Llevaba tiempo sin compartir una de mis teorías vitales. A ver qué te parece esta que dice que cuando una persona es buena en más de una disciplina, no es por casualidad; es por método o personalidad. Esto lo vemos en muchos deportistas. Michael Jordan, tras ser uno de los mejores jugadores de la NBA, se puso a jugar al golf. Y también en ámbitos científicos. Por eso supongo que nos preocupamos de educarnos y de educar a nuestros hijos en el esfuerzo y en los buenos hábitos. Es decir, que el éxito no depende de la genética, sino del trabajo bien hecho y del compromiso.

Dicen que hacen falta 10.000 horas para hacerse experto en una materia. Personalmente, en el tema del vino, las tengo hechas hace años, y eso que legalmente hace 25 que me dedico a ello. Si cuento todas las vacaciones entre viñedos, las conversaciones familiares acerca del vino, los amigos de mis padres expertos en enología, haciendo los deberes entre las cajas de la tienda, experimentando una enciclopedia olfativa… A veces, cuando me preguntan por qué me he dedicado a esto, pienso que la verdad es que sabía que jugaba con cierta ventaja. En el tema de la comunicación, que es mi otro mundo, pues supongo que el entusiasmo, buenos maestros y el apoyo familiar han hecho el resto. Aunque la columna vertebral siempre es perseguir lo que uno ama.

Pero pongamos ejemplos gráficos. Leonor Watling es una gran actriz. Por cierto, ahora que han anunciado que Rigoberta y Tosar presentarán los Goya de este año, quiero dejar constancia de que me encantó cómo los presentó el año pasado con su compañera y amiga Maribel Verdú. Pero lo que más me gusta de Leonor es cómo canta. Era y soy muy fan de Marlango. No sé qué tiempo verbal usar, porque esta banda —formada en 2002 con Watling y los músicos Alejandro Pelayo y Óscar Ybarra— pidió, hará un par de años, un permiso a sus incondicionales para hacer una pausa para pensar. Mi pregunta, no obstante, es otra: ¿es posible que ser buena en más de una cosa te reste credibilidad en el ámbito público? A Paula Echevarría —modelo, influenciadora y actriz (y, seguramente, no en este orden)— le preguntan si tiene el síndrome de la impostora a la hora de diseñar su colección para Primark. Cuenta que no es diseñadora, pero que, a partir de prototipos, ella crea sus diseños, cambiándoles las mangas, subiéndolas, bajando escotes y poniendo botones, entre otras cosas. Echevarría es una mujer que destila estilo en la televisión, en las redes, como actriz y como modelo. Y a quien le pique, que se rasque. Está espectacular en Got Talent y seguro que lleva más de 10.000 horas delante de una cámara.

¿Es posible que ser buena en más de una cosa te reste credibilidad en el ámbito público?

¿Cuantas más cosas haces, más frentes tienes para sentirte una impostora? ¿O para que te lo hagan sentir? En el estudio de Mujeres del Vino 2024 realizado con el Instituto Más Mujeres, un 65% de nosotras tenía el síndrome de la impostora en el mundo enológico. Y es algo todavía más común entre las mujeres, como también lo es el miedo a conducir, por la poca autoestima y por sentir que podemos hacer daño a los demás. Es la sensación de que eres un fraude y que tus éxitos solo son fruto de la buena suerte. Se trata de una duda hacia tu potencial que hace que las mujeres sigamos sin confiar en nosotras mismas.

Lo que sí nos creemos es nuestro rol de madre o de cuidadoras, porque lo sentimos como un instinto básico. Esta semana he podido ir al cine a ver, oh milagro, una película de adultos. Lo digo como un triunfo. El hecho es que, como estoy un 85% del tiempo con mis hijos, es difícil que vaya al cine si no es con ellos. Sí, las madres siempre somos buenas en más de una cosa. Ser madres y no dejar de ser mujeres… ¡que ya es mucho! Por dónde iba… Pues fui a ver La vida de Chuck, la nueva película de Mike Flanagan, basada en un cuento de Stephen King y, oh sorpresa, no es de terror. O sí, porque sin hacer un spoiler galopante, habla de la muerte, que, sin duda, es nuestro mayor y más común miedo. El protagonista es un contable que quería ser bailarín. ¿Cuántas veces, por intentar agradar a los demás, o hacer lo que hay que hacer, soltamos como un globo al aire nuestras pasiones? Sí, cuando lo digo, visualizo la niña con el globo rojo de Banksy. Y supongo que cuando mueres tampoco te dan créditos por ser multidisciplinar. Veo que la gente que tiene un trabajo “normal” (lo sé, no significa nada, pero ya me entiendes), luego tienen necesidad de disfrutar de unos hobbies bestiales. ¿Cómo era esa frase de “si conviertes una afición en tu trabajo, es como si no trabajaras nunca”? ¿O el trabajo es trabajo, aunque disfrutes mucho? Supongo que, como todo, lo que convierte de sueño en pesadilla es la medida de las cosas.

A mis hijos siempre les digo que ser bueno está muy bien. Pero que demasiado bueno, significa bobo. Lo digo porque ahora en los trabajos lo que te piden es que seas bueno en todo, para ahorrarse puestos de trabajo. Tú haces el guion, el vídeo, el estilismo, la producción, la localización, la edición, la publicación e incluso la convocatoria. Natalie Portman, aparte de tener un Oscar, tiene la licenciatura de psicología en Harvard. A las personas que tienen múltiples carreras profesionales se les dice que tienen “multipotencialidad”. Los polímatas se distinguen por su dominio y su experiencia en algunos campos, es decir, que son prácticamente sinónimos. Los límites de las profesiones son cada vez más difusos. En fin, que ser bueno en más de una cosa no penalice —como cuando tienes más de un trabajo, de cara a Hacienda—, sino que sirva para multiplicar la capacidad interdisciplinaria, sea cual sea el ámbito. Porque ya sabemos que nada es exacto y que uno más uno, a veces, son tres.