasta aquí las noticias.