La muerte también tiene sus catálogos. Hay mujeres que prefieren ser enterradas en panteones. Otras, quemadas y diseminadas por el mar. Muchísimas mujeres no han pensado nunca cómo quieren ser sepultadas o incineradas. A muchas mujeres les resulta indiferente el lugar donde irán a criar malvas. Y a algunas, como a la joven Cornelia Arens (1621-1654), la obsesión no era dónde ser enterrada, sino dónde no serlo. Detestaba la idea de que la catapultaran dentro de una iglesia que había sido católica y pasó a manos protestantes. Con esta manía, no paró hasta conseguir descansar en lo que parece un rinconcito de un delicioso jardín que se puede visitar en Amsterdam, pero que en realidad es una alcantarilla.

Cornelia Arens es, pues, la beguina que está enterrada en la alcantarilla del Begijnhof, la comunidad de mujeres católicas en el centro de Amsterdam donde vivían juntas y llevaban una vida de plegaria y servicio. Las beguinas se agrupaban por motivos espirituales. Eran mujeres libres que querían vivir al margen del poder masculino y no se agrupaban en ningún monasterio ni dependían de la institución eclesial. Nuestra Cornelia escogió esta peculiar tumba porque quería tener una vida sencilla no solo en vida sino también en el más allá. Dice la leyenda que cuando ya estaba enferma cogía un ataúd y lo ponía en medio del jardín, sin decir nada, indicando dónde quería ser enterrada. La norma era ser enterrado en la iglesia. Ella consiguió salir. Hoy, la tumba de Cornelia no es fácil de ver, está bajo unas flores azules en una esquina del jardín del beguinario, uno de los mejores conservados del mundo.

Las beguinas se agrupaban por motivos espirituales. Eran mujeres libres que querían vivir al margen del poder masculino y no se agrupaban en ningún monasterio ni dependían de la institución eclesial

Ámsterdam encapsula en muchos pocos metros diferentes maneras de vivir la propia existencia y libertad. En esta ciudad, lo que sí que es accesible y visible son las chicas en las vitrinas que ejercen la prostitución. Cornelia sabía dónde no quería tumbarse eternamente. Las mujeres (jóvenes y mayores) que se exhiben en el Barrio Rojo de Ámsterdam también saben lo que no quieren. Están amparadas en una asociación que recuerda a los visitantes o turistas desvagados que no sientan lástima o quieran rescatar a estas mujeres, que son libres y ejercen esta profesión porque así lo han decidido. El Centro de Información sobre la Prostitución te informa sobre la práctica legal de la prostitución en el país y ofrece consejos para los curiosos. Este centro está al lado de la iglesia más antigua en Ámsterdam, el Old Church, y no está lejos de donde descansa Cornelia Arens.

Aunque el Barrio Rojo es más famoso que el beguinario de Ámsterdam, este también es una de las atracciones de Ámsterdam, ya que es uno de los únicos que se conservan en el mundo y todavía hoy está habitado solo por mujeres (estudiantes, mujeres solteras o viudas que habitan allí). Esta fraternidad femenina de las beguinas mantenían fidelidad católica a su manera, eran independientes y se autoorganizaban. Las mujeres del Barrio Rojo también se organizan. Hay mil maneras de vivir la propia vida y en Ámsterdam las hay muy insólitas y radicales.